By Archbishop Thomas Wenski - The Archdiocese of Miami
Como arzobispo metropolitano de Miami, me uno a los l�deres religiosos en el estado de la Florida, los Estados Unidos y a trav�s del mundo, al deplorar el amenazante plan del pastor de una peque�a iglesia aconfesional para quemar copias del Cor�n. Como expres� el obispo Galeone, de St. Augustine, Florida, tal acci�n �representa un antitestimonio del mensaje del Evangelio, al engendrar miedo y odio��Durante el Concilio Vaticano Segundo, los obispos cat�licos del mundo ense�aron que �la Iglesia mira tambi�n con aprecio a los musulmanes que adoran al �nico Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habl� a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se someti� a Dios Abraham, a quien la fe isl�mica mira con complacencia. Veneran a Jes�s como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a Mar�a, su Madre virginal, y a veces tambi�n la invocan devotamente. Esperan, adem�s, el d�a del juicio, cuando Dios remunerar� a todos los hombres resucitados. Por ello, aprecian adem�s el d�a del juicio, cuando Dios remunerar� a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oraci�n, las limosnas y el ayuno� (Declaraci�n Nostra Aetate, #3).
A trav�s de los siglos han surgido muchas ri�as y hostilidades entre cristianos y musulmanes. Hay que reconocer que las relaciones entre cristianos y musulmanes siempre han sido fr�giles. Esperamos que esta amenaza aislada y reprensible de profanar el Cor�n, tan sagrado para los musulmanes a trav�s del mundo, no impedir� cualquier di�logo futuro entre musulmanes y cristianos. Si ocurriera tal profanaci�n, a pesar de los esfuerzos de l�deres religiosos y otros por disuadir a quien propone este vergonzoso acto, oramos por que prevalezcan quienes practican el mejor sentido com�n, y que el acto reprensible de unos pocos no culmine en represalias violentas igual de reprensibles.
Puede haber � y existe � mucha afinidad entre las tres grandes religiones del Libro, como a veces se describen al juda�smo, el cristianismo y el islamismo. Los disc�pulos de cada una de estas religiones reclaman a Abraham como su padre en la fe. Pero tal afinidad s�lo puede hallarse a trav�s de una actitud de respeto mutuo y di�logo sincero. A trav�s del mundo, los cristianos, los jud�os y los musulmanes deben estar de acuerdo en que la religi�n no debe ser base para un conflicto, una guerra o cualquier otro tipo de violencia.