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La semana pasada, leí un artículo de Zenit que informaba sobre algunos
comentarios hechos durante la 14ta reunión de la Asamblea Especial para América
del Sínodo de Obispos, realizada los días 17 y 18 de noviembre de 2009.


Me llamaron la atención tres de las declaraciones publicadas por los obispos
en el comunicado, y quise escribir sobre las mismas para saber lo que ustedes
piensan.



  • La “ruptura entre la vida y el Evangelio” es la “gran
    tragedia de nuestros tiempos”. ¡Impresionante! Merece la pena
    repetirlo: “la ruptura entre la vida y el Evangelio”. Pienso que
    la cita es muy profunda porque, desafortunadamente, resuena con
    mi experiencia. ¿Acaso la vida diaria en mi comunidad, en
    nuestra comunidad del sur de la Florida, representa en su
    totalidad los valores que encontramos en los Evangelios? ¿O
    encontramos en nuestra sociedad una ruptura entre la vida que
    Jesús desea para nosotros, y la vida que llevamos?



  • “Los prelados enfatizaron que la formación del laicado es de
    primordial importancia”. ¡Sí, sí, sí! ¿Cómo podemos
    contrarrestar esta “tragedia de nuestros tiempos”? ¡Con la
    formación! No podemos llevar el Evangelio a nuestros hogares o
    comunidades si no sabemos lo que el Evangelio enseña. Esto nos
    obliga a preguntarnos: “¿Qué he hecho recientemente para nutrir
    mi formación personal en la fe, para profundizar en mi relación
    personal con Cristo?”



  • “El proceso de inculturación depende, en gran medida, de una
    educación balanceada en la fe, realizada, sobre todo, en las
    familias, escuelas y universidades católicas, y hoy, de manera
    apremiante, a través de los medios, cuyo uso correcto y
    competente es un vehículo de una eficacia pastoral
    extraordinaria”.


La inculturación, descrita en las palabras más sencillas posibles, es el
proceso por el cual el Evangelio echa raíces en una cultura específica, y dicha
cultura se transforma por el Evangelio. La familia es la unidad fundamental de
la sociedad. Comencemos por ahí: ¿cómo ha echado raíces el Evangelio en las
familias del sur de la Florida, y cómo el mensaje de amor, paz y esperanza de
Jesús transforma a nuestras propias familias? Durante la temporada de Adviento,
se nos llama a que reflexionemos en oración, de modo que estemos preparados para
el milagro de la Encarnación. En el Tercer Domingo de Adviento, se nos llama a
regocijarnos y a llenarnos de esperanza, mientras se acerca el nacimiento del
Mesías.


Con el nacimiento de Jesús, nuestro Salvador, Dios entró a la historia humana
y transformó al mundo con Su amor y su mensaje de paz. Durante la temporada de
Adviento, nos motivamos a abrir nuestros corazones a la transformación que el
Salvador trae para cada uno de nosotros. Debemos permitir que nuestra fe en
Jesús recién nacido nos transforme para que, a cambio, podamos transformar
nuestras familias y comunidades, de manera que reflejen los valores del
Evangelio que estamos llamados a vivir.


Nuestras vidas como discípulos son la clave para la conversión de nuestra
sociedad. ¡Vamos a comprometernos nuevamente con la formación y la
transformación! Entonces, en vez de ser conocidos como “la tragedia de nuestros
tiempos”, se nos conocerá como un pueblo que unió sus corazones por el amor, la
paz y la esperanza en Cristo.




Cheryl J. Orwig Whapham

Directora, Programa de Ministros Laicos y Formación de Adultos


Comments from readers

Caridad Sierra - 12/16/2009 05:58 PM
Cheryl, it is so true, during this time we should be able to reflect in prayer so with the coming of Christ we are also preparing ourselves to be better Christians, in love with Jesus, full of joy because of the season.
Cheryl Whapham - 12/15/2009 02:42 PM
Br. Richard - I do believe that family catechesis is important. I teach my sons lots of things, how to ride a bike, good table manners, fold laundry...I must teach them how to pray as well. Family prayer time in the evening is one of my best moments of each day. We ask the boys what they want to pray for...it is a fabulous insight into their world, their hopes and struggles...I recommend it to any parent.

Elizabeth - I miss your activism! You are inspirational with your 'just do it' attitude. Thank you for that burst of energy!

Mari and Lindsay - I am so happy that you have found joy in the Lord in the School of Ministry! God is so good! Our communities are closer to resembling the Kingdom because of your being and acting in the world. Thank you!!
Lindsay Rigby - 12/15/2009 09:21 AM
�Our lives as disciples are the key to the conversion of our society. Let us recommit ourselves to formation and transformation!� Amen, Cheryl! It�s like Gandhi said, �Be the change you want to see in the world.� I feel so blessed to be able to continue my formation in the Archdiocese�s Lay Ministry program under your direction. The experience has been wonderful so far... thank you!
Mari - 12/14/2009 09:57 PM
Cheryl, Great article ! We were just talking about this in our prayer group last Friday, the discordance between what we believe and how we act, what we profess and how we live, or in the bishops' wise words " the rupture between life and the Gospel" is the "tragedy of our times".

Tough to do, but a must, if we are to walk the talk.
Elizabeth Levitz - 12/14/2009 05:45 PM
Cheryl, thank you for your worthwhile article.
Education is key, yes. But, I would exhort those who have been educated and see the chasm between our culture and the gospel to raise their voices. I hope that we are emailing our congresspeople and senators and sharing our views.

Richard DeMaria - 12/14/2009 03:25 PM
Cheryl: Thank you for your wake up call. You wrote: "The family is the basic unit of our society. So let�s just start there." For some years, the Department of Religious Education has emphasized "family Catechesis" Easier said than done: if we could only find a way to involve teh parents in the Christian Formation of their children. Msgr. Kenneth Swanger introduced a innovative program at St. Jerome's which moved his parish in that direction, with teh parish supplementing what was being done in the homes. Richard

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