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Breaking News | Tuesday, January 05, 2021

El Vaticano: Uso de vacunas contra el COVID es 'moralmente aceptable'

La Congregación para la Doctrina de la Fe da luz verde citando 'cooperación remota' y no es vinculante

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Vatican News

CIUDAD DEL VATICANO | Es "moralmente aceptable utilizar vacunas anti-Covid-19 que han utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción". En el caso de la actual pandemia "todas las vacunas reconocidas como clínicamente seguras y eficaces pueden utilizarse con la certeza de que el recurso a esas vacunas no significa una cooperación formal con el aborto del que se derivaron las células de las que se produjeron las vacunas". Esto fue declarado por la Congregación para la Doctrina de la Fe en una nota firmada por el Prefecto, Cardenal Luis Ladaria, y el Secretario, Arzobispo Giacomo Morandi, explícitamente aprobada por el Papa Francisco el 17 de diciembre.

El documento de la CDF, publicado cuando muchos países se preparan para llevar a cabo campañas de vacunación, interviene con autoridad para aclarar las dudas y preguntas que han surgido de declaraciones a veces contradictorias sobre el tema. La nota "sobre la moralidad del uso de ciertas vacunas anti-Covid 19" recuerda tres pronunciamientos anteriores sobre el mismo tema: el de la Academia Pontificia para la Vida (PAV) en 2005; la Instrucción Dignitas Personae de la CDF en 2008; y, por último, una nueva nota de la PAV en 2017.

El Arzobispo Thomas Wenski fue uno de los primeros en recibir la vacuna contra el COVID-19 cuando los funcionarios de salud pública del estado de La Florida empezaron la vacunación el 16 de diciembre de 2020, en el Centro de Cuidados Médicos St. John's, en Fort Lauderdale. El centro es parte de Catholic Health Services de la Arquidiócesis de Miami. Al personal y los residentes del centro se les ofreció la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech, que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos autorizó para su uso en casos de emergencia, el 11 de diciembre de 2020.

Fotógrafo: TOM TRACY | FC

El Arzobispo Thomas Wenski fue uno de los primeros en recibir la vacuna contra el COVID-19 cuando los funcionarios de salud pública del estado de La Florida empezaron la vacunación el 16 de diciembre de 2020, en el Centro de Cuidados Médicos St. John's, en Fort Lauderdale. El centro es parte de Catholic Health Services de la Arquidiócesis de Miami. Al personal y los residentes del centro se les ofreció la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech, que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos autorizó para su uso en casos de emergencia, el 11 de diciembre de 2020.

La Congregación para la Doctrina de la Fe no tiene "la intención de juzgar la seguridad y eficacia" de las vacunas actuales contra el Covid-19, que es responsabilidad de los investigadores y las agencias de fármacos, sino que se centra en el aspecto moral de la utilización de las desarrolladas con líneas celulares de tejido obtenido de dos fetos que no fueron abortados espontáneamente en el decenio de 1960. La Instrucción Dignitas Personae, aprobada por Benedicto XVI, especificaba a este respecto que "hay responsabilidades diferenciadas", porque "en las empresas que utilizan líneas celulares de origen ilícito la responsabilidad de quienes deciden la dirección de la producción no es idéntica a la de quienes no tienen poder de decisión". Y, por lo tanto, argumenta la nota publicada hoy retomando la Instrucción de 2008, cuando por diversas razones no se dispone de vacunas contra el Covid-19 "éticamente inobjetable" es "moralmente aceptable" vacunar a quienes utilizaron líneas celulares de fetos abortados.

La razón para consentir es que la cooperación en el mal del aborto, en el caso de los que vacunan, es "remota" y el deber moral de evitarla "no es vinculante" -argumenta la Congregación- si estamos en presencia de "un grave peligro, como la propagación, por lo demás incontenible, de un agente patógeno grave" como el virus que causa el Covid-19. Por lo tanto, hay que considerar, aclara la CDF, que "en tal caso, todas las vacunas reconocidas como clínicamente seguras y eficaces pueden utilizarse con la certeza de que el recurso a esas vacunas no significa una cooperación formal con el aborto del que proceden las células de las que se han producido las vacunas".

La Congregación aclara que "el uso moralmente lícito de este tipo de vacunas, debido a las condiciones particulares que lo hacen, no puede constituir en sí mismo una legitimación, ni siquiera indirecta, de la práctica del aborto, y presupone la oposición a esta práctica por parte de quienes recurren a ella". Tampoco debe implicar la aprobación moral del uso de líneas celulares de fetos abortados. De hecho, en la nota se pide a las empresas farmacéuticas y a los organismos gubernamentales de salud que "produzcan, aprueben, distribuyan y ofrezcan vacunas éticamente aceptables que no creen problemas de conciencia".

Pero la CDF, al tiempo que recuerda que "la vacunación no es, por regla general, una obligación moral y que, por lo tanto, debe ser voluntaria", también hace hincapié en el deber de perseguir el bien común. Este bien común, "a falta de otros medios para detener o incluso prevenir la epidemia, puede recomendar la vacunación, especialmente para la protección de los más débiles y expuestos". Quienes por razones de conciencia rechazan las vacunas producidas con líneas celulares procedentes de fetos abortados, deben sin embargo "tomar medidas para evitar, por otros medios profilácticos y con un comportamiento adecuado, convertirse en vehículos de transmisión del agente infeccioso". Para evitar "cualquier riesgo para la salud" de las personas más vulnerables.

Los funcionarios de salud pública del estado de La Florida implementaron un programa de vacunación contra el COVID-19 el 16 de diciembre de 2020, en el Centro de Cuidados Médicos St. John's, en Fort Lauderdale. El centro es parte de Catholic Health Services de la Arquidiócesis de Miami. Al personal y los residentes del centro se les ofreció la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech, que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos autorizó para su uso en casos de emergencia, el 11 de diciembre de 2020.

Fotógrafo: TOM TRACY | FC

Los funcionarios de salud pública del estado de La Florida implementaron un programa de vacunación contra el COVID-19 el 16 de diciembre de 2020, en el Centro de Cuidados Médicos St. John's, en Fort Lauderdale. El centro es parte de Catholic Health Services de la Arquidiócesis de Miami. Al personal y los residentes del centro se les ofreció la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech, que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos autorizó para su uso en casos de emergencia, el 11 de diciembre de 2020.

Por último, la Congregación para la Doctrina de la Fe define como "un imperativo moral" garantizar que "las vacunas eficaces y éticamente aceptables" sean accesibles "también a los países más pobres y de manera que no les resulte costoso", porque la falta de acceso a las vacunas "se convertiría en otro motivo de discriminación e injusticia".

 

Declaración de los Obispos de los Estados Unidos

El 14 de diciembre, el Obispo Kevin C. Rhoades, de Fort Wayne-South Bend, presidente del Comité de Doctrina de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) y el Arzobispo Joseph F. Naumann, de Kansas City en Kansas, presidente del Comité de Actividades Pro-Vida, emitieron una declaración sobre las vacunas contra el COVID-19.

En su comunicado, los obispos se refieren a las preocupaciones morales derivadas del hecho de que las tres vacunas que parecen estar listas para su distribución en Estados Unidos tienen alguna conexión con líneas celulares originadas con tejidos extraídos de abortos.

En relación con las vacunas de Pfizer y Moderna, los obispos concluyen: “En vista de la gravedad de la pandemia actual y la falta de disponibilidad de vacunas alternativas, las razones para aceptar las vacunas contra COVID-19 de Pfizer y Moderna son suficientemente válidas para justificar su uso, a pesar de su remota conexión con cepas celulares moralmente comprometidas.

"Recibir una de las vacunas contra el COVID-19 debe entenderse como un acto de caridad hacia los demás miembros de nuestra comunidad. De esta manera, vacunarse de manera segura contra el COVID-19 debe considerarse un acto de amor al prójimo y parte de nuestra responsabilidad moral por el bien común”.

Con respecto a la vacuna de AstraZeneca, los obispos consideran que la misma está “más comprometida moralmente” y, en consecuencia, concluyen que esta vacuna “debe evitarse” si hay alternativas disponibles.

"Puede resultar, sin embargo, que alguien no tenga realmente una opción para vacunarse, al menos no sin sufrir un retraso prolongado en la inmunización, lo que pudiera tener graves consecuencias para la salud de la persona y la de sus semejantes", dijeron los dos presidentes de esos respectivos comités. "En ese caso... sería permitido utilizar la versión de AstraZeneca".

Por otra parte, los obispos advirtieron que los católicos “debemos estar alertas para que las nuevas vacunas contra el COVID-19 no nos desensibilicen ni debiliten nuestra determinación de oponernos al mal del aborto en sí y al posterior uso de células fetales en la investigación”.


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