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La Jornada Mundial de los Pobres, que se celebró el 16 de noviembre, fue establecida por el Papa Francisco en 2017. Es un día dedicado a resaltar la dignidad de los seres humanos que se encuentran atrapados en el sistema cruel de la pobreza a nivel local y mundial.

En este día, la Iglesia católica subraya las penurias que sufren innumerables hermanos y hermanas pobres debido, en la mayoría de los casos, a las numerosas injusticias que les infligen los sistemas económicos que invitan a los ricos a deleitarse con los bienes y servicios de la sociedad, mientras les arrojan migajas a los pobres.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que más de 800 millones de personas viven en condiciones de pobreza extrema, y luchan por sobrevivir con menos de $1.51 al día. Con tan poco poder adquisitivo, las personas que viven en la pobreza extrema no tienen acceso adecuado a las necesidades básicas para vivir: agua potable, saneamiento, alimentos, atención médica, educación, vivienda digna y un sueldo que le alcance para vivir.

Más de tres cuartas partes de las personas que sufren pobreza extrema viven en el África subsahariana y en zonas afectadas por conflictos armados. África es la región más afectada por la insuficiencia alimentaria, donde una de cada cinco personas padece hambre, el doble del promedio mundial.

La pobreza, los conflictos armados, el cambio climático, la pandemia de COVID y los sistemas económicos injustos, como el capitalismo insuficientemente regulado, son responsables en gran medida de la distribución extremadamente desigual de los bienes esenciales, lo que provoca que aproximadamente 735 millones de personas en todo el mundo vivan en condiciones de hambre y mueran a causa de ella (bit.ly/3Mnn8sZ).

Más triste aún es la realidad de que, en todo el mundo, más de 8,000 niños mueren cada día por hambre y enfermedades relacionadas con la desnutrición. Mueren porque son demasiado pobres para vivir.

Prácticamente todos los países tienen personas que sufren algún tipo de pobreza, incluso en las naciones más desarrolladas económicamente. Por ejemplo, en los Estados Unidos, casi 36 millones de personas viven por debajo del nivel de pobreza, incluidos más de 11 millones de niños.

Sin embargo, la pobreza extrema y el hambre que la acompaña son catastróficas en numerosos países con bajo desarrollo económico.

Un ejemplo trágico es Sudán, agobiado por la guerra civil, que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, describió como una catástrofe de "escala y brutalidad mayúsculas".

Según la ONU, Sudán se ha convertido en "la crisis humanitaria y de protección más grande y devastadora del mundo actual", con más de 12 millones de personas desplazadas internamente y que se desbordan en los países vecinos, incluido Sudán del Sur, el país más pobre del mundo, donde el 92 por ciento de la población vive en la pobreza (bit.ly/3MmRwDS).

En medio de todo este sufrimiento, existe un centro médico católico maravilloso y caritativo conocido como el hospital Mother of Mercy (Madre de Misericordia), donde se distribuyen gratuitamente alimentos para mantener la vida, y se brinda atención médica heroica y de alta calidad, también de forma gratuita, a 1.3 millones de personas que a menudo recorren a pie cientos de kilómetros para llegar al remoto hospital, situado en las montañas de Nuba, en Sudán.

El Dr. Tom Catena, fundador y director del hospital Mother of Mercy, y su personal atienden a más de 750,000 pacientes al año. Sin embargo, la extremadamente intensa afluencia actual de pacientes que huyen de la guerra civil de Sudán ejerce una enorme presión sobre los suministros del hospital.

Por favor, consideren realizar un donativo para ayudar a reponer los suministros médicos y alimenticios del hospital Mother of Mercy (bit.ly/4ijmbxQ).

Recordemos constantemente que seremos juzgados por nuestro Señor Jesús conforme a cómo hayamos respondido a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas que sufren, con la esperanza de escuchar de él: "Porque tuve hambre y me diste de comer" (Mateo 25:31-46).

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