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En los días previos a la decisión del presidente Putin de ordenar la entrada de tropas invasoras rusas en Ucrania, el Papa Francisco, en un aparente esfuerzo por sacudir la conciencia del líder ruso, así como la de todos nosotros, hizo este llamamiento: "No lo olvidemos: ¡la guerra es una locura!"

Lamentó: "Quien hace la guerra olvida a la humanidad. ¡Qué triste es cuando personas y pueblos ... piensan en hacer guerra!"

Y ante toda esta locura, el Santo Padre declaró con valentía: "¡Que callen las armas! Dios está con los operadores de paz, no con quien emplea la violencia" (https://youtu.be/bPpYYMznOyU).

Es trágico que el mundo vuelva a ver —y que millones de civiles ucranianos inocentes experimenten— la locura de la guerra.

También, tristemente, están los soldados ucranianos que yacen muertos. Y los soldados rusos que también han muerto y a quienes, al parecer, se les avisó con muy poca antelación de que se les ordenaba entrar en combate para luchar contra los ucranianos (https://yhoo.it/3ILknv9).

Tras la llegada de las armas de la OTAN a Ucrania, además de las amplias sanciones económicas lanzadas contra Rusia, Putin ha advertido que su dedo está en el botón nuclear ruso. Estamos terriblemente cerca de la última locura de la guerra nuclear.

Si esto les asusta, bien, debería hacerlo. Y debería asustarnos para que oremos con fervor y actuemos con determinación para construir la paz centrada en el Evangelio.

¿Cuándo comprenderemos por fin que el Evangelio rechaza la guerra y la violencia en todas sus formas? Los primeros cristianos lo sabían bien. Y lo vivieron, a menudo hasta el punto de derramar su sangre en lugar de la de sus agresores, como hacen más de 360 millones de cristianos en la actualidad (https://bit.ly/3IHtHQK).

Durante los primeros 300 años del cristianismo, los seguidores del Jesús de la no violencia renunciaron a todo derramamiento de sangre. Sus palabras y acciones decían de forma coherente, compasiva y valiente, no al aborto, no a la pena de muerte, no a la tortura y no a la guerra. ¡Sin excepciones! 

El Padre John McKenzie, preeminente erudito bíblico católico ya fallecido, dijo: "Si Jesús no rechaza la violencia por cualquier motivo, no sabemos nada de Jesús. Jesús no nos enseñó a matar, sino a morir".

No sólo los que están en el poder, sino cada uno de nosotros, debe comprometerse activamente a construir un nuevo modelo mundial, un nuevo paradigma basado en el llamado del Evangelio a la justicia social, la paz y el amor.

Tenemos que sustituir las actuales "estructuras de pecado" económicas y políticas —como las calificó San Juan Pablo II, y que favorecen a los ricos y poderosos en detrimento de los pobres y débiles— por la "cultura del encuentro", como insta el Papa Francisco, culturas del encuentro que alimentan la fraternidad y la solidaridad universales para el bien común de todos, donde todas las personas tienen un lugar en el banquete de la vida.

Para ayudar a lograr este nuevo paradigma global basado en el Evangelio y centrado en el ser humano, necesitamos denunciar con valentía y retirar la financiación de todas las guerras y conflictos armados, del entrenamiento para la guerra, la fabricación de armas, la venta y la transferencia de armas; en palabras del Papa Francisco, la "lógica diabólica y perversa de las armas" que, según él, están lejos de la voluntad de Dios (https://youtu.be/RLgDNun9gsU). Es necesario recortar drásticamente los presupuestos militares, y transferir esos fondos para satisfacer las necesidades desesperadas de innumerables seres humanos pobres y hambrientos.

Además, es esencial que la doctrina social católica —el secreto mejor guardado de la Iglesia— se enseñe a fondo en todas las escuelas y parroquias católicas, incluidos todos los seminarios, que generalmente sólo requieren un curso (https://www.crs.org/resource-center/CST-101).

Un tiempo obligatorio de servicio internacional al estilo de los Cuerpos de Paz (Peace Corps), o un servicio de carácter religioso como el de los Misioneros Laicos de Maryknoll (https://mklm.org/es/), también sería determinante para ayudarnos a ver a los demás como hermanos y hermanas.

San Juan Pablo II lo resumió bien: "Hoy en día, la escala y el horror de la guerra moderna, ya sea nuclear o convencional, la hacen totalmente inaceptable como medio para resolver disputas y controversias entre naciones. La guerra debería pertenecer al pasado trágico, a la historia; no debería tener lugar en los planes del hombre para el futuro".

Comments from readers

Thomas Wolf - 03/08/2022 07:08 PM
Alain is correct the Consecration of Russia to the Immaculate Heart of Mary by the Pope and all the Bishops of the world within an hour has not been done properly yet. For the Pope and any Bishops to companion about war now, when we know what would have stopped wars for the last 5 decades or more seems to be lacking a great deal of faith in what heaven has requested for peace and the conversion of Russia. If the pope and the bishops continue to neglect their sacred duty we will all be under communism and many nations will be destroyed. With Our Lady saying this one would think these holy men of Jesus' Holy Church the Bride of Christ would finally drop everything to do their spiritual duty for the world and all of mankind.This can not be stressed too much. the blood and destruction is in the hands of the Pope and Bishops of the world. No one else.Hope there is enough faith left in the hierarchy to do God's will and save the world. Of course there must be. Why am I so doubtful?
Alain Garcia - 03/07/2022 06:35 PM
What is needed, the consecration of Russia, our lady of fatima has warned us until that happens Russia will continue to spread her errors. P.S Jesus was not a pacifist disarming yourself and rolling over for the enemy is plain stupid and not fulfilling your Christian duty of self defense and protecting your family and country.

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