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Una pregunta muy común que la gente se hace hoy sobre los migrantes es: "¿Por qué estas personas no vienen legalmente como lo hicieron mis antepasados?".

Hay muchas respuestas a esta pregunta. En primer lugar, los antepasados de la mayoría de la gente vinieron antes de 1921, cuando Estados Unidos impuso un sistema de cuotas de inmigración muy estricto, que sólo se rectificó en los años sesenta.

Había pocas restricciones legales, por no decir ninguna, para la mayoría de las personas que deseaban venir a Estados Unidos, especialmente las procedentes de los países considerados útiles para la fuerza laboral estadounidense.

Aunque en 1965 nuestra ley de inmigración fue totalmente renovada en un sistema nacional de cuotas, la forma en que se ha aplicado en los últimos 50 años ha hecho casi imposible que la mayoría de la gente entre legalmente en Estados Unidos. La ley de 1965 se basaba en las relaciones familiares y las necesidades del mercado laboral.

Nos sirvió bien durante muchos años, pero hay que tener en cuenta los nuevos avances. La globalización del mundo, por ejemplo, no sólo afecta a la economía, sino también a los medios de comunicación y al mercado de trabajo. La libre circulación de bienes, información y servicios en todo el mundo debe ir acompañada de una circulación de mano de obra para satisfacer las necesidades a largo plazo de nuestra nación.

Además, la posición histórica de Estados Unidos como refugio de refugiados y solicitantes de asilo es algo que nuestro país no debería abandonar.

Un interesante estudio de David J. Bier, titulado "Por qué la inmigración legal es casi imposible" (Why Legal Immigration Is Nearly Impossible"), explica las razones. En este estudio, muy documentado y con más de 450 notas a pie de página, el autor deduce que menos del 1 por ciento de quienes desean venir legalmente a Estados Unidos pueden realmente inmigrar.

Bier afirma: "Incluso cuando alguien cumple los requisitos, la demanda sobrepasa los cupos anuales de inmigración lo que conlleva un un retraso enorme y, con mayor frecuencia, elimina la oportunidad del inmigrante de venir a Estados Unidos. La inmigración legal se trata en menor medida de esperar en la fila y más de ganar la lotería: Ocurre, pero es tan raro que es irracional esperar que ocurra en cualquier caso individual" (Policy Analysis No. 950, Cato Institute, Washington, D.C., 13 de junio de 2023).

La actual afluencia de solicitantes de asilo ha puesto de relieve el problema existente de la falta de vías legales. Se ha establecido una vía por la que se debe permitir a los solicitantes de asilo entrar en Estados Unidos para presentar una solicitud de asilo. Algunos incluso eligen o son dirigidos a los destinos donde pueden presentar una solicitud.

El obstáculo es que el sistema de asilo está desbordado y no pueden recibir rápidamente los beneficios de una solicitud, que incluye el permiso para trabajar. Esto ha creado un grave problema en algunas ciudades, como Nueva York, donde cerca de 115.000 inmigrantes han llegado por sus propios medios o han sido transportados por los estados fronterizos en un acto de represalia política.

Sin embargo, algunas leyes municipales, particularmente en la Ciudad de Nueva York, exigen que las personas sin hogar reciban alojamiento y comida. Esta afluencia inesperada ha hecho presión en el presupuesto de la ciudad a tal punto que el alcalde Eric Adams ha dicho que la afluencia "destruirá Nueva York".

Aunque esto puede ser una exageración, hace sonar la campana de alarma de que el Congreso y la administración tienen que actuar para reparar nuestro sistema roto.

El gobierno de Biden ha intentado mejorar el sistema sin contar con el Congreso, utilizando su autoridad para crear vías legales para inmigrantes y refugiados. Para el gran número de refugiados ucranianos y afganos que huyen de la guerra, la administración ha utilizado la libertad condicional humanitaria para admitirlos en Estados Unidos, proporcionándoles un estatus legal y la posibilidad de solicitar una autorización de trabajo.

La administración también ha creado un programa de libertad condicional para los refugiados que huyen de los disturbios políticos en países como Haití, Nicaragua, Cuba y Venezuela. El 21 de septiembre, por ejemplo, el gobierno de Biden extendió y reasignó el Estatus de Protección Temporal (TPS) a los venezolanos que ya se encontraban en Estados Unidos, lo que benefició a 500.000 personas.

Aunque se trata de medidas útiles, no resuelven el problema subyacente de la falta de vías legales permanentes para los recién llegados en nuestro sistema actual. Ni la libertad condicional humanitaria ni el TPS proporcionan un estatus permanente, por lo que los inmigrantes y sus familias viven con el temor de que su estatus legal pueda terminar y se enfrenten a la deportación. Nunca llegan a integrarse plenamente en la sociedad.

La mayoría de los economistas y expertos en el mercado laboral ven la necesidad de nueva mano de obra inmigrante. Otros no están de acuerdo; quizás no se basan en un análisis de los hechos, sino más bien en su temor al cambio del carácter racial de nuestra población estadounidense.

Un sistema basado en el interés nacional debería definirse no sólo en términos de mercado laboral, sino también en términos de nuestra identidad nacional como nación de inmigrantes, formada por familias inmigrantes y sostenida por inmigrantes. Como demuestra la historia de nuestro país, en la diversidad encontramos la fuerza.

Los juegos políticos no lograrán el objetivo de tener un sistema de inmigración nuevo y justo que sirva a nuestro interés nacional sin racismo y sin los propios intereses mal informados.

Sin la aprobación de una nueva ley de inmigración por parte del Congreso, no hay solución disponible para la falta de vías legales de migración en el sistema, lo que hace que nuestro país esté mal equipado para responder a las futuras necesidades laborales, a la reunificación familiar y a la necesidad de proporcionar un refugio seguro a los perseguidos.

Comments from readers

Joe Barbe - 04/01/2024 06:29 PM
I live close the southern border of the U.S., and when I stand on my front porch, I look directly south into Mexico. For the last 57 years, I have lived in El Paso and have come to know the people not only of this beautiful bi-cultural and bilingual city, but of the nation to our south and the nations to their south. There are exceptions, to be sure, but the vast majority of people looking to migrate into the U.S. are seeking the traditional desires of freedom and opportunity, and most are hard-workers willing to do whatever is necessary to build a life for their families. I resent and reject the lies being told not only about the migrants but to them by others who are trying to take advantage of them. It is way past due to correct the wrongs which have been and continue to be done to the migrants. Thank you to Bishop DiMarzio for laying out the factual basis of what is happening right now.

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