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El 31 de marzo, los obispos de Francia anunciaron que solicitarían a la Santa Sede permiso para abrir una causa de beatificación para el Padre Henri de Lubac, SJ. Sea cual fuere el resultado de la causa, rendir tal homenaje a una de las grandes figuras de la teología católica del siglo XX era una forma adecuada de seguir celebrando el 60 aniversario de la apertura del Concilio. Y es que sin el trabajo pionero de de Lubac en la recuperación de los Padres de la Iglesia y de las riquezas del comentario bíblico medieval para el pensamiento católico contemporáneo, los textos clave del Vaticano II —sus constituciones dogmáticas sobre la revelación divina y sobre la Iglesia— no serían tan ricamente escriturales y patrísticos en su contenido y estilo.

¿Quién era Henri de Lubac? Fue veterano del ejército francés en la Primera Guerra Mundial, durante la cual resultó gravemente herido. Como acabamos de señalar, fue una figura destacada en el movimiento de revitalización de la teología católica mediante un "regreso a las fuentes". Fue uno de los líderes de la resistencia católica francesa al nazismo tras la caída de Francia en 1940 y un entusiasta estudioso del ateísmo moderno. Exiliado al margen de la teología durante los últimos años de Pío XII, fue readmitido por Juan XXIII, que lo nombró miembro de una de las comisiones de planificación del Concilio Vaticano II. Durante el Concilio, desempeñó un papel fundamental, aunque infravalorado, al argumentar con su modo amable que el Vaticano II no estaba llamado a reinventar el catolicismo, sino a renovarlo para la misión al profundizar en la comprensión del Evangelio por parte de la Iglesia, de modo que ésta pudiera ofrecer a Jesucristo al mundo con mayor eficacia.

El Padre de Lubac fue quien desencadenó la Guerra de Sucesión Conciliar: la encarnizada lucha —no entre los estereotipados "progresistas" y "tradicionalistas", sino entre los teólogos reformistas del Concilio— sobre el significado de toda la experiencia conciliar. El jesuita francés se unió a su colega alemán más joven, Joseph Ratzinger, y a otros para insistir en que el Vaticano II era un concilio de reforma en continuidad con la tradición, no un concilio de ruptura con la tradición, lo que algunos llaman hoy un concilio que efectúa un "cambio de paradigma". Y por ello, el Padre de Lubac pagó un precio considerable.

Cuando fue nombrado cardenal por Juan Pablo II en 1983 —el primero de una serie de influyentes teólogos del Vaticano II así honrados por el Papa polaco— sus hermanos jesuitas de Francia, muchos de los cuales le consideraban un traidor teológico, se comportaron de manera abominable. Al principio furiosos por el nombramiento, luego indiferentes, consideraron que "no era asunto nuestro" y se negaron a ayudar al Cardenal designado, de 87 años, a prepararse para el consistorio en el que recibiría el birrete rojo. Intervinieron los jóvenes amigos de de Lubac, del círculo de la edición francesa de Communio (una revista que él ayudó a crear), al comprarle las nuevas vestiduras apropiadas para un cardenal, e insistiéndole al provincial de de Lubac para que le proporcionara un boleto de vuelta a Roma y un acompañante para el viaje. A su regreso del consistorio, los jesuitas parisinos ofrecieron al Cardenal de Lubac una recepción en la que sólo se sirvieron refrescos.

A lo largo de este proceso, como durante los años en que estuvo bajo sospecha de las autoridades eclesiásticas del Vaticano, Henri de Lubac se comportó como un caballero. Pero era más que eso. Era un verdadero eclesiástico, como demuestran sus memorias, At the Service of the Church: Henri de Lubac Reflects on the Circumstances That Occasioned His Writings (Al Servicio de la Iglesia: Henri de Lubac Reflexiona sobre las Circunstancias que Provocaron sus Escritos), de Ignatius Press. Aunque se viera acosado por la incomprensión, la calumnia o la malicia, continuó como un modelo de razón y caridad. Los estudiosos seguirán debatiendo la doctrina de de Lubac sobre la relación entre la naturaleza y la gracia, lo natural y lo sobrenatural. Pero no cabe duda de la devoción del teólogo francés a la causa de Cristo, ni de su fidelidad a la Iglesia.

Tomó en serio el mandato de San Ignacio de que los hombres de la Compañía de Jesús debían "prender fuego al mundo". Comprendió que los instrumentos para encender la evangelización debían perfeccionarse con el tiempo, pues las verdades que Cristo había legado a la Iglesia no podían limitarse a un único conjunto de fórmulas. Sin embargo, esas verdades eran duraderas, y la tarea del teólogo era adaptar su pensamiento a ellas, no imaginarse a sí mismo como su maestro.

Henri de Lubac sabía que los grandes totalitarismos de su tiempo —el nazismo y el comunismo— eran religiones falsas y ultramundanas que había que combatir con lo que él llamaba "armas del espíritu". Esas mismas "armas" podían servir también para renovar a la Iglesia para la misión. La suya fue una gran visión, bien vivida. Se le beatifique o no, es justo honrarle por haberla articulado.

Comments from readers

Elizabeth Calero - 05/30/2023 07:36 AM
Would anyone have the courage to do the same for Benedict VI?.... I pray 🙏
Maria Maguire - 05/29/2023 05:50 PM
Thank you, Mr. Weigel for the informative insights into Fr. Henri de Lubac, SJ regarding the documents and his position in the understanding that the Church at the Second Vatican Council was undergoing updates and reforms, not rupture. Praise God for such brilliant men in our Church guided by the Holy Spirit.
Rafael María Calvo Forte - 05/29/2023 03:32 PM
A través de la Historia, muchos grandes santos han sido perseguidos o marginados dentro la Iglesia: Ignacio de Loyola, Teresade Jesús, José de Calazans, Camilomde Lelis, Teresa de Calcuta y otros tantos. No me extraña para nada el caso Lubac…
Diana Rocío Valencia Santamaría - 05/29/2023 12:50 PM
Bendiciones en su vida y obra evangelizadora. Gracias por compartir la justificación del proceso de Beatificación de el Padre Henri de Lubac, SJ., testimonio de vida para nosotros miembros de la iglesia cristiana católica en el mundo. Su amiga en Cristo Jesús y María Sma.,desde Colombia 🙏🏼
Fr. James E. O'Neal - 05/29/2023 12:44 PM
I want to thank Mr. George Weigel for his insightful article concerning the contributions of French Jesuit Theologian Fr. Henri de Lubac, SJ, to the important documents of the Second Vatican Council. His understanding of the Latin dictum--Ecclesia semper reformanda est (The Church must always be reforming itself)--is right on target. The Second Vatican Council was indeed a council of reform and not a rupture! God bless him!

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