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El reciente anuncio del Papa Francisco, que el 27 de agosto creará 21 nuevos cardenales —16 de los cuales votarían en un cónclave celebrado después de esa fecha— desencadenó la habitual oleada de especulaciones sobre el perfil de la próxima elección papal. Muchas de las especulaciones fueron poco útiles, ya que se basaban en numerosos mitos sobre los cónclaves. Espero que la desmitificación de esas creencias sirva como estabilizador, ya que es probable que las aguas que rodean la Barca de Pedro se vuelvan más turbulentas antes de que el próximo cónclave se reúna en la Capilla Sixtina bajo la severa mirada de Cristo Juez.

Mito #1: Un Papa que nombra a un porcentaje significativo de los cardenales que eligen a su sucesor, determina así la sucesión. No es cierto.

En 1878, los cardenales electores fueron todos nominados por Gregorio XVI o Pío IX; eligieron a Vincenzo Gioacchino Pecci, quien, como León XIII, llevó a la Iglesia en una dirección muy distinta a la de sus dos predecesores inmediatos. En 1903, 61 de los 62 cardenales electores que eligieron al sucesor del Papa León habían sido nombrados por el hombre que, a lo largo de 25 años, lanzó la Revolución Leonina y el compromiso del catolicismo con la cultura y la política modernas, cardenales de los que se podría haber esperado la elección de un hombre a imagen de León XIII. En su lugar, tras el veto entrometido del emperador de Habsburgo, paladín de los integristas católicos contemporáneos, eligieron a Giuseppe Melchiore Sarto, que como Pío X frenó con firmeza las iniciativas más audaces de León.

En 1958, los cardenales electores fueron todos nominados por Pío XI y Pío XII, y se asumió ampliamente que el próximo papa estaría en esa línea (Pío XII, como Eugenio Pacelli, había sido secretario de Estado de Pío XI). En su lugar, los cardenales electores eligieron a un anciano suplente, Angelo Giuseppe Roncalli. Como Juan XXIII, llevó a la Iglesia a un concilio ecuménico que tanto Pío XI como Pío XII habían considerado convocar antes de rechazar la idea; el resto es la historia de nuestro momento católico.

En 2013, la inmensa mayoría de los electores habían sido creados cardenales por Juan Pablo II y Benedicto XVI. El hombre que eligieron, que tomó el inédito nombre papal de Francisco, ha desmantelado silenciosa pero decididamente el legado de Juan Pablo II y Benedicto XVI en numerosos aspectos.

Mito #2: El que entra en el cónclave como Papa sale del cónclave como cardenal. No es cierto.

En 1878, León XIII fue elegido rápidamente, lo que sugiere que debió ser muy papable antes del cónclave. Giacomo Della Chiesa, el cardenal-arzobispo de Bolonia y veterano diplomático papal, fue sin duda papableal entrar en el cónclave de la guerra de 1914, aunque costó una ardua lucha para que fuera elegido. Casi todos los que sabían algo esperaban que Eugenio Pacelli sucediera a Pío XI (incluido Pío XI), y de hecho, fue elegido con celeridad. En 1963, Giovanni Battista Montini era ciertamente muy papable, en parte porque muchos cardenales electores lo habían considerado como el sucesor lógico de Pío XII en 1958; pero por alguna razón aún inexplicable, Montini, aunque era arzobispo de Milán, no era cardenal cuando falleció Pío XII.

Para aquellos libres de prejuicios y debidamente escépticos de las fantasías de los medios de comunicación italianos, Joseph Ratzinger entró en el cónclave de 2005 muy papable, y salió del cónclave como Papa después de una breve votación. Del mismo modo, en 2013, quienes contaban con fuentes fidedignas (entre las que no suelen estar los periódicos italianos) sabían que Jorge Mario Bergoglio, SJ, era uno de los principales candidatos, y su elección tras un breve cónclave no les sorprendió.

Mito #3: Un cónclave largo y contencioso produce un pontificado sin poder. No es cierto.

Giacomo Della Chiesa, Achille Ratti y Karol Wojtyla fueron elegidos tras cónclaves bastante largos; además, los cónclaves de 1914 y 1922 estuvieron plagados de disputas, ya que los cardenales seguían luchando por el legado de la Revolución Leonina. Sin embargo, Benedicto XV, Pío XI y Juan Pablo II fueron grandes papas que hicieron importantes contribuciones a la Iglesia. ¿La lección? Un cónclave largo puede producir un resultado ponderado y bien pensado.

Mito #4: Los únicos cardenales que cuentan son los que realmente votan. No es cierto.

Desde que Pablo VI reformó los procedimientos del cónclave, sólo pueden votar los cardenales que no hayan cumplido 80 años cuando se inicie el cónclave. Sin embargo, todos los cardenales participan en las Congregaciones Generales de cardenales entre la muerte o abdicación de un Papa y el encierro del cónclave. Y pueden tener un verdadero impacto, como demostró el británico Cormac Murphy-O'Connor al defender la candidatura de Bergoglio en 2013. Con la participación de más de 80 cardenales de gran autoridad moral como Francis Arinze, Wilfred Fox Napier, George Pell, Camillo Ruini y Joseph Zen, los debates en las próximas Congregaciones Generales pueden tener una influencia similar.

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