¿Qué más puedo pedir?

Monday, January 6, 2020

Brother Richard DeMaria

BLOGGER PROFILE

Nota del editor: Tras su partida de la Arquidiócesis de Miami, el Hermano Richard DeMaria pasó seis años como misionero en África. En 2016 le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA), también conocida como “enfermedad de Lou Gehrig”. Esto es un fragmento obtenido de su blog mensual, “Journey to Death” (Viaje Hacia la Muerte), en el que relata su jornada de fe al aceptar esta enfermedad.

Noviembre fue un mes de mayor debilitamiento: ya no puedo sostener mi libro de oraciones, así que acudo a la oración todos los días y escucho orar a los hermanos. También tengo problemas por el debilitamiento de mi pierna izquierda. Mi mayor dificultad es la comunicación, porque muchos aquí tienen problemas de audición y mi habla es lamentable.

Aun así, recientemente pasé seis horas en una silla de ruedas de visita en la clínica de ELA (esclerosis lateral amiotrófica) de la Universidad de Columbia, en Tarrytown, Nueva York. Decidieron que me he mantenido estable en los últimos tres meses y, en todo caso, se nota una ligera mejoría.

Estoy viendo la nueva serie de “The Crown” y me doy cuenta de que estoy tan mimado como la reina Isabel: la gente responde a todas mis necesidades. Esto incluye al personal y los otros hermanos religiosos.

Sigo creyendo que este tiempo es una gracia que me permite apreciar la bondad de la generosidad que los demás me demuestran. La gente hace grandes sacrificios para visitarme y atender mis necesidades. También me ofrece un tiempo para orar por aquellos que están cerca de mí.

Creo que ser agradecido por todo lo que recibo es la esencia de mi vida espiritual. Solo notar las cosas buenas en nuestras vidas y agradecer cada segundo del día es una espiritualidad completa.

Compartía con mi director espiritual que, aunque hay algunos lugares que me gustaría visitar, estoy feliz con mi vida. He experimentado profundos amores en estos años; he tenido muchas oportunidades para hacer un cambio positivo en el mundo en los distintos oficios que he ocupado; siempre he sentido la presencia de Dios —el amor— en mi vida; he sido parte de una comunidad religiosa de la que estoy orgulloso.

¿Qué más puedo pedir?