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Picture: Archdiocese Archive

Archbishop Thomas Wenski

El arzobispo Thomas Wenski describe el sacerdocio como un estado constante de sacrificio. Pero eso no quiere decir que se arrepiente de alguno de sus más de 40 años en el ministerio.

“Es el mejor trabajo que puedes hacer”, manifestó. “Te entregas a Dios y al pueblo de Dios”.

Está claro que una vida de entrega no ha aminorado el sentido del humor del arzobispo Wenski. Le encanta bromear (en tres idiomas), monta una motocicleta para relajarse, y se sabe que se fuma un cigarro de vez en cuando.

Nacido en Lake Worth, Florida, el hijo rubio de ojos azules de inmigrantes polacos habla español como un cubano, criollo como un haitiano e, irónicamente, sólo un polaco “con limitaciones”. Pensó en convertirse en sacerdote cuando era estudiante de tercer grado en la escuela de Sacred Heart, en Lake Worth, e ingresó al seminario de St. John Vianney, en Miami, a los 13 años.

Allí aprendió español con sus compañeros de clase y en el seminario regional de St. Vincent de Paul, en Boynton Beach, así como escuchando estaciones de radio cubanas y pasando ratos en Hialeah y la Pequeña Habana.

Ordenado en 1976 por el arzobispo Coleman F. Carroll, primer obispo de Miami, ya fallecido, el arzobispo Wenski pensó que trabajaría con los hispanos toda su vida. Luego llegó a la parroquia de Corpus Christi en la sección de Wynwood, en Miami, y encontró un grupo de 40-50 haitianos que se reunía regularmente para misa y oración.

“Llenaban esa iglesia con canción”, recordó.

Su convicción de que cada grupo debe ser atendido en su propio idioma lo obligó a respaldar sus palabras con acciones. Tomó un curso en criollo, y cuando el arzobispo emérito Edward A. McCarthy lo descubrió, se selló el destino del arzobispo Wenski. Después de pasar un verano en Haití aprendiendo criollo, pasó los siguientes 18 años trabajando con la creciente comunidad haitiana de Miami, papel que le convirtió en párroco simultáneo de tres misiones: una en Miami, una en Fort Lauderdale y otra en Pompano. todas fundadas por él.

A menudo viajaba tan lejos como Winter Haven, Fort Pierce e Immokalee para celebrar misa con las comunidades haitianas, viaje que le motivó a obtener una licencia de piloto. Su ministerio también incluía visitas frecuentes al centro de detención de Krome, donde los refugiados recién llegados a menudo languidecían durante meses.

“Mi tarea era hacer que la iglesia fuera visible para los haitianos y hacer que los haitianos fuera visibles para la iglesia”, indicó. “Todos los hijos de Dios deben sentirse como en su hogar en la casa de su Padre. La mejor manera de hacer que se sientan como en casa es al hablar su lengua materna”.

El arzobispo Wenski se dio a conocer rápidamente como un defensor de los haitianos no sólo dentro de la iglesia, sino en la comunidad. El Centro Católico Haitiano Pierre Toussaint, que colinda con la misión de Notre Dame d'Haiti en Miami, ofrece guardería, clases de inglés, asesoramiento legal y referencias laborales a inmigrantes haitianos.

Como si sus funciones de párroco itinerante no hubieran sido suficientes, aprendió a usar programas de autoedición y, sin ayuda alguna, publicó el primer periódico en lengua criolla de la nación, Lavwa Katolik (La Voz Católica). También obtuvo una maestría en sociología de la universidad de Fordham en 1993.

El Arzobispo traza sus fuertes convicciones sobre los temas de justicia social a su crianza como hijo de inmigrantes polacos y a la palabra que un Papa polaco hizo famosa: solidaridad.

“Vengo de un linaje muy sencillo”, dijo, al bromear que Lake Worth dista mucho de West Palm Beach, y más de Palm Beach. Su padre trabajaba con sus manos, “tenía callos y estaba quemado por el sol”, y tomaba cerveza, no cocteles.

Aunque la iglesia católica en los Estados Unidos comenzó como una iglesia de inmigrantes, cada vez son más los católicos que viven en los suburbios de clase media, explicó el arzobispo Wenski. “A esa nueva clase media le era fácil no ver al recién llegado que era pobre. Como el Evangelio es para todos los hombres y mujeres, debemos hacerlo presente para todos”.

En 1996, eso incluía hasta los cubanos en la isla. A pesar de la fuerte oposición de algunos en la comunidad exiliada, encabezó una operación de ayuda que entregó más de 150,000 libras de alimentos a Cáritas Cuba para su distribución a las personas que quedaron desamparadas tras el paso del huracán Lily. Fue la primera vez que los cubanos de Miami emprendieron un esfuerzo humanitario de auxilio para sus compatriotas.

Convertirse en obispo auxiliar de Miami en 1997, y posteriormente ser nombrado jefe del Comité de Migración de los obispos de los Estados Unidos, permitió al Arzobispo Wenski ampliar su defensa. En 2003, el comité y sus homólogos mexicanos publicaron “Juntos en el Camino de la Esperanza. Ya No Somos Extranjeros” (Strangers No Longer: Together on the Journey of Hope), la primera declaración pastoral conjunta que insta a un mejor trato de los inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos. El arzobispo Wenski también viajó hasta Corea y el Congo para estudiar la difícil situación de los refugiados. Además, ha estado muy involucrado en PROCHE, la colaboración internacional para la reconstrucción de iglesias en Haití, como respuesta al terremoto de enero de 2010 en Puerto Príncipe.

Tras ser nombrado obispo coadjutor de Orlando en 2003, y asumir el cargo de obispo en 2004, el “hijo nativo” de Miami regresó al Sur de Florida en 2010 como cuarto arzobispo de la Arquidiócesis. De inmediato procedió a reabrir algunas parroquias que habían cerrado debido a la crisis financiera de 2009, y lanzó un segundo sínodo arquidiocesano en 2012 que concluyó en octubre de 2013 con un Plan Estratégico Pastoral que se comenzó a poner en funcionamiento en 2014.

El Arzobispo continúa expresándose enérgicamente a favor los inmigrantes y los niños por nacer, y exhorta a los católicos a ser ejemplo de santidad en un mundo lleno de indignación y división.

Como dice su lema episcopal, tomado de la carta de San Pablo a los Corintios, el Arzobispo Wenski se ha “hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos”.

“Eso es lo que he tratado de hacer”, dijo. “Salvar almas para Cristo, y con la esperanza de que, al hacerlo, salve mi propia alma”.

Datos biográficos

Nacimiento:

Ordenación:

Educación:

Ministerio sacerdotal

Comités, juntas

Awards

Lema Episcopal

Omnia Omnibus (1 Corinthians 9:22): “a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos”.

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