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En la pared de la esquina noroeste de mi oficina, hay una fotografía enmarcada de cada clase de octavo grado que he visto graduarse desde que comencé a enseñar en las aulas de escuelas católicas, hace 17 años. Allí están representadas seis escuelas, cientos de niños y muchos recuerdos.

A veces me siento en mi oficina y miro ese collage de retratos, en el que cada uno relata cien cuentos, y rezo por esos chicos. Algunos dejaron de ser niños hace tiempo. Otros tienen sus propios hijos. La mayoría, lamentablemente, ha dejado la seguridad que le ofrecen las puertas de la Madre Iglesia.

Desde que me convertí en párroco, he bromeado con los estudiantes de octavo grado, amenazando no entregarles sus diplomas el día de su graduación para que no se vayan. Es como si repitiera las mismas palabras de Jesús: "Nadie les arrebatará de mi mano" (Jn 10:28).

Pero luego los miro y me doy cuenta de que no son míos. Pertenecen al Señor. Y como he predicado muchas veces durante las homilías de graduación, tenemos que dejarlos ir.

Todo es tan fácil cuando son niños y los tenemos como una audiencia cautiva todos los viernes en la misa, o cuando entro en un salón de clases. Pero, lamentablemente, después de eso se marchan. Y luego esperamos. Esperamos que regresen a casa. Como el padre del hijo pródigo, esperamos quizás verlos regresar un día.

Es verdad que algunos asisten fielmente a la misa todos los domingos, y que han hecho – y continúan haciendo – grandes obras por la Iglesia. Sin embargo, la mayoría de sus compañeros de clase se ha alejado.

Claro, muchos se mantienen en contacto. Muchos han llegado a ser muy exitosos en sus carreras. Y mientras la mayor parte del tiempo contemplo esa pared con orgullo y pienso en lo que han logrado esos niños, hay veces en que me gustaría poder llegar a esas fotos y – como la mano extendida de nuestro Señor en la historia de la viuda de Naín – tocar a los que se han alejado y colocarlos de nuevo en los brazos de la Santa Madre Iglesia.

Esta es nuestra vocación.

Todos conocemos a personas que han dejado la Iglesia por alguna razón. Algunas razones pueden ser legítimas, pero debemos recordarles la compasión y misericordia de Jesucristo. Nuestras manos deben ser las manos de Jesús, que tocó el ataúd en Naín. Debemos tocar el corazón de aquellos que están "muertos en el pecado" y que el mundo ha llevado más allá de la seguridad de las puertas de la Santa Madre Iglesia.

Si eres un padre que se lamenta porque tus hijos no vienen a la misa contigo, tu Salvador te dice: "No llores". La Iglesia, su esposa, ha estado llorando contigo, y espera el día en que todos sus hijos, especialmente los que fueron criados en la seguridad de sus puertas, se levanten y regresen a los brazos de su madre, que llora cada día por los que se han marchado lejos.

En cuanto a todos los niños en esas fotografías, no es tanto que vengan lágrimas a los ojos, sino que brota en mi corazón una oración singular: que las semillas de fe que sus padres, sus maestros y sus sacerdotes plantaron, produzcan grandes frutos y finalmente los llevan de regreso a su Iglesia.

Comments from readers

Pat Solenski - 05/30/2017 10:32 AM
Thank you Father for a poignant reflection on eighth grade graduations. I understand your thoughts and prayers as we bid them farewell. Each of us who have nurtured the seed of faith that the parent has planted believe that we must continue to keep them in our prayers as they meet the challenges in their life. Thank you for your words of comfort and confidence.
viceente o. gort - 05/29/2017 08:19 PM
Gracia le doy a Dios que tenemos un parraco como many alavrez es una gran persona con mucho entusiamos y muy dedicado a la iglecia la casa de nuestro Jesucrito que regalo tan belo hiso el arzobismo cuando lo ordeno a la iglcia Inmaculada concepcion de hialeah y regresarlo de donde salio en el pasado que regalo tan bello y da una minsa tan bella y nos habla con esa seguridad como si fueramos su propia familia y por donde nos guia por el camino correcto, en mis oracione siempre pido mucho por el que Jesucrito y la Divina Misericorda nos le de muacha salud y sabiduria para que siga con nosotros. Un Abrazo Many te queremos mucho y que Dios te vendiga por siempre. un abrazo orlando gort
Gloria Carreras - 05/29/2017 04:02 PM
Aunque ningunos de mis nietos se graduaron cuando usted estaba en Saint Gregory, deseo decirle que siempre lo recordamos con mucho cari�o y rezamos por usted, sobretodo el grupo de los juves que used siempre visitaba.
Olivia Baca - 05/29/2017 03:49 PM
El mensaje toco las fibras de mi Corazon, y pense en como debe sufrir un padre de familia cuando el hijo de va! se va del hogar, se va de la iglesia; cuando el padre ya no puede acariciar al hijo como cuando erea ni�o, porque se fu�! Oremos por los jovenes, para que nuestro buen Padre les de sabiduria y caminen por este mundo tan lleno de tentaciones, y a la Virgen para que los tome de su mano y los lleve por el buen camino.
Hugo Alvarez - 05/29/2017 03:29 PM
Wow fant�stico art�culo lo felicito Padre Manny Hugo Alvarez

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