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El domingo después de Pentecostés, la Iglesia celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad.

Al hacerlo, profesamos que el único Dios es en realidad la unión del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La doctrina de que Dios existe como tres personas, pero un solo Dios, se conoce como la Trinidad.

Un credo de la iglesia primitiva atribuido a San Atanasio (293-373 d.C.), y conocido como el Credo Atanasiano, reza: “Ahora bien, la fe católica es que veneremos a un solo Dios en la Trinidad, y a la Trinidad en la unidad, sin confundir las personas ni separar las sustancias. Porque una es la persona del Padre y el Hijo y otra (también) la del Espíritu Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo tienen una sola divinidad, gloria igual y coeterna majestad”.

Aunque la palabra Trinidad no aparece en ninguna parte de la Sagrada Escritura, varios pasajes aluden a la realidad de un Dios trino.

  • “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra”. (Génesis 1,26)
  • “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. (Juan 1,1)
  • “… he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado”. (Juan 6,38)
  • “Yo y el Padre somos uno”. (Juan 10,30)
  • “Le dice Felipe: ‘Señor, muéstranos al Padre’ … El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. (Juan 14,8-9)
  • “…el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les recordará todo lo que yo les he dicho”. (Juan 14,26)
  • “Cuando venga el Paráclito, que yo les enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí”. (Juan 15,26)
  • “Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. (Mateo 28,19)

En el Evangelio según Juan, Jesús le dice a una multitud: “… en verdad les digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy”. (Juan 8,58) Las palabras de Cristo son una clara referencia al libro del Éxodo, donde Dios le revela a Moisés el Nombre Divino: Yo Soy.

La multitud entiende correctamente las palabras de Jesús como un reclamo de divinidad. En respuesta, toman piedras para matarlo. Esto es algo que no habrían hecho si solo pensaran que estaba poseído por un demonio o trastornado. Las Escrituras hebreas tienen claro que la muerte es un castigo por la blasfemia, no por la locura:

“Y hablarás así a los israelitas: Cualquier hombre que maldiga a su Dios, cargará con su pecado … toda la comunidad lo lapidará. Sea forastero o nativo, si blasfema el Nombre, morirá”. (Levítico 24,15-16)

A través del Nuevo Testamento, se adora a Jesús —un honor reservado para Dios— y ni él ni los evangelistas expresan reserva u objeción alguna:

  • “Jesús le dijo: ‘Le has visto; el que está hablando contigo, ése es’. Él entonces dijo: ‘Creo, Señor’. Y se postró ante él”. (Juan 9,37-38)
  • “… los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron”. (Mateo 28,16-17)

Jesús también perdonó pecados, algo que, según la creencia judía, solo Dios podía hacer: “¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?” (Marcos 2,7)

Aunque la palabra Trinidad no aparece en la Biblia, la esencia de su doctrina sí. Que el único Dios se compone de tres personas distintas es, como lo admiten los teólogos, un concepto difícil de comprender. Casi todas las generaciones presentan su propia forma de explicar la Trinidad, y todas ellas se quedan cortas.

La leyenda cuenta que, en los campos de Irlanda, san Patricio usó un trébol para explicar el concepto de la Trinidad a los incrédulos. Sostenía un trébol para desafiar a su audiencia: ¿es una hoja o son tres? Y les respondía que era, a la vez, una hoja y tres. Patricio concluía su analogía al decirles que así sucede con Dios.

Para tomar una analogía de la ciencia, la Trinidad ha sido comparada a los tres estados de la materia en el agua. Bajo el punto de congelación, el agua es un sólido que toma la forma de hielo. Si el hielo se derrite, se convierte en líquido. Si el agua se calienta hasta su punto de ebullición, adquiere su forma gaseosa, que conocemos como vapor.

La Trinidad se ha comparado con la naturaleza de la luz. En algunos casos, la luz se comporta como una onda, similar a las de un estanque tranquilo. En otros momentos, la luz tiene las características de las partículas, como el chorro de agua que sale de una manguera. Ya sea como una onda o como partículas, la luz es un conductor de energía.

Otros usan el sol como un símbolo para Dios Padre. La luz que cae sobre la tierra es Dios Hijo, la segunda persona de la Santísima Trinidad. El calor que transmite la luz es el Espíritu. Al usar esta analogía, Dios Padre es el dador de la luz de Cristo quien, a su vez, abre paso al calor del Espíritu Santo.

Algunos señalan a un hombre que es un esposo para su esposa, un padre para sus hijos y un hijo para sus padres, o una mujer que es esposa para su esposo, una madre para sus hijos y una hija para sus padres. En ambos casos, es la misma persona que actúa en tres capacidades diferentes.

A pesar de las metáforas interesantes y las analogías imaginativas, la Trinidad es incognoscible en un nivel puramente lógico. No deberíamos pensar que alguna vez podamos entender completamente la Trinidad.

Una leyenda antigua sobre san Agustín de Hipona dice que mientras caminaba en la playa reflexionando sobre la Trinidad, vio a un niño que cavaba frenéticamente un agujero profundo en la arena. El niño corría hacia las olas, tomaba un balde de agua y regresaba para echar el agua en el agujero. Lo hizo unas cuantas veces más hasta que san Agustín se le acercó y le preguntó: “¿Qué estás haciendo?”

“¿Ves ese océano?”, contestó el niño. “Voy a echar ese océano en este agujero”.

“Eso es imposible”, respondió Agustín. “No se puede echar todo el océano en ese pequeño agujero”.

El niño dijo: “Y tú tampoco, Agustín, puedes entender la Trinidad en tu mente”.

La leyenda dice que el niño luego desapareció, ya que era un ángel disfrazado.

La Iglesia enseña que la Trinidad va más allá de los límites de la comprensión humana:

  • “El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina”. (Catecismo de la Iglesia Católica, #234)
  • “La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los misterios escondidos en Dios, que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto … Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo”. (Catecismo de la Iglesia Católica, #237)

En resumen, la Trinidad no es un problema para ser resuelto, sino un misterio. Se dice que resolvemos problemas, pero debemos asombrarnos ante los misterios.

Comments from readers

Pat Solenski - 05/21/2018 12:55 PM
Thank you for your reflection on the Trinity. It is important that we are reminded of the majesty and wonder of our God.
JOSE IGNACIO JIMENEZ, O.SS.T.Ter. - 05/21/2018 10:44 AM
Great post, Thank you! Most churches built before Vatican II had prominently placed images of The Most Holy Trinity. Many towns in Europe even had monuments built to honor the Trinity. Today, many churches do not have a single statue, painting, or representation of the Trinity of any kind. Why has the representation of this key mystery of the Catholic faith been cast aside from our churches and worship spaces? This mystery is central to our faith (CCC #234) and should be made available to the faithful so that they may contemplate the mystery and incorporate prayers and devotions to our Triune God into their prayer life. Praying the Trisagion, (one of the oldest prayers of the Catholic church) is rare in the US, as are prayers to the Holy Trinity in general - and we are poorer for it. I encourage the leaders of the Church to review how the mystery of the Trinity is being preached, and how the faithful are being taught and encouraged to incorporate the Most Holy Trinity into their prayer life. Glory to the Trinity. Forever!

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