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Parece que cada año las señales de la Navidad llegan más temprano que el año anterior. A finales de septiembre, aparecieron dos enormes renos rojos en el terreno de nuestro centro comercial local y una tienda de manualidades colocó decoraciones navideñas, para recordarnos las festividades que se avecinan y que es hora de comenzar las compras.

Normalmente expresaría mi desagrado por precipitarnos a la temporada navideña en el mes de septiembre, pero este año es distinto, quizás por los desafíos que hemos enfrentado al vivir y luchar con el COVID-19.

En septiembre también me encontré pensando en la Navidad y en las tarjetas que enviaría este año. Como mucha gente en estos días, quería pensar en algo que me hiciera sentir feliz, y mi respuesta fue la Navidad.

Es normal anhelar ser feliz y querer mirar hacia adelante a un tiempo más alegre porque somos un pueblo de esperanza. Por cierto, como católicos, nuestra temporada de esperanza, el Adviento, comenzó el 29 de noviembre.

Durante estos tiempos extraños en nuestras vidas, me pregunto si podríamos considerar cambios para el Adviento. ¿Será el momento para un cambio en el paradigma de cómo vemos y usamos nuestro tiempo ahora y quizás a lo largo del año?

Durante décadas, he pensado en el Adviento principalmente como un tiempo de espera o expectativa centrado en la fe, la paz, el amor y la alegría. Me sorprendí cuando supe que también hay un aspecto penitencial en el Adviento. Es un tiempo de "esperanza penitencial" en oposición al "dolor penitencial" que experimentamos durante la temporada de Cuaresma.

Para mí, el concepto de "esperanza penitencial" era difícil de entender hasta que pasé un tiempo reflexionando sobre el Evangelio de Lucas (2:1-7) que trata sobre las vidas de María y José semanas antes del nacimiento de Jesús. No era un momento conveniente para ellos, y aunque es posible que no estuvieran seguros, tuvieron que dejar las comodidades de su hogar y su familia para viajar por un territorio desconocido con el fin de participar en el censo.

Su viaje requirió un sacrificio personal. Y tenían la responsabilidad adicional de encontrar un lugar para el nacimiento de Jesús. Sin duda, necesitaban confiar en que Dios los protegería, que les proporcionaría un lugar cálido para pasar la noche y un sustento para mantener su salud. ¡No eran vacaciones!

Fue entonces cuando empecé a ver el Adviento de forma distinta y a entender mejor la "esperanza penitencial". Este fue el Adviento de María y José. Tenían que hacer sacrificios, pero miraban hacia el futuro con esperanza y alegría, anticipando el nacimiento de Jesús.

Parece que el Adviento debe incluir tanto el sacrificio personal como la anticipación. ¿Cuánto sacrificio personal incluimos en nuestra jornada de Adviento?

Imaginen que acompañan a María y José en su viaje de Adviento. Para nosotros los católicos, el objetivo de estas cuatro semanas debería ser el sacrificio personal. No es sino hasta el final que debemos celebrar el nacimiento de nuestro Salvador.

Me pregunto si hemos sido arrastrados por la marea de la Navidad comercializada, donde nuestro enfoque parece estar en la compra de numerosos regalos en lugar de recorrer el viaje anticipado y sacrificado con María y José.

Tal vez la pandemia del COVID-19, y las limitaciones que nos ha impuesto, puedan desempeñar un papel positivo para nosotros en este Adviento. ¿Podríamos inclinarnos a pasar más tiempo reflexionando sobre el recorrido de María y José, e incluir los sacrificios personales en nuestro camino de Adviento, experimentando así una "esperanza penitencial"? ¿Quizás podemos poner nuestro árbol un poco más próximo al día de Navidad y decorar más cerca de la Navidad en lugar de hacerlo como todos los demás? ¿Quizás podamos gastar menos en regalos y usar ese dinero para ayudar a la gente que está desempleada, enferma o sin hogar? Después de todo, como católicos, ¿no deberíamos hacer las cosas y actuar de manera distinta al mundo secularizado?

Al continuar mi reflexión sobre el concepto de "esperanza penitencial", comencé a preguntarme si, como cristianos católicos, deberíamos ver nuestro recorrido por la vida como una "esperanza penitencial". Cuando seguimos las enseñanzas de Jesús en nuestras vidas, tenemos que esperar que tendremos cruces que soportar.

Pero al mismo tiempo, se nos recuerda que debemos tener esperanza. Nuestra mirada debe centrarse en el premio que nos espera al final de nuestro viaje terrenal: la vida eterna en el cielo. Será entonces cuando encontremos y experimentemos la alegría que hemos anhelado, por la que hemos rezado y esperado.

Les deseo un Adviento santo y una vida santa vivida con "esperanza penitencial".

Comments from readers

Kathy Werthman - 12/07/2020 12:09 PM
A thought-provoking and beautiful reflection, Dolores. Thank you.
Valli Leone - 12/07/2020 09:54 AM
Thanks, Dolores, for the very thought-provoking article on penitential hope. With every sign of Christmas that appears on the streets, in the stores and in our homes, I am reminded that as we “deck the halls,”we should also be decorating our hearts with that very hope that you speak about. I agree that Covid-19 has sent many of us into a dizzying spin over the past year. Yet, it has also given us pause to reflect on every good and wonderful blessing that comes from trusting in the Lord Jesus Christ. It gives us time to refocus our values and our personal beliefs. Sacrificial self-denial and a spirit of generosity is also in the air. Alleluia! May we all have a very Merry, Merciful Christmas—filled with penitential HOPE! 🔆🎄🔆

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