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Durante su conversación con los periodistas en su vuelo de regreso a Roma tras su reciente visita pastoral a Baréin, el Papa Francisco compartió sus reflexiones sobre muchas de las tragedias actuales del mundo provocadas por el ser humano, incluidos los numerosos conflictos armados de la actualidad que le recordaron el desembarco militar aliado de la Segunda Guerra Mundial en Normandía, Francia.

Dijo: "Fue el principio de la caída del nazismo. ¿Pero cuántos chicos quedaron en la playa de Normandía? Dicen que treinta mil. ¿Quién piensa en esos chicos? Todo esto lo siembra la guerra. Por eso, ustedes que son periodistas, por favor, sean pacifistas, hablen contra las guerras, luchen contra la guerra. Se lo pido como un hermano. Gracias".

La sentida petición del Papa Francisco a los periodistas para que sean pacifistas me llegó al corazón.

Hace muchos años, cuando era joven, fui al entrenamiento militar básico de combate en Fort Dix, Nueva Jersey.

Mientras disparaba mi arma M-16 a blancos emergentes que parecían reales, me di cuenta de que el ejército no me entrenaba para acertar en los blancos, sino para matar a algún pobre sujeto como yo en un país lejano que quedó atrapado en la propaganda de la maquinaria militar de su propio país.

Comprendí plenamente que todo eso estaba mal. Y supe que en mi deseo de imitar al Jesús de la no violencia, no podía matar a nadie.

Hablé con mi sargento instructor sobre mis profundos sentimientos antibélicos y mi deseo de solicitar la condición de objetor de conciencia (OC). Me exhortó a esperar hasta que terminara el entrenamiento básico de combate y a que solicitara la condición de OC cuando llegara a Fort Benjamin Harrison, Indianápolis, para el Entrenamiento Individual Avanzado.

En Fort Harrison me había preparado como periodista, y estaba recibiendo preparación adicional como locutor para la Radio de las Fuerzas Armadas en Alemania. Pero ese futuro emocionante no me disuadió de buscar el estatus de OC. Mis instructores de radiodifusión intentaron convencerme de que las posibilidades de que tuviera que disparar a alguien desde una emisora de radio eran extremadamente remotas. Sin embargo, sabía que mi papel como periodista militar y disc-jockey de radio sería el de levantar la moral de los que apretarían los gatillos y lanzarían las bombas. Y sabía que no podía tener nada que ver con esa empresa impía.

Aunque el llamamiento del Santo Padre en la rueda de prensa—"Ustedes que son periodistas, por favor, sean pacifistas, hablen contra las guerras, luchen contra la guerra"—se dirigía en aquella ocasión a los periodistas, es razonable pensar que su exhortación al pacifismo se extiende también a todas las personas de buena voluntad.

Y es importante aclarar que pacifismo no significa quedarse tumbado y permitir que los agresores brutales maten y destruyan. Todo lo contrario. El pacifismo —o en los términos preferidos de "resistencia no violenta" y "no violencia activa"— está valientemente comprometido con el uso de las numerosas herramientas no violentas y altamente efectivas disponibles para limitar, e incluso detener, la agresión armada. Por ejemplo, véase la Iniciativa Católica de la No Violencia, de Pax Christi Internacional, en https://nonviolencejustpeace.net/ y la Fuerza de Paz No Violenta, https://nonviolentpeaceforce.org/es/what-we-do/.

El Padre John McKenzie, preeminente teólogo y biblista, ya fallecido, dijo: "Si Jesús no rechaza la violencia por cualquier motivo, no sabemos nada de Jesús. Jesús no nos enseñó a matar, sino a cómo morir".

El 7 de septiembre de 2013, numerosos creyentes de todo el mundo y más de 100,000 personas en la Plaza de San Pedro, oraron con el Papa Francisco por la paz en Siria y en todo el mundo.

Durante el servicio de oración de cuatro horas en San Pedro, el Santo Padre dijo: "[E]n cada agresión y en cada guerra hacemos renacer a Caín … Hemos perfeccionado nuestras armas, nuestra conciencia se ha adormecido, hemos hecho más sutiles nuestras razones para justificarnos. Como si fuese algo normal, seguimos sembrando destrucción, dolor, muerte. La violencia, la guerra traen sólo muerte, hablan de muerte. La violencia y la guerra utilizan el lenguaje de la muerte".

Comments from readers

Jose Ignacio Jimenez - 12/05/2022 04:31 PM
“The true soldier fights not because he hates what is in front of him, but because he loves what is behind him.” G.K. Chesterton. Citizens and Catholics in particular must hold our elected officials accountable for every penny and every soul sent into the armed conflicts. As Catholics we must discern the truth in what is presented, AND we must be willing to defend that truth, whether in peaceful resistance for peace or in armed conflict even if risking our lives; some wars are justified. The “Just War” doctrine inspired by what St. Augustine wrote in 418 A.D.: “Peace should be the object of your desire; war should be waged only as a necessity…in order that peace may be obtained. Therefore, even in waging a war, cherish the spirit of a peacemaker, that, by conquering those whom you attack, you may lead them back to the advantages of peace…As violence is used toward him who rebels and resists, so mercy is due to the vanquished or captive.” The young men who disembarked in Normandy weren’t risking their lives because they hated the “poor guy” that got caught up in Hitler’s propaganda; they risked their lives because they loved God, their families and their country. They wanted to stop the Third Reich from spreading further. There's nothing "unholy" about that. From the Catechism of the Catholic Church: 2309 The strict conditions for legitimate defense by military force require rigorous consideration. The gravity of such a decision makes it subject to rigorous conditions of moral legitimacy. At one and the same time: – the damage inflicted by the aggressor on the nation or community of nations must be lasting, grave, and certain; – all other means of putting an end to it must have been shown to be impractical or ineffective; – there must be serious prospects of success; – the use of arms must not produce evils and disorders graver than the evil to be eliminated. The power of modern means of
Neida D Perez - 12/05/2022 11:21 AM
Jesus certainly taught how to die, also, how to live. The question I consider these days is, when do I become an accessory to mass murder? Uvalde, Texas, Sandy Hook, the night club, too many to remember...it is sad, not to be able to remember...how do I prevent the next one as a pacifist?

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