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Columns | Wednesday, October 09, 2013

De la sangre y del fuego

Fray Jaime Oscar Valdés religioso martirizado será beatificado en España el 13

Beato Jaime Oscar Valdés, O.H. (La Habana, Cuba, 1891-Valencia, España, 1936), será beatificado este mes por S.S. el Papa Francisco, junto con otros 525 mártires del siglo XX en España.

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Beato Jaime Oscar Valdés, O.H. (La Habana, Cuba, 1891-Valencia, España, 1936), será beatificado este mes por S.S. el Papa Francisco, junto con otros 525 mártires del siglo XX en España.

El siglo XX trajo a la Iglesia y a la fe en Cristo, un rojo manto de mártires, el más grande y terrible de toda su historia. En apenas cincuenta años se acumularon más asesinatos por odio a la fe que en los tres primeros siglos de la cristiandad. Sólo en España la cifra es impresionante. Entre obispos, sacerdotes, frailes y religiosas fueron más de 7 mil los sacrificados durante la persecución de los comunistas en la guerra civil de 1936. Junto a ellos cayeron los más activos seglares de Acción Católica y un gran número de fieles creyentes que, por llevar al cuello una medalla de la Virgen, o un rosario, o tal vez por socorrer y dar aposento o comida a un religioso, fueron asesinados a sangre fría. Entre muertos y desaparecidos, el número de mártires sobrepasa los 30 mil. Más de 20 mil templos, conventos y colegios fueron incendiados en esta ola de odio, que arrastró a jovencísimos seminaristas, y a venerables sacerdotes ancianos, por el solo delito de creer en Jesucristo y permanecer fieles a la Iglesia.

En Valencia, en el Asilo-Hospital de la Malvarrosa, los Hermanos de San Juan de Dios que allí atienden a niños discapacitados, son arrestados en su propia casa por un grupo de milicianos comunistas que violentamente han tomado el control de la ciudad y del barrio de la Malvarrosa. Los Hermanos no sólo son tratados sin ningún respeto, sino que constantemente son intimidados con minuciosos registros que se repiten una y otra vez, a todas horas. Buscan armas que no existen y de paso destruyen todos los objetos religiosos, desmantelan la capilla de la comunidad, rompen las imágenes y hacen pedazos los ornamentos sagrados.

A esa comunidad ha llegado hace dos años un religioso cubano, hijo de la Casa de Maternidad y Beneficencia de la Habana, criado por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Fray Jaime Oscar Valdés, nacido en la Habana el 6 de enero de 1891. A los 22 años viaja a Madrid , para comenzar su noviciado en la Casa Central de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Con excelentes valoraciones de la Comunidad, emite su Profesión Simple el 11 de noviembre de 1914 y recibe como destino Pamplona, donde edifica a sus hermanos por su cuidadosa observancia de los deberes, su vivencia de los carismas de la hospitalidad y su admirable trato con los mas abandonados de la sociedad.

Allí profesa los votos solemnes el 5 de febrero de 1920 y sus superiores lo envían a Colombia, para restablecer la Orden Hospitalaria en ese país, donde se entregará en cuerpo y alma en las nuevas fundaciones; unas veces como simple hermano y otras como superior de alguna de las comunidades, hasta su regreso a España en 1931.

Ha sido nombrado vicesuperior del Hospital de Barcelona, una institución para la atención de niños enfermos. Su último destino será Valencia, donde 15 hermanos de San Juan de Dios atienden un hospital-asilo dedicado a educar, cuidar y curar a “niños escrofulosos, raquíticos, lisiados y huérfanos pobres”. Un centro asistencial que poseía un importante reconocimiento medico y una gran aceptación social. Allí, Fray Jaime Oscar Valdés será el responsable de la ropería y de la farmacia y asistirá como enfermero en los consultorios médicos ambulatorios.

El viernes 7 de agosto de 1936, seis pistoleros de la izquierda republicana irrumpen para registrar una vez más el hospital, además de exigir todo el dinero que había quedado para pagar los suministros de la institución. Buscan unas armas que ya saben que no existen, y obligan al superior de la casa, junto con Fray Jaime Oscar, a presenciar el destrozo de toda la residencia. Abundan los insultos, las amenazas y las furiosas intimidaciones, siempre con las pistolas de los milicianos apuntando a la frente de los dos religiosos. Durante el registro encuentran un instrumento médico que Fray Jaime utiliza para tomar la presión arterial, y que la milicia confunde con un misterioso aparato para transmitir en clave Morse. La gran ignorancia de aquellos pistoleros no acepta explicación alguna: Fray Jaime es acusado de espía y el superior, Fray Leoncio, de cómplice. Esa misma noche, a las once, serán vilmente asesinados, muy cerca del Hospital, en un campo llamado “Les Oliveretes”, y sus cadáveres abandonados allí mismo.

Habían muerto con la valentía de los mártires, gritando ¡Viva Cristo Rey! Con ellos asesinarían a otros nueve hermanos de la misma comunidad, que fueron arrojados en una fosa común en el cementerio del Cabañal. Fray Jaime Oscar Valdés había cumplido 45 años de edad, 20 de religioso profeso y 23 de haber salido de su amada Cuba.

En Tarragona, el próximo 13 de de octubre, el Papa Francisco, en una gran celebración del Año de la Fe presidida por el cardenal Angelo Amato, inscribirá a este mártir cubano en el catálogo de los bienaventurados de la Iglesia. Junto a él serán beatificados otros 525 mártires pertenecientes a 29 causas diferentes, que se suman a otros 498 beatificados en Roma en el año 2007.

De la sangre de este mártir y del fuego de su fe deberá nacer un nuevo entusiasmo de esperanza para toda la Iglesia. Fray Jaime Oscar Valdés, junto con el también habanero Fray José Olallo Valdés, y con el camagüeyano Fray José López Piteira, son un triple motivo de orgullo para todos los cubanos: tres hermanos nuestros, nacidos en nuestra Isla, que han recibido de la Iglesia Universal y de manera extraordinaria el reconocimiento de una vida ejemplar como testigos de la fe.

Rogelio Zelada es director asociado de la Oficina de Ministerios Laicos y miembro del Subcomité para los Hispanos en la Liturgia de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Este artículo fue publicado en la edición de septiembre 2013 de La Voz Católica.

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