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El P. Joseph Rogers de la Arquidiócesis de Washington, y el Diácono Javier Barreto de la Arquidiócesis de Miami, se arrodillan ante el Santísimo Sacramento al comenzar la vigilia.

Fotógrafo: ROBERTO AGUIRRE | FC

El P. Joseph Rogers de la Arquidiócesis de Washington, y el Diácono Javier Barreto de la Arquidiócesis de Miami, se arrodillan ante el Santísimo Sacramento al comenzar la vigilia.

Mons. John C. Favalora, arzobispo emérito de Miami, bendice los hábitos de las tres aspirantes que despues profesaron sus votos como Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María.

Fotógrafo: ROBERTO AGUIRRE | FC

Mons. John C. Favalora, arzobispo emérito de Miami, bendice los hábitos de las tres aspirantes que despues profesaron sus votos como Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María.

Este pasado fin de semana, mi comunidad religiosa celebró nuestra vigilia nocturna anual en honor del Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. Cada año, nos reunimos para una misa en la Solemnidad del Sagrado Corazón, seguida de adoración durante toda la noche con distintas reflexiones, oraciones, e intenciones, hasta la misa de las 6 de la mañana al día siguiente en honor del Inmaculado Corazón de María. Es una noche para honrar al amor auténtico, amor que no guarda nada para sí por el bien del amado.

El P. Joshua Johnston, de la Diócesis de Baton Rouge, quien fuera ordenado sacerdote hace solo tres semanas, reza el rosario frente al Santísimo.

Fotógrafo: ROBERTO AGUIRRE | FC

El P. Joshua Johnston, de la Diócesis de Baton Rouge, quien fuera ordenado sacerdote hace solo tres semanas, reza el rosario frente al Santísimo.

Es este amor el que vemos encarnado en el Sagrado Corazón de Jesús, encendido con amor por la humanidad, aunque traspasado por las espinas de nuestros pecados. El Inmaculado Corazón de Nuestra Señora nos revela el mismo amor – un amor que permitió ser traspasado por una espada, al dejar que su único hijo, el Hijo de Dios, sufriera y muriera por la redención del mundo, y participara en su propio sacrificio. Una de las intenciones especiales de estas vigilias es por los sacerdotes y los religiosos y religiosas, pues están llamados a vivir el amor de ambos corazones de una manera más ejemplar: sus vocaciones son un llamado a seguir más de cerca a Jesús y su estilo de vida.

El recién ordenado Diácono Javier Barreto, de la Arquidiócesis de Miami, reza frente al altar durante la vigilia.

Fotógrafo: ROBERTO AGUIRRE | FC

El recién ordenado Diácono Javier Barreto, de la Arquidiócesis de Miami, reza frente al altar durante la vigilia.

Todos nosotros, independientemente de nuestra vocación, estamos llamados a vivir esta dignidad superior del amor. Sin embargo, el alma consagrada tiene un llamado particular a vivir este amor de una manera más radical. Un esposo y una esposa están llamados a soportar los sufrimientos por amor del otro, y crecer en unión del otro, y como familia con sus hijos.

Como religiosos, este dinamismo de amor adquiere una dimensión universal, pues cualquier sufrimiento que llegue lo unimos con el sufrimiento de Cristo, nuestro Esposo. Cuando escogemos amar sobre todas las cosas, y al acoger los pequeños sufrimientos que llegan a nuestro paso y unirlos a la cruz del Señor, la vida religiosa se convierte en icono de Nuestra Señora al pie de la cruz de Jesús. Ella permanece allí, recibiendo la sangre y el agua que emanan del corazón de su Hijo, uniendo su sufrimiento al de Él, para poder llevarlo a quienes anhelan la redención que ha obtenido.

En un hermoso detalle del Señor, la celebración de amor de los Corazones Traspasados de Jesús y María concluyó en mi comunidad religiosa este fin de semana con la celebración de la primera profesión de votos de tres novicias. Al hacer este acto de amor concreto, han escogido ofrecerse a sí mismas por completo al Señor para participar con Él en su propio sacrificio de la cruz, permitiendo que sus propios corazones sean traspasados por amor para recibir la sangre que brota del Señor, y que produce tanta fecundidad para los numerosos corazones que necesitan Su amor en nuestro mundo.

Este es el regalo y la alegría de la vida consagrada, participar más profundamente en los misterios del corazón de Cristo para poder presentar su vida al mundo, tal como Nuestra Señora lo hizo y continúa haciéndolo.
Estudiantes de Illinois State University estuvieron entre las cientos de personas de todas las iglesias de la arquidiócesis, así como de otras diócesis, que asistieron a la vigilia.

Fotógrafo: ROBERTO AGUIRRE | FC

Estudiantes de Illinois State University estuvieron entre las cientos de personas de todas las iglesias de la arquidiócesis, así como de otras diócesis, que asistieron a la vigilia.

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