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En los años que precedieron al Gran Jubileo del 2000, Juan Pablo II celebró una serie de sínodos continentales para ayudar a la Iglesia en diferentes lugares a reflexionar sobre su situación particular a finales del segundo milenio, y planificar para un futuro de vigor evangélico en el tercero. Nombrar estas asambleas especiales fue fácil en el caso de los sínodos de África, Asia y Europa. Pero cuando se trató del sínodo para el hemisferio occidental, Juan Pablo lanzó una curva lingüística que marcó un aspecto importante.

Se esperaba que fuera llamado el Sínodo de las Américas. Pero ante la insistencia de Juan Pablo II, se convirtió en la Asamblea Especial para América del Sínodo de los Obispos. Al igual que en América, único. ¿Por qué? Por varias razones.

El Papa creía que el hemisferio occidental había experimentado una gran y única "primera evangelización" cuando los europeos cruzaron el Atlántico y plantaron la cruz desde Quebec a Tierra del Fuego. Por otra parte, pensó que esta primera evangelización tenía una patrona y un símbolo particularmente poderosos en Nuestra Señora de Guadalupe, a quien Juan Pablo citó con frecuencia como el ejemplo de una "inculturación perfecta" del Evangelio. Y luego estaba el futuro: Juan Pablo esperaba que, si la Iglesia que se encontraba en las dos partes de las Américas pensara en sí misma como un solo "objetivo" de esa primera evangelización, pudiera estar mejor preparada, a nivel espiritual y con imaginación, para emprender la nueva evangelización como una empresa común.

Todo esto, y más, ha sido presentado con belleza en un nuevo documental de los Caballeros de Colón, “John Paul II in America: Uniting a Continent” (Juan Pablo II en América: Uniendo a un Continente).

Los menores de 30 años, cuyos recuerdos de Juan Pablo vida son de un anciano debilitado, debieran ver esta emotiva película para que recuerden cuán extraordinariamente guapo, dinámico y convincente era el Papa polaco en las dos primeras décadas de su pontificado, antes de que el Parkinson comenzara a erosionar su gran fortaleza física. Juan Pablo aparece besando y meciendo bebés, gritando con los jóvenes en el Madison Square Garden, extendiendo la mano y abrazando a los paralizados, los cojos y a los ancianos, todo lo que ayudó a establecer el nuevo modelo papal que el Papa Francisco ha vivido a tal efecto.

Luego está Juan Pablo II diciéndole la verdad a los poderosos: a representantes visiblemente nerviosos de los gobiernos comunistas en las Naciones Unidas en 1979; a Pinochet, Stroessner, la Junta argentina, y otros autoritarios abusadores de los derechos humanos en América Latina; a los adolescentes sandinistas en Nicaragua cuando trataron de ahogar su sermón en Managua con cánticos idiotas. El joven Juan Pablo II era un hombre excepcionalmente carismático. Pero a diferencia de muchos otros líderes de su época, nunca fue un demagogo; el estilo siempre estuvo al servicio del contenido que predicaba, que era Jesucristo.

Y después está Juan Pablo II, el místico, que celebraba la misa ante multitudes de cientos de miles, incluso millones y, sin embargo, había momentos en que se retiraba dentro de sí, en ese lugar especial donde llevó a cabo su diálogo continuo e intenso con el Señor, sólo para regresar, magnético como siempre, y convocar a todos a ser los discípulos misioneros y santos para lo que fueron bautizados.

La Jornada Mundial de la Juventud que Juan Pablo celebró en "América"—incluyendo su última en Toronto en 2002—obtuvo la atención merecida en la película, ya que aquí el Papa demostraba al mundo (y a los obispos escépticos) que los jóvenes quieren ser desafiados a llevar una vida de virtud heroica, de la misma manera que quieren saber que la Iglesia estará con ellos, ofreciendo la reconciliación y la misericordia cuando no pueden alcanzar la meta, como nos sucede a todos. Todavía, décadas más tarde, se sienten los efectos de esos días eléctricos entre los sectores más animados de la Iglesia en este hemisferio.

“John Paul II in America: Uniting a Continent” (Juan Pablo II en América: Uniendo a un Continente) ya se ha exhibido en varias estaciones locales de televisión. Valdría la pena ponerse en contacto con el director de programación local y solicitarle que considere transmitir esta película visualmente convincente que invita a la reflexión, en preparación para la visita del Papa Francisco a los EE.UU. en septiembre.

Comments from readers

Victor martell - 06/23/2015 05:48 PM
Ser�a muy beneficioso poder obtener copias y ofrecerlas en nuestros ministerios, sobretodo a los j�venes.

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