By Ana Rodriguez Soto - Florida Catholic newspaper
MIAMI | El Cardenal Luis Antonio Tagle, de Manila, mantiene su reloj en el horario de las Filipinas, porque “a veces no sé dónde estoy”, dijo durante una visita a Miami del 22 al 24 de marzo.
Acababa de llegar de Washington, D.C., después de visitar Siria dos semanas antes. Desde aquí, viajaría a Viena. También estuvo en Roma a fines de febrero para la cumbre del Vaticano sobre los abusos sexuales.
Sus viajes son parte de su trabajo como presidente, desde 2015, de Caritas Internationalis, la red de agencias católicas de caridad encargadas de ayudar a los pobres en sus países de origen y responder a desastres en todo el mundo. También son parte de su trabajo como cardenal, desde su nombramiento por el Papa emérito Benedicto XVI en 2012.
Trotar mundos le ha permitido confirmar algo que notó en su propia patria, un archipiélago de más de 7,000 islas, cada una con su propio lenguaje y tradición, pero todas vinculadas por una profunda fe católica.
“Ésa es la belleza de la fe cristiana. Puede proporcionar unidad sin imponer uniformidad”, manifestó durante una entrevista con el Florida Catholic poco después de su llegada.
Ya había confirmado la diversidad del Sur de La Florida durante una breve presentación al personal y los seminaristas de St. John Vianney, donde pasó el fin de semana invitado por su rector, el P. Fernando Santos, compatriota suyo. Ambos se conocen desde hace muchos años.
Con tan sólo observar a los seminaristas y conocer sus nombres familiares, el Cardenal Tagle dijo que estaba “inspirado por la realidad intercultural de Miami que, me parece, es la realidad en los Estados Unidos”.
Dijo que ésta fue su tercera visita a Miami, y era la que más se había extendido. Su visita ayudó a celebrar el 60º aniversario del seminario, el único seminario universitario independiente y bilingüe en los Estados Unidos. Además de realizar la presentación anual de Fides et Ratio (Fe y Razón) el viernes por la tarde, el Cardenal fue el invitado de honor en un banquete de recaudación de fondos para el seminario el sábado por la noche, y celebró la Misa con la comunidad filipina de Miami el domingo por la mañana.
Los mileniales
Consultado sobre temas desde la caída en la fe y en la práctica entre los católicos mileniales, a la crisis del abuso sexual del clero en todo el mundo, y la persona del Papa Francisco, las respuestas del Cardenal podrían resumirse de esta manera: si somos humildes, podemos aprender unos de otros. No es justo generalizar, respondió el Cardenal a una pregunta sobre los mileniales. “En algunas partes del mundo se ven vibrantes”.
En otros lugares, sin embargo, su aparente falta de fe —y la definitiva falta de la práctica— son motivo de preocupación, no sólo para la Iglesia, sino para sus padres y maestros. La experiencia en Europa y América del Norte puede servir como una advertencia para otras partes del mundo, como Filipinas.
“Podemos usarla para convertirnos en mejores pastores, mejores padres y mejores educadores”, sugirió el Cardenal Tagle. “No prejuzguemos a la generación más joven como hostil a la Fe. Comencemos un diálogo. Pregúntenles qué esperan de la Iglesia que no están recibiendo, y escuchen sus respuestas”.
“Si les escuchamos, podrían guiarnos a los caminos de la renovación”, sostuvo. “Tal vez tengan algo que decirnos y, si somos lo suficientemente humildes, pudiéramos aprender de ellos y convertirnos en una Iglesia mejor”.
Crisis del abuso
Lo mismo se aplica a la crisis del abuso sexual del clero. Hace 20 o 25 años la percepción en otras partes del mundo pudo haber sido que se trataba de un problema exclusivamente estadounidense, pero eso ha cambiado, sostuvo el Cardenal Tagle. Lo que la iglesia de los Estados Unidis ahora debe reconocer es que, aunque no se hable del asunto en otros países, “no significa que, a la manera estadounidense, no lo estén enfrentando. Las diferencias culturales deben tomarse en cuenta”.
La Iglesia puede y debe dar pautas generales para la presentación de informes, y castigar el abuso por parte del clero, y los protocolos deben incluir el respeto y la cooperación con las autoridades civiles, dijo el cardenal. Pero al emitir esos protocolos, el Vaticano también debe considerar los diferentes sistemas legales en varios países, la hostilidad hacia la Iglesia en algunos, y la corrupción de las autoridades civiles en otros. “Ésa es la parte difícil”, añadió.
Indicó que su experiencia como cardenal —que, además de las responsabilidades como obispo en su Iglesia local, tiene a su cargo funciones de la Iglesia mundial— le ha ayudado a expandir sus horizontes. “Interpreto que parte de mi ministerio es tratar también de comprender los contextos complejos de las preguntas”, explicó.
Citó como ejemplo su visión sobre las relaciones entre cristianos y musulmanes, que estaba “bastante limitada a nuestra experiencia en Filipinas”. Desde entonces, ha aprendido que “la realidad global no estan simple como solía pensar”.
Dado que su rol como cardenal es dar al Papa una visión equilibrada y global sobre un asunto, “me exijo a mí mismo una gran cantidad de consultas con personas de diferentes contextos”, dijo. “Éste es un mundo globalizado”, y algo que suceda en una parte del mundo no es simplemente un incidente local. “Tendrá ramificaciones”.
El Papa Francisco
Al preguntarle sobre las diferentes perspectivas de los católicos sobre el Papa Francisco, el Cardenal Tagle observó que el Papa es producto de su trasfondo único: latinoamericano, argentino, de origen inmigrante y formación jesuita, “con todas sus fortalezas y limitaciones”, así como su historia personal y sus experiencias como pastor. “Eso no lo podemos evitar”, aseguró.
El hecho de que este Papa iniciara su pontificado saludando a la gente de una manera muy común —“Buona sera”— agradó a algunos y molestó a otros. “¿Por qué no se está comportando como Papa?”, se preguntaban. Pero él habló con una mujer que dijo que cuando vio al Papa Francisco tocar una estatua de María cuando rezó ante ella, “le conmovió el corazón”, lo que le indicó a la mujer que “el Papa es como nosotros”.
Por lo tanto, cuestionó, “¿es un problema del Santo Padre o es un problema de las personas que se han acostumbrado a un estilo particular (europeo) de papado?”
El Cardenal Tagle también tuvo un mensaje para sus compatriotas filipinos, muchos de los cuales han dejado su tierra natal para trabajar en todo el mundo. Por ejemplo, notó que cuando el Papa celebró una Misa en enero en los Emiratos Árabes Unidos, el 40 por ciento de los asistentes eran trabajadores inmigrantes filipinos.
“Las iglesias se benefician de alguna manera del testimonio de los filipinos y de su fuerte ejemplo de fe. No debemos olvidar nuestra Fe y compartirla”, indicó.
“A pesar de sus limitaciones, éste es uno de nuestros preciosos regalos a la Iglesia del país donde estamos”, dijo el cardenal. “Quizás el Señor los envió aquí también para una misión: traer sus dones a la Iglesia en Miami”.