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Parte 3 de 3, sobre como la devoción popular mariana ha sido el cauce providencial que ha alimentado, mantenido y enriquecido la Fe del pueblo creyente latinoamericano. (Lea la primera parte aquí y la segunda aquí.)

Paraguay

Un indio guaraní acosado por los fieros mbayés salva su vida al refugiarse dentro del grueso tronco de un árbol. Allí invoca la protección de la Madre del Cielo y decide agradecido tallar una imagen de la Inmaculada Concepción con la madera del árbol salvador. Mucho tiempo después esta imagen es hallada flotando, después del desborde del lago Yparacay, perfectamente guardada dentro de un maletín sellado. La imagen de apenas unos 50 centímetros, la Virgen azul de Paraguay, es su patrona, Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé.

Perú

A comienzos del siglo XVI una hermosa imagen de la Virgen de la Merced fue entronizada y considerada como patrona de la capital peruana, y en 1730, patrona de los Campos del Perú, patrona de las Armas de la República, y Gran Mariscala del Perú, a la que el cabildo de Lima le concedió las Llaves de la Ciudad y la presidencia del país le impuso la Gran Cruz del Mérito Naval. La Merced comparte el cariño de su pueblo con la advocación de Nuestra Señora de la Evangelización, imagen de la Virgen de la Asunción, tallada por encargo de la familia del conquistador Pizarro, coronada en 1985, que ha recibido la Rosa de Oro de manos de San Juan Pablo II, quien la proclamó oficialmente Patrona de la Arquidiócesis de Lima.

Puerto Rico

Nacida en Italia, en el siglo XIII, la devoción a Nuestra Señora de la Providencia fue llevada a la isla de Puerto Rico por el obispo Gil Esteve y Tomás, quien tuvo que poner toda su diócesis bajo el amparo de la Virgen, pues encontró la catedral en ruinas, lo mismo que las finanzas de su nueva diócesis. La imagen, una talla de 1853, fue entronizada en la catedral donde una copia más moderna de la misma sigue recibiendo el cariño de sus hijos boricuas. En noviembre de 1976, la imagen original fue quemada en un acto de vil fanatismo religioso. Así, carbonizada, fue coronada en medio del dolor de su pueblo y ante los cardenales, arzobispos y obispos que desde toda Latinoamérica se habían congregado en la Isla con motivo de la reunión del CELAM. Actualmente, esta imagen ha sido hermosamente restaurada para alegría de todos los puertorriqueños que anhelan poder levantarle un Santuario Nacional.

Uruguay 

Tallada en el siglo XVIII, en las misiones jesuíticas del Paraguay, la pequeña imagen de la Inmaculada fue trasladada a lo que hoy es la ciudad de Florida hacia el 1779. Los padres de la patria, los llamados 33 orientales, desembarcaron en las playas de la Agraciada para comenzar la lucha por la libertad del país. Al llegar a Florida rezaron ante la pequeña imagen de María y a sus pies colocaron los destinos de la naciente nación. Obtenida la independencia el 25 de agosto de ese mismo año, volvieron nuevamente ante la imagen para colocar bajo su amparo a la República del Uruguay. Por eso el pueblo espontáneamente comenzó a llamarla “La Virgen de los Treinta y Tres”. La sagrada imagen y su templo fueron declarados monumento histórico en 1975 y en 1962, San Juan XXIII la proclamó “Patrona del Uruguay”.

Venezuela

Los indios Coromoto han abandonado sus tierras hacia las fuentes del río Tucupido. Nada quieren saber de los blancos, ni de la nueva religión que ellos profesan. Rebeldes y aislados, un amanecer de 1651, el cacique y su esposa quedan desconcertados ante una visión extraordinaria. Sobre el tronar de las aguas del río, una hermosa y dulce señora los invita a salir del bosque e ir donde los blancos para ser bautizados y poder así entrar al cielo. El cacique la obedece, pero no es capaz de acostumbrarse a vivir fuera del bosque y regresa a él. Nuevamente la Señora se deja ver, esta vez en la choza del cacique y rodeada de resplandores. El cacique, enfurecido, toma sus armas y extiende la mano para agarrarla. La visión desaparece, pero en su mano la Virgen dejó una pequeñísima estampa en la que ha quedado impresa su imagen, la de Nuestra Señora de Coromoto; que desde 1944, es patrona oficial de la República de Venezuela, coronada por San Juan Pablo II en 1985.

Haití

Una terrible epidemia de viruela hace grandes estragos en el pueblo haitiano; es 1883 y el pueblo acude en masa ante el cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, traído a Haití por los misioneros Redentoristas, porque esta advocación era la patrona de su congregación. Milagrosamente la epidemia cesa y la devoción a la Virgen del Perpetuo Socorro aumenta y se extiende por todo el país. La imagen de María con el Niño en brazos es un antiguo ícono bizantino procedente de Creta y pintado posiblemente en el siglo XI, una devoción que, en 1865, el papa Pío IX encomendó a los Redentoristas "extender por todo el mundo”. En 1983, con motivo del centenario del milagro, durante su visita pastoral a Haití, San Juan Pablo II puso esta nación bajo el cuidado maternal y la protección especial de la Virgen del Perpetuo Socorro.

Este mapa mariano que recorre toda América ha dejado extraordinarias experiencias con fuertes raíces en la cultura y la identidad de nuestros pueblos; le han dado un tinte calurosamente afectivo que proviene del corazón y se asienta en la vida de cada día, porque para todos la Virgen es  fuente inagotable de esperanza.

Las advocaciones marianas latinoamericanas poseen un poderoso poder de convocación con sabor de fiesta popular, de nexo con la fe, de camino hacia el Evangelio de Cristo, el Hijo de María. Ella, la, madre de todos los pueblos del nuevo mundo, en sus múltiples advocaciones, historias y leyendas, se ha convertido además en un nexo con la nacionalidad, con la experiencia compartida comunitariamente y con una forma de sentir y de ser común que nos define, nos alienta y nos acompaña contantemente. Una riqueza que acontece sobre todo en aquellos que son capaces de abrir su corazón a la acción de Dios con sencillez y familiaridad.

Comments from readers

Pat Solenski - 10/22/2018 12:21 PM
Thank you very much. I appreciate each part telling of the beautiful experiences of the Latin American countries. These stories enrich all of us in the faith and provide confidence in the Blessed Mother's Presence in our lives.

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