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La oficina arquidiocesana de la Pastoral Penitenciaria es un ministerio especializado que ofrece atención pastoral a mujeres, hombres y menores que se encuentran recluidos en 34 instalaciones correccionales en los condados de Miami-Dade, Broward y Monroe.

Las vidas de estas personas que esperan por, o ya sirven sus sentencias, reflejan todas las necesidades sociales con las que la cultura no cumple. En el año 2003, la religiosa Susan Jabro manifestó ante la Comisión Internacional de la Pastoral Penitenciaria Católica que, a nivel mundial, el complejo industrial de prisiones se utiliza como una solución a los problemas sociales, a un enorme costo humano y económico. “No importa el nombre del país, tras las paredes de las prisiones viven los emocionalmente heridos, los enfermos mentales y físicos; los analfabetos y de poca educación; los indocumentados, adictos, desamparados y pobres”, expresó. “El sufrimiento que se encuentra en las prisiones es un reflejo del sufrimiento en una sociedad.”

La atención pastoral a las personas emocionalmente heridas que se encuentran tras las rejas, es un proceso paciente que conlleva muchas visitas, a través de las que podemos ver la transformación de las vidas en términos de pensamiento, comportamientos y formas de relacionarse con Cristo y con los demás. Les podemos escuchar descargando sus amplias reservas de culpabilidad, ira, tensión, frustración y otros sentimientos negativos, hasta que puedan ver con más claridad y puedan experimentar los frutos del Espíritu Santo. Podemos abogar por ellos a través de un nuevo enfoque de la justicia reparadora, que hace énfasis en la reparación del daño causado por un crimen. En dicho modelo, víctimas, ofensores, miembros de sus familias y de la comunidad se reúnen para decidir cómo hacerlo, y el resultado puede ser un saludable proceso de perdón para ayudar a los ofensores a regresar a la comunidad.

El versículo del evangelio de Mateo – “Estuve preso y me visitaste” – es un fuerte llamado a llegar hasta los 2.3 millones de hermanas y hermanos que se encuentran encarcelados en nuestro país. Cristo busca a cada ser humano, cualquiera que sea su situación. Él es un compañero de viaje paciente, que respeta los ciclos y los ritmos de cada corazón humano. A veces esto implica una larga jornada, pero siempre es estimulante, porque es una que no se realiza a solas, sino en la compañía y con el apoyo del mismo Cristo. El Buen Pastor siempre busca a la oveja perdida, de la misma manera que la misericordia de Dios ofrece nuevas oportunidades para crecer en bondad, para buscar nuevos caminos de redención en cada situación personal y social.

Les invito a que visiten nuestro sitio web, www.detentionministry.com, y conozcan este ministerio especializado de la Iglesia, en el que más de 200 voluntarios integran su elemento vital. Estamos en un proceso constante de reflexión pastoral para atender, al nivel de la catequesis y los sacramentos, a tiempo y con consistencia, a quienes se encuentran en nuestras abarrotadas cárceles y prisiones. Nuestro abrumado e imperfecto sistema de justicia criminal debe luchar por la justicia y la misericordia, la responsabilidad y la rehabilitación, la restauración y la integridad, y reconocer que la dignidad de la persona humana se aplica tanto a la víctima como al ofensor. Obviamente, esto implica realizar un gran esfuerzo en el área de la prevención del crimen, y forjar una sociedad mejor.

Comments from readers

JUANA CASTILLO - 04/21/2010 12:40 PM
Me parece un art�culo excelente desde el punto de vista en que enfoca la pregunta de por qu� existe la pastoral penitenciaria. Queda bien claro que todos esos hombres, mujeres y menores detras de las rejas, reflejan las debilidades de nuestra sociedad pero sobre todo la falta de Dios en tantos corazones que han sido arropagos por el pecado.
Me parece excelente el trabajo que realiza este Ministerio, pues llega a aquellos que est�n cansados y agobiados, a los preferidos de Jes�s. Que la Virgen siga bendiciendoles y seguimos apoyando su ministerio mediante la Revista Rayo de Luz.

Saludos,

Juana Castillo

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