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Feature News | Monday, December 23, 2019

'Si alguna vez necesitas un riñón ... yo te lo doy'

Médico con enfermedad renal encuentra amigo, y curación de por vida, en el retiro de Emaús

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MIAMI | El doctor neoyorquino Shawn Fibkins entró a la medicina para ayudar a la gente, después de una terrible etapa en la banca de inversión. Hace 16 años, en un examen de rutina, el graduado de Harvard descubrió que había heredado la enfermedad renal poliquística de su padre.

Fibkins estaba conmocionado. Había crecido sano; incluso jugó en el equipo de béisbol de Harvard. “Fue devastador porque estando en el campo médico sabía lo que esa enfermedad significaba para la gente: viajes al hospital con aneurismas cerebrales rotos e insuficiencia renal”.

Al año siguiente, cuando empezó su residencia en el Jackson Memorial Hospital, su esposa lo animó a participar en un retiro de Emaús, en la parroquia St. John Neumann, en Miami. Allí, el católico practicante experimentó una transformación espiritual y conoció a John Fernández. Los dos se hicieron amigos rápidamente; salían a comer en locales deportivos cercanos.

El Dr. Shawn Fibkins, a la derecha, se retrata con su amigo y salvavidas, John Fernández, después de reflexionar sobre el viaje que los reunió en un retiro de Emaús en la Iglesia St. John Neumann en Miami. Fernández es director de educación religiosa en St. John Neumann. Fibkins es radiólogo y ahora vive en Parkland, donde es miembro de la parroquia Mary, Help of Christians.

Fotógrafo: PRISCILLA GREEAR | FC

El Dr. Shawn Fibkins, a la derecha, se retrata con su amigo y salvavidas, John Fernández, después de reflexionar sobre el viaje que los reunió en un retiro de Emaús en la Iglesia St. John Neumann en Miami. Fernández es director de educación religiosa en St. John Neumann. Fibkins es radiólogo y ahora vive en Parkland, donde es miembro de la parroquia Mary, Help of Christians.

Fibkins le habló a Fernández sobre su enfermedad renal incurable y sus temores de dejar a sus hijos gemelos sin padre. Cuando le dijo que sus riñones pronto dejarían de funcionar, su amigo le contestó con indiferencia: “Si alguna vez necesitas un riñón, dímelo, hombre, yo te lo doy”.

Unos meses después, Fibkins fue diagnosticado con un aneurisma y viajó a la Universidad de Massachusetts para someterse a un procedimiento para prevenir la ruptura, por un radiólogo neurointervencionista de renombre mundial. Su comunidad de “hermanos” de Emaús se unió para apoyarle, incluyendo a Jorge Rolo y Fernando Martínez. “Viajaron por su cuenta y rezaron por mí con mi esposa y mis padres, en el hospital de Worcester”.

Aquí, mientras tanto, Fernández y otros rezaron en St. John Neumann. Mientras Fibkins se preparaba, se entregó completamente a Cristo, consciente de que su padre había muerto de PKD a los 35 años.

 

PREPARADO PARA MORIR

“Como cristianos, siempre se nos pide entregarnos completamente a Dios, ponerlo en el asiento del conductor y dejar que el Señor nos guíe. No sabía realmente lo que eso significaba hasta que pasé por el susto del aneurisma”, recordó. “Elegí ese camino y dije: ‘si éste es mi momento de irme, entonces llévame’, y me parecía bien morir, en realidad. Eso me trajo paz”.

Pero el médico descubrió que no era un aneurisma. “Si hubiera ido a otro lugar, él dijo que habrían intentado tratarlo y (yo) habría salido muy mal. Así que, definitivamente estaba en el lugar correcto. Siento que Dios me dio un impulso y que las cosas se alinearon”, recordó Fibkins, que ahora tiene 47 años.

Fernández, ahora de 44 años, dijo que sintió el llamado de Dios para dejar el sector corporativo y convertirse en director de educación religiosa en St. John Neumann. Fibkins se convirtió en padrino de su primera hija, Priscilla, y se mudó a Parkland por trabajo, pero los amigos se mantuvieron unidos.

Luego, en 2017, la función renal de Fibkins se deterioró muchísimo. Subió 50 libras y vomitaba unas tres horas cada mañana. “Sientes que tu cuerpo está envenenado”, dijo, y añadió que incluso con diálisis, “te sigues sintiendo fatal”.

Se registró en el Instituto de Trasplantes del Hospital Jackson, en Miami. Sus familiares y colegas de trabajo ofrecieron donarle un riñón, pero no eran compatibles. Siempre “ridículamente sano”, Fernández rápidamente se ofreció a donar y coincidió, y le dijo a su amigo: “No le des mucha importancia”.

Fernández aún tenía que decírselo a su esposa. “Al principio ella dijo: ‘No lo puedes hacer, ¿qué va a pasar con las niñas, conmigo?’. Pero a mitad de la frase dijo: ‘Si lo necesitaras, espero que alguien lo hiciera (por ti)”.

 

“¿TENGO LAS AGALLAS?”

Ese “sí” significó todo para Fibkins, independientemente del resultado. “Es difícil describir lo que es tener un amigo dispuesto a dar un pedazo de su vida para que la tuya continúe”.

Un mes después, el 30 de agosto de 2018, ambos se registraron en el Jackson para las operaciones. “Fue uno de esos momentos en que la llanta se encuentra con la carretera”, recordó Fernández, cuyo hermano es diácono permanente en St. John Neumann. “No hay amor más grande, dice el Señor, que dar la vida por un amigo. Pero, ¿estás dispuesto? Es muy fácil enseñarlo, leerlo y proclamarlo, pero, ¿tengo las agallas para hacerlo?”.

También fue una lección por excelencia para sus hijas. “Odio la idea de llamarme desinteresado, pero como padres queremos que nuestros hijos hagan lo correcto, y les enseñamos a hacer lo correcto haciendo lo correcto nosotros mismos”.

Al mismo tiempo, Fibkins se preparó pacíficamente para la segunda ronda. “Si tu fe está al 90 por ciento y estás a 10 yardas de la zona de anotación, eso no es lo que Dios quiere de ti. Te quiere en la zona de anotación, lo quiere todo”, reflexionó. “Ésa es la única manera en que puedes estar realmente satisfecho. Eso es lo que he aprendido pasando por esto, y siento que esta vez fue casi más fácil porque ya había pasado por esa sumisión espiritual”.

Después de siete horas de cirugía, Fibkins se despertó con una nueva vida. “John no sólo me ayudó. Siento que estoy curado. Camino, estoy sano. Hago todo lo que hacía antes de enfermarme. Es un milagro”.

Y pudo recompensarle a su amigo antes de lo esperado, cuando Fernández perdió a sus queridos y devotos padres. La primera noche que Fernández regresó a su casa del hospital, su padre murió repentinamente de un ataque al corazón. Al mes siguiente, la madre de Fernández, de 90 años de edad, fue atropellada por un auto y murió.

“Shawn llamaba todos los días y venía algunas veces”, dijo Fernández. “Tener este tipo de apoyo fue lo que me ayudó a pasar dos meses muy duros”.

 

DE VUELTA AL TRABAJO

Después de sus cirugías, Fernández regresó a trabajar en una semana, y Fibkins en tres meses, sin complicaciones. Aunque el radiólogo toma cuatro dosis diarias de medicina, dijo que ahora se siente más cerca de su familia, inhala la vida profundamente y siente profunda empatía por los pacientes que enfrentan insuficiencia renal y quimioterapia. “Trato de que la situación sea reconfortante para ellos”.

Miembro de la parroquia Mary Help of Christians, Fibkins se siente inspirado a dar charlas sobre lo que significa donar un riñón — en eterna gratitud a Fernández. “Incluyo a John en esto porque siento que si salvamos una vida vale la pena que se diga”, dijo. “Hay tanta gente que lo necesita. Se pueden salvar vidas. Y ése es un acto muy cristiano, dar una parte de ti mismo”.

Fernández dijo que no puede creer que ni siquiera tomó analgésicos después de la cirugía, y que espera que su rápida recuperación anime a los posibles donantes.

“No se puede negar que Dios nos reunió en el retiro de Emaús con un propósito”, dijo, mientras los dos reflexionaban juntos recientemente sobre su viaje de fe, compañerismo y sanación.

“Tú y yo somos personas muy diferentes. Crecimos diferentes: un tipo anglo de Nueva York, Long Island, y un chico inmigrante cubano de Miami. Mira, aquí estamos. Es una pareja extraña, pero le agradezco a Dios por ti”, le dijo a su amigo. “Tal vez éste sea un paso de un viaje más largo para los dos”.

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