
La Iglesia, el ambiente y la paz
Monday, April 26, 2010
*Nelson Araque
El liderazgo que la Iglesia Católica ha tomado en cuanto al ambiente, es evidente en el mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz 2010: “Si Quieres Promover la Paz, Protege la Creación”. En su mensaje, el Papa recuerda la larga tradición de la doctrina social católica sobre el ambiente, desde el Concilio Vaticano Segundo hasta los documentos de Juan Pablo II.
A principios de 1990, Juan Pablo II escribió: “En nuestros días aumenta cada vez más la convicción —escribía— de que la paz mundial está amenazada, también [...] por la falta del debido respeto a la naturaleza.” Añadió que la conciencia ecológica “no debe ser obstaculizada, sino más bien favorecida, de manera que se desarrolle y madure encontrando una adecuada expresión en programas e iniciativas concretas”. Esta declaración nos recuerda a Octogesima Adveniens, de 1971, cuando Pablo VI consideraba al ambiente como uno de los nuevos problemas sociales.
Para el Papa Benedicto, así como para sus predecesores, la crisis ecológica está ya que está estrechamente vinculada al concepto mismo del desarrollo y a la visión del hombre y su relación con sus semejantes y la creación”.
En el libro de Génesis, a los seres humanos se les ordena que “pueblen la tierra” y “tengan dominio”, pero este mandamiento se ha interpretado de la manera equivocada y sus consecuencias son visibles en la destrucción descontrolada del ambiente, simbolizada por las realidades del cambio en el clima, la expansión de los desiertos, el deterioro y la pérdida de productividad en grandes zonas agrícolas, la contaminación de los ríos y acuíferos, la pérdida de la biodiversidad, el aumento en las catástrofes naturales, y la deforestación de las regiones ecuatoriales y tropicales.
Esta destrucción también es consecuencia de nuestro egoísmo y nuestra negativa a aceptar el ambiente, la creación, como el regalo de Dios para todos. Como dice el Papa Benedicto en Caritas in Veritate, su uso “comporta una responsabilidad común respecto a toda la humanidad, especialmente a los pobres y a las generaciones futuras”.
“Ejercer dominio” sobre la creación, como lo ordenó Dios, debe interpretarse como ser buenos mayordomos, custodios y buenos administradores de la creación, del ambiente. El dominio sobre la tierra “no consistía en una simple concesión de autoridad, sino más bien en una llamada a la responsabilidad”.
Esta responsabilidad incluye a las futuras generaciones, como dijo el Papa Benedicto en Caritas in Veritate y Juan Pablo II expresó en el “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia” y en su encíclica Centessimus Annus. El Papa Benedicto dice que el beneficio inmediato que hoy obtenemos de los recursos naturales, no debe tener un impacto negativo sobre las criaturas vivientes, humanas o no, presentes y futuras. Segundo, “la comunidad internacional tiene el deber imprescindible de encontrar los modos institucionales para ordenar el aprovechamiento de los recursos no renovables, con la participación también de los países pobres, y planificar así conjuntamente el futuro”.
El Papa dice que, en términos de la globalización, esto “brinda una oportunidad histórica para elaborar una respuesta colectiva orientada a cambiar el modelo de desarrollo global siguiendo una dirección más respetuosa con la creación y de un desarrollo humano integral, inspirado en los valores propios de la caridad en la verdad”.
En su mensaje de 2010, el Papa Benedicto también nos indica lo que debiera ser la verdadera motivación para luchar contra la degradación ecológica. Es la “búsqueda de una auténtica solidaridad de alcance mundial, inspirada en los valores de la caridad, la justicia y el bien común”.
También dice que “la técnica, por lo tanto, se inserta en el mandato de cultivar y guardar la tierra (cf. Gn 2,15), que Dios ha confiado al hombre, y se orienta a reforzar esa alianza entre ser humano y medio ambiente que debe reflejar el amor creador de Dios”.
Este sentido de solidaridad mundial debe llevarnos a asumir mayor responsabilidad por la crisis ecológica a nuestro propio nivel. En ese sentido, desde mi posición como profesor de teología, tengo la responsabilidad de crear conciencia entre mis estudiantes de que la creación, el don gratuito de Dios, necesita que ellos sean más responsables en sus decisiones relacionadas con el ambiente. Por ejemplo, insisto en que reciclen cada hoja de papel que utilizan, siguiendo la campaña de reciclaje de la escuela. En ocasiones, mis estudiantes se ríen, pero les digo: “Una hoja de ustedes y otra mía, cuentan; cada hoja cuenta”.
Construir la paz a través de la protección del ambiente, como nos pide el Papa Benedicto en su mensaje para 2010, sería más fácil “por el reconocimiento común de la relación inseparable que existe entre Dios, los seres humanos y toda la creación”.
Comments from readers
I agree with Br. Richard when he said that seems that "everyone has a different method of trying to act ecologically." In that sense, our responsibility as teachers should be to give to our students some sense of acknowledgement on what other people are doing and be engaged in simple actions with significant results.
Michelle said: "A powerful ritual reminder for us occurs when the presider at Eucharist first offers the bread and wine as fruit of the earth and work of human hands" I think this phrase reflects the balance that should exist between humans and the environment. The Earth itself is a gift from God. It is for our use, but this use should be understood in a sustainable way for the benefit of the future generations