
Tiempo de esperanza, y de transformaci�n
Monday, December 14, 2009
*Cheryl Whapham
La semana pasada, leí un artículo de Zenit que informaba sobre algunos
comentarios hechos durante la 14ta reunión de la Asamblea Especial para América
del Sínodo de Obispos, realizada los días 17 y 18 de noviembre de 2009.
Me llamaron la atención tres de las declaraciones publicadas por los obispos
en el comunicado, y quise escribir sobre las mismas para saber lo que ustedes
piensan.
- La “ruptura entre la vida y el Evangelio” es la “gran
tragedia de nuestros tiempos”. ¡Impresionante! Merece la pena
repetirlo: “la ruptura entre la vida y el Evangelio”. Pienso que
la cita es muy profunda porque, desafortunadamente, resuena con
mi experiencia. ¿Acaso la vida diaria en mi comunidad, en
nuestra comunidad del sur de la Florida, representa en su
totalidad los valores que encontramos en los Evangelios? ¿O
encontramos en nuestra sociedad una ruptura entre la vida que
Jesús desea para nosotros, y la vida que llevamos?
- “Los prelados enfatizaron que la formación del laicado es de
primordial importancia”. ¡Sí, sí, sí! ¿Cómo podemos
contrarrestar esta “tragedia de nuestros tiempos”? ¡Con la
formación! No podemos llevar el Evangelio a nuestros hogares o
comunidades si no sabemos lo que el Evangelio enseña. Esto nos
obliga a preguntarnos: “¿Qué he hecho recientemente para nutrir
mi formación personal en la fe, para profundizar en mi relación
personal con Cristo?”
- “El proceso de inculturación depende, en gran medida, de una
educación balanceada en la fe, realizada, sobre todo, en las
familias, escuelas y universidades católicas, y hoy, de manera
apremiante, a través de los medios, cuyo uso correcto y
competente es un vehículo de una eficacia pastoral
extraordinaria”.
La inculturación, descrita en las palabras más sencillas posibles, es el
proceso por el cual el Evangelio echa raíces en una cultura específica, y dicha
cultura se transforma por el Evangelio. La familia es la unidad fundamental de
la sociedad. Comencemos por ahí: ¿cómo ha echado raíces el Evangelio en las
familias del sur de la Florida, y cómo el mensaje de amor, paz y esperanza de
Jesús transforma a nuestras propias familias? Durante la temporada de Adviento,
se nos llama a que reflexionemos en oración, de modo que estemos preparados para
el milagro de la Encarnación. En el Tercer Domingo de Adviento, se nos llama a
regocijarnos y a llenarnos de esperanza, mientras se acerca el nacimiento del
Mesías.
Con el nacimiento de Jesús, nuestro Salvador, Dios entró a la historia humana
y transformó al mundo con Su amor y su mensaje de paz. Durante la temporada de
Adviento, nos motivamos a abrir nuestros corazones a la transformación que el
Salvador trae para cada uno de nosotros. Debemos permitir que nuestra fe en
Jesús recién nacido nos transforme para que, a cambio, podamos transformar
nuestras familias y comunidades, de manera que reflejen los valores del
Evangelio que estamos llamados a vivir.
Nuestras vidas como discípulos son la clave para la conversión de nuestra
sociedad. ¡Vamos a comprometernos nuevamente con la formación y la
transformación! Entonces, en vez de ser conocidos como “la tragedia de nuestros
tiempos”, se nos conocerá como un pueblo que unió sus corazones por el amor, la
paz y la esperanza en Cristo.
Cheryl J. Orwig Whapham
Directora, Programa de Ministros Laicos y Formación de Adultos
Comments from readers
Elizabeth - I miss your activism! You are inspirational with your 'just do it' attitude. Thank you for that burst of energy!
Mari and Lindsay - I am so happy that you have found joy in the Lord in the School of Ministry! God is so good! Our communities are closer to resembling the Kingdom because of your being and acting in the world. Thank you!!
Tough to do, but a must, if we are to walk the talk.
Education is key, yes. But, I would exhort those who have been educated and see the chasm between our culture and the gospel to raise their voices. I hope that we are emailing our congresspeople and senators and sharing our views.