¿Qué nos pueden enseñar las hojas que caen de los árboles?
Monday, November 24, 2025
*Dolores Hanley McDiarmid
¿Les cuesta deshacerse de las cosas? Si son como yo, y todavía están en proceso de desprenderse de las cosas que no necesitan o que no tienen ninguna utilidad en sus vidas, pueden aprender una valiosa lección de los árboles en otoño.
Hace unas semanas, mi esposo y yo disfrutamos un poco del otoño mientras visitábamos a unos amigos en Francia. Fue hermoso ver cómo las hojas cambiaban de color y caían de las ramas de los árboles con elegancia y disposición para formar un manto de follaje que cubría el suelo.
¿Saben por qué caen las hojas de los árboles en otoño? Los árboles pierden sus hojas porque ya no tienen ninguna utilidad para el árbol. Ya no le proporcionan alimento, por lo que el árbol se desprende de lo que ya no le sirve para sobrevivir. Las hojas caen al suelo y nutren las raíces, las ramas y el tronco, que servirán para volver a florecer en la primavera.
Eclesiastés 3:6 nos dice que hay un tiempo para todo, un tiempo para guardar y un tiempo para desechar. Los árboles parecen hacerlo de forma natural. Entonces, ¿por qué es tan difícil para nosotros, los seres humanos?
Soy la primera en admitir que he tenido apegos emocionales a algunas cosas en mi vida, pero también he tenido el deseo de desprenderme de aquellas que ya no necesito y que no tienen ningún propósito para mí.
Hace unos siete años, unos vecinos y yo hicimos una venta de garaje, mi primer intento de desprenderme de cosas a las que tenía un apego emocional. Mi esposo y yo guardábamos una vieja camiseta de Superman que tenía un significado especial de cuando empezamos a salir, y yo tenía una corbata de lazo grande con tréboles que usaba cuando hacía de payasa. Ambos estuvimos de acuerdo en que ninguno de los dos volvería a ponerse la camiseta de Superman y yo no volvería a ponerme la corbata de lazo, ya que ya no hacía más de payasa. Pusimos ambas cosas en la pila para la venta de garaje.
Poco después de iniciar la venta, una camioneta SUV blanca se detuvo a un lado de la calle y dos mujeres simpáticas salieron de ella. Se acercaron a mi mesa, y de inmediato, una de ellas se sintió atraída por la camiseta de Superman. Le preguntó a su amiga si creía que le quedaría bien a Louie. Les pregunté dónde estaba Louie, y respondieron que estaba en la SUV. "¿Por qué no dejan que se la pruebe?", les dije.
Louie, el labradoodle blanco.
Las dos mujeres regresaron al vehículo y abrieron la puerta. Para mi gran sorpresa, un adorable perro labradoodle blanco saltó del vehículo y se reunió con ambas junto a mi mesa. Con mucho entusiasmo, dije: "¡Veamos si la camiseta le queda bien!".
Louie se sentó sobre sus patas traseras y se mostró muy cooperativo con las acrobacias necesarias para meter sus extremidades en la camiseta de Superman. ¡Le quedaba perfecta! ¡Vendida a Louie, el labradoodle blanco!
"¡Aún no hemos terminado!", exclamó la dueña de Louie. "También nos gustaría comprar el lazo de payaso para Louie".
Antes de marcharse, la mujer explicó que Louie era un perro de terapia, y visitaba hospitales y centros infantiles. Dijo que cuando los pacientes vieran a Louie con la camiseta de Superman, habría muchos rostros sonrientes. Y el día de San Patricio, Louie usaría el lazo grande de tréboles, con los mismos resultados.
¡Conocer a Louie aquel sábado por la mañana, y saber que los artículos de los que me desprendí llevarían mucha alegría a los enfermos, me alegró el día! Hoy, siete años después, sigo sintiendo el mismo gozo. Esta experiencia me impactó tanto, que ahora se me hace un poco más fácil desprenderme de las cosas que ya no necesito.
Durante este otoño, sigamos el ejemplo de los árboles. Vamos a desprendernos libremente de las cosas que no necesitamos o que ya no tienen un propósito en nuestras vidas, y dejemos que caigan con elegancia en las vidas de otras personas que las necesitan y se beneficiarán de ellas.
