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Hace poco más de 60 años, la Tierra, tal como la conocemos, estuvo en peligro de ser envuelta en una bola de fuego nuclear.

En octubre de 1962, Estados Unidos exigió que se desmantelaran y retiraran los emplazamientos de misiles nucleares de la Unión Soviética en Cuba. Tras la negativa de la Unión Soviética, Estados Unidos estableció un bloqueo naval en Cuba.

Ante la rápida escalada de la situación hacia una guerra nuclear, el Papa Juan XXIII hizo un llamamiento urgente en favor de la paz.

En una carta al presidente estadounidense John F. Kennedy y al primer ministro soviético Nikita Khrushchev, San Juan XXIII suplicó: "Rogamos a todos los gobiernos que no permanezcan sordos a este grito de la humanidad. Que hagan cuanto esté en su mano para salvar la paz. Evitarán así al mundo los horrores de una guerra cuyas terroríficas consecuencias nadie puede predecir".

Pocos días después, Khrushchev accedió a retirar los misiles. Y Kennedy no tardó en levantar el bloqueo.

La crisis de los misiles cubanos había terminado, pero tuvo un profundo efecto en "el Buen Papa Juan".

Pocos meses después, en abril de 1963, publicó su profética encíclica Pacem in Terris ("Paz en la Tierra").

Consciente del reciente roce de la humanidad con la guerra nuclear y de la devastación que causan las guerras convencionales, escribió: "[L]a justicia, la recta razón y el sentido de la dignidad humana exigen urgentemente que cese ya la carrera de armamentos; que, de un lado y de otro, las naciones que los poseen los reduzcan simultáneamente; que se prohíban las armas atómicas; que, por último, todos los pueblos, en virtud de un acuerdo, lleguen a un desarme simultáneo, controlado por mutuas y eficaces garantías".

Trágicamente, el llamado de San Juan a la justicia, a la recta razón y a la consideración por la dignidad humana y la vida, es ampliamente ignorado cuando se trata de poner fin a la carrera armamentista, prohibir las armas nucleares y avanzar hacia un desarme multilateral verificable de todas las armas.

El gran capital es un obstáculo gigantesco. La fabricación y preparación de la guerra es un negocio extremadamente lucrativo, especialmente para las corporaciones productoras de armas como Lockheed Martin, Raytheon, General Dynamics, Northrop Grumman, Boeing y BAE.

Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz, en Estocolmo, el gasto militar anual en todo el mundo supera ya los 2 billones de dólares (ver: bit.ly/3qhw3S5).

El Papa San Juan escribió: "[L]as diferencias que de ello surjan no deben zanjarse con las armas ni por el fraude o el engaño, sino, como corresponde a seres humanos, por la razonable comprensión recíproca, el examen cuidadoso y objetivo de la realidad y un compromiso equitativo de los pareceres contrarios".

Y como el Buen Papa Juan sabiamente aconsejó, la verdadera paz nacerá cuando los derechos humanos sean universalmente respetados, y cuando la igualdad de armas sea reemplazada por "la confianza recíproca".

En un reciente artículo escrito para la revista italiana L'Espresso, el Papa Francisco escribió: "Sólo deteniendo la carrera armamentista, que quita recursos para luchar contra el hambre y la sed y garantizar asistencia médica a quienes no la tienen, podremos evitar la autodestrucción de nuestra humanidad".

"Lo que se necesita es lo que hace 60 años San Juan XXIII, en su encíclica Pacem in Terris, llamó 'desarme integral'", expresó el Papa Francisco. La idea de que la paz se puede fundamentar en un equilibrio parejo de armas listas para ser utilizadas "debe ser sustituida por el principio de que la verdadera paz sólo se puede construir en la confianza mutua".

"Es necesario tener el valor de 'desarmar' los corazones, de 'desmilitarizarlos', de eliminar el veneno y el resentimiento", escribió Francisco.

Por lo tanto, por favor, consideren la posibilidad de leer y rezar con el Papa Francisco la encíclica Pacem in Terris ("Paz en la Tierra"), que aún es muy relevante y desafiante. Quizás pueda convertirse en un proyecto para toda la parroquia (bit.ly/PacemInTerris-Esp). Y, por favor, firmen la petición en bit.ly/3GPD3e6.

Nunca piensen: "No puedo marcar la diferencia". La verdad es que sí pueden. Comiencen con un paso. Y luego otro. Sigan caminando hacia la paz, con el Príncipe de la Paz. 

Comments from readers

Alain Garcia - 06/08/2023 07:21 PM
"peace" on communist terms is not peace at all. Disarming yourself is just plain stupid and irrational. Peace through strength. Catholics are not pacifists our lady at Fatima gave us the instructions for peace perhaps we should oblige her.
Valli Leobe - 06/05/2023 09:30 AM
Well done, Tony. This article is both insightful and informative. Now, if only the politicians, peoples and nations of the world would heed this advice and encyclical written by our Good Pope John. For even long before this letter was written to the Church, our Savior and Lord Jesus Christ, who is our peace, gave us his life and his Word that we might enjoy the abundant blessings of true freedom and peace. What more will it take? In addition, I feel the necessity to mention what a disgrace it is, in my opinion on a personal and local level that Christians everywhere depend more on their handguns and other weapons than they do on the Prince of Peace to protect them in their homes, work, schools, and everywhere we go. I say, “Wake up, Church!” Guns cannot save anyone. They can only incite individuals to carry them, to kill annd mame, and to depend on them, because fear has overtaken the world. Jesus said, “Fear is useless. What is needed is trust.“ Let there be peace on earth, and let it begin with me. My hope, my salvation’, my peace and my security, are in you alone, oh Lord. If only we would stay in the presence of the Lord and his Word and in his Eucharist, we would know the fullness of joy and the foolishness of arming up more and more. All we really need is the full armor of God given to us in Ephesians 6. Death had no sting for us!!! ✝️⚓️💜

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