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Uno de los evangelios que siempre me ha llamado más la atención está en Lucas 10, cuando estando Jesús en el templo, les presenta un ejemplo a los doctores de la Ley: el que todos conocemos como El Buen Samaritano.

Es verdad que la función que realizamos los voluntarios en nuestra Sociedad de San Vicente de Paul es seguir fielmente lo que dice Mateo 25 en el Juicio Final. Pero cuando Dios nos pida cuenta de nuestras acciones con los desprotegidos en todas sus formas, en estas palabras del maestro hay una gran enseñanza que refleja la actitud que todos los cristianos debemos tomar hacia nuestro prójimo cuando sufre una desgracia.

Es de tomar como ejemplo y adaptarlo a nuestros días. Cuando pasaron por allí dos judíos, uno de ellos sacerdote y otro que ayudaba en el templo, viraron su cara y se alejaron de allí, dejando al pobre hombre en su soledad y abandono.

Así es como actúan en los días de hoy muchas personas, y desafortunadamente también muchos que se hacen llamar cristianos. Viran la cara cuando, en una parada por semáforo rojo, un pobre se acerca a pedirles. Viran la cara cuando los niños son separados de sus padres porque son indocumentados. Viran la cara cuándo ven a una madre soltera que tiene dificultad en alimentar a sus hijos. Viran la cara cuando pueden ofrecer un trabajo. Viran la cara cuando hay personas de la tercera edad que no les alcanza para comer. En fin, puedo contarles cientos de casos idénticos. Toman la misma actitud de aquellos en esa época que pertenecían al templo.

Sin embargo, viene un hombre de la región de Samaria, extranjero, no muy agradable como persona en esos tiempos, y sí se ocupa del necesitado. Le venda las heridas y, lo más importante, le demuestra que no está solo, que allí hay una persona que ama a su prójimo como se ama él mismo, y lo ayuda, personal y económicamente.

Esa debe ser la actitud del verdadero vicentino — y de todo cristiano. No juzgar a nadie, porque para eso está Dios, y ayudar, aunque nos critiquen; no importa la raza, color o que sea un extranjero. Porque en fin de cuentas todos, de una manera u otra, somos extranjeros. Los únicos verdaderamente nativos son los indios, nacidos por generaciones en este país. Pero esa es otra historia.

Fíjense que cuando Jesús pone este ejemplo es porque le preguntan: ¿Qué debo hacer para tener la vida eterna? Es decir, cuando terminemos acá y nos presentemos a Él, ojalá que hayamos hecho como el buen samaritano y amemos a nuestros hermanos. Y que ellos sientan que no están solos en esta vida.

Comments from readers

Jorge Barbontin - 07/06/2020 03:04 PM
Your message is very well said and gave me a lot to think about.

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