Marcha por la Vida 2010

Monday, January 18, 2010

Joan Crown

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Cuando muere un solo niño, el mundo llora.

Cuando mueren 40 millones, ¡el mundo pretende que no sucedió!

¿Quién responderá por los pequeñitos, por aquellos que no pueden hablar por
sí mismos?

Más de 150 personas de la Arquidiócesis de Miami han dicho presente, y han
contestado: “Envíame, Señor”. Como directora del Respeto a la Vida para la
Arquidiócesis de Miami, tendré el privilegio de dirigir nuevamente un gran grupo
de estudiantes de escuela superior y sus chaperones hasta Washington, DC el 20
de enero, para la Marcha Anual por la Vida.

Iniciaremos nuestra peregrinación de tres días con una visita al Museo
nacional del Holocausto. Allí los estudiantes verán con claridad el mal que el
ser humano es capaz de hacer a otros. También verán cómo el pueblo alemán
respondió: “No sabíamos”, cuando el horror del nazismo se reveló al final de la
Segunda Guerra Mundial. Entonces se les pedirá que consideren lo que las futuras
generaciones pensarán sobre nosotros, un pueblo que ponía fin a las vidas de sus
propios niños por medio del aborto electivo, a razón de uno cada 23 segundos. ¿Acaso
responderán también: “No sabíamos”?

El Catecismo de la Iglesia Católica (#2270) declara: “La vida humana debe ser
respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción.
Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus
derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser
inocente a la vida”.

El 22 de enero marcharemos en la capital de nuestra nación como testigos
visibles de las enseñanzas de nuestra fe católica. Proclamaremos la santidad de
toda la vida humana y por nuestras acciones le declararemos a los 4,000
pequeñines que murieron ese día por el aborto, que rehusamos actuar como si no
hubiese sucedido, como si sus vidas no importaran.

I Corintios 9:16 dice: “Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme:
al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el
Evangelio!”

Nuestra obligación es hablar a todo el que podamos, donde podamos, cuando
podamos, de manera que nadie pueda decir que no actuamos porque “no sabíamos”.

Todos estamos llamados a “predicar la verdad en AMOR”: amar a la joven madre
en la crisis de un embarazo, de manera que tenga el valor de dar vida a su hijo.
Amar a la mujer o al hombre que sufre por un aborto pasado, que tenga el valor
de recibir la misericordia sanadora de Dios.

Mi oración para este mundo es que pronto lleguemos al lugar donde se
encuentren la bondad y la verdad. Si podemos descubrir en todas las cosas la
voluntad de Dios y no la nuestra, entonces experimentaremos la paz que el Señor
quiere para nosotros.

Y cuando se escriba la historia final de la humanidad

y se pregunte:

¿quién habló por la VIDA?

• ¿por los no nacidos?


• ¿por las personas especiales?


• ¿los enfermos?


• ¿los ancianos?


• ¿los pobres?

Cuando esa terrible y hermosa pregunta se le haga a la humanidad, ¡entonces
quiero mi nombre estampado en el Libro de la Vida junto al tuyo!

El Libro de la Vida

Joan Crown

Directora, Ministerio arquidiocesano del Respeto a la Vida