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Feature News | Wednesday, July 17, 2019

Cuando 'el Águila aterrizó'

Sacerdote apasionado de la astronomía comparte recuerdos y reflexiona sobre el significado del aniversario del Apolo 11

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MIAMI | El P. Jesuita Pedro Cartaya recuerda haber estrechado la mano del astronauta Neil Armstrong.

El 5 de agosto de 1969, el sacerdote se encontraba en la ciudad de Nueva York, entre la multitud que esperaba para ver el desfile de los astronautas del Apolo 11. Al pasar el vehículo con los astronautas, el P. Cartaya tuvo la suerte de darle la mano rápidamente al primer ser humano que caminó sobre la Luna. Le dijo a Armstrong: “¡Buen trabajo! Que Dios te bendiga”.

El 20 de julio, el mundo celebra el 50º aniversario del Apolo 11, la misión que permitió a la humanidad caminar sobre la Luna por primera vez en la historia.

El padre Jesuita Pedro Cartaya describe los atributos del observatorio de la escuela de Belén en Miami. Está parado junto al telescopio de 16" con una cámara CCD (digital) para astrofotografía. Belén es la única escuela en los Estados Unidos equipada con ese tipo de telescopio.

Fotógrafo: ANA RODRIGUEZ-SOTO | FC

El padre Jesuita Pedro Cartaya describe los atributos del observatorio de la escuela de Belén en Miami. Está parado junto al telescopio de 16" con una cámara CCD (digital) para astrofotografía. Belén es la única escuela en los Estados Unidos equipada con ese tipo de telescopio.

“Armstrong pisó la Luna, dejando para siempre su huella como símbolo de lo que hizo. Fue emocionante”, dijo el P. Cartaya, un entusiasta de la astronomía que sirve como consejero espiritual y capellán de la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio de Belén.

El P. Cartaya tenía 33 años, enseñaba y estudiaba para su doctorado en literatura en la Universidad de St. Louis, Missouri, cuando encendió la televisión, junto con millones de personas en todo el mundo, para presenciar el alunizaje. Recuerda haber visto la transmisión en un pequeño televisor en blanco y negro. Cuando Armstrong anunció “El Águila ha aterrizado”, el P. Cartaya apenas pudo contener su emoción.

“Me emocioné tanto que en la parroquia donde me alojaba, estuve a punto de tocar las campanas, anunciando al mundo que por primera vez en la historia la humanidad había logrado algo que parecía imposible, tocando algo celestial fuera de la Tierra”, dijo.

Años más tarde, otra primicia del Apolo 11 fue revelada: El astronauta Edwin “Buzz” Aldrin había comulgado en el espacio.

“¿Pueden imaginar que la primera vez que el hombre pisó la Luna, también la Eucaristía fue consumida por primera vez fuera de la Tierra?”, anotó el P. Cartaya.

Aldrin, con el permiso de su pastor de la Iglesia Presbiteriana Webster, en Texas, había llevado pan y vino con él a la misión. Alrededor de una hora antes de caminar sobre la Luna, recordó en sus memorias que leyó un pasaje de las Escrituras, bebió el vino y comió el pan.

“Para mí, como sacerdote, fue doblemente emotivo saber que la primera comunión tuvo lugar fuera de la Tierra, el mismo día en que el hombre pisó la Luna. Agradezco a Dios por el talento que le ha dado a la humanidad y por la gracia que Cristo también necesitaba para estar presente fuera de la Tierra”, dijo el P. Cartaya.

La NASA, preocupada por la separación de la Iglesia y el Estado, se abstuvo de compartir el momento con el público. Aldrin lo reveló años después.


DIOS EN EL ESPACIO

No fue ni el primer ni el último astronauta en recordar a Dios en el espacio.

La tripulación del Apolo 8 había leído el Libro de Génesis el día de Navidad de 1968, cuando se convirtieron en los primeros humanos en orbitar la Luna. Dos semanas después de la Pascua de 1994, los astronautas católicos Thomas Jones, Sid Gutiérrez y Kevin Chilton —este último, ministro extraordinario de la Sagrada Comunión— recibieron la Eucaristía a bordo del transbordador espacial Endeavor. El astronauta israelí Ilan Ramon, según se reporta, recitó el Kiddush, la bendición del Sabbath para el vino, en su último viernes a bordo del transbordador espacial Columbia. (Él y sus compañeros astronautas murieron cuando el transbordador se desintegró al volver a entrar a la atmósfera terrestre, el 1º de febrero de 2003). Y en 2017, el cosmonauta ruso Sergei Ryzhikov llevó al espacio una reliquia de San Serafín de Sarnov, un santo ortodoxo ruso.

Algunos de los telescopios usados por los estudiantes de Belén en el observatorio de astronomía de la escuela.

Fotógrafo: ANA RODRIGUEZ-SOTO | FC

Algunos de los telescopios usados por los estudiantes de Belén en el observatorio de astronomía de la escuela.

Fotografías de la luna y las estrellas tomadas por los estudiantes de la escuela secundaria de Belén, la única en todo el sur de la Florida que tiene un observatorio.

Fotógrafo: ANA RODRIGUEZ-SOTO | FC

Fotografías de la luna y las estrellas tomadas por los estudiantes de la escuela secundaria de Belén, la única en todo el sur de la Florida que tiene un observatorio.

El propio P. Cartaya ha tenido el honor de bendecir a los astronautas que fueron al espacio. En 1998, el Colegio de Belén obtuvo permiso de la NASA para enviar un experimento de ADN molecular a bordo del transbordador espacial Discovery, para probar el efecto de la gravedad cero. El experimento fue creado por estudiantes de Belén y colocado en una caja de metal. Un estudiante tuvo el honor de colocarlo en el transbordador. La NASA incluso vistió al joven de 16 años como un astronauta.

Mientras el P. Cartaya miraba, los astronautas que iban a la misión se acercaron, y uno de ellos habló con el sacerdote.

“Me preguntó si yo era sacerdote, pastor o rabino, y esperaba una bendición. Imagínate, qué compromiso. No podía mencionar a Jesucristo, porque algunos de ellos eran judíos. No podía mencionar a la Virgen María, porque algunos de ellos eran protestantes. No podía mencionar a Dios, porque algunos de ellos eran ateos — no, eso no es cierto”, bromeó el sacerdote.

“Les dije que me sentía honrado, y les dije: ‘Les deseo a todos una feliz aventura y éxito en el espacio, y como todos ustedes están a bordo de un transbordador llamado Discovery, espero que descubran a Dios más allá entre las estrellas”, recordó el P. Cartaya.

 

CREAR ALGO

Entusiasta de la astronomía, el P. Cartaya se maravilla de lo lejos que ha llegado la humanidad desde el alunizaje del Apolo 11. Lo caliï¬có como un momento de la historia que sirvió como catapulta para alcanzar algo más grande y continuar un legado de exploración y creatividad inspirado por Dios.

“La creación es como una virtud que Dios nos dio para continuar su trabajo creativo. Él dijo: ‘Yo creé el mundo. Ahora crea algo para mí y para el hombre’”, dijo el P. Cartaya.

Aunque está retirado de la enseñanza a tiempo completo, sigue siendo director del Observatorio Padre Benito Viñes del Colegio de Belén, el único de su tipo en cualquier escuela secundaria del Sur de La Florida. Los alumnos del P. Cartaya de la clase de 1972 construyeron y equiparon el observatorio.

“Ellos lo diseñaron, pagaron y lo construyeron cuando se convirtieron en arquitectos e ingenieros”, dijo el P. Cartaya.

El observatorio de Miami continúa 164 años de tradición en la escuela, una tradición que comenzó con el Observatorio de Belén en La Habana, Cuba. La azotea de Belén en La Habana fue también el lugar donde Cartaya, a los 13 años, vio su primer fenómeno astrológico.

Recuerda que había obtenido un permiso especial de la escuela y de sus padres para pasar la noche en la azotea, observando el cielo. Alrededor de las 2 de la madrugada, envuelto en “oscuridad y soledad”, observó “un meteorito tan extraordinario en el cielo de La Habana, que me sentí realmente abrumado”, dijo el P. Cartaya.

Atribuye su pasión de toda la vida por la astronomía al mérito de esa experiencia.

Con el 50º aniversario del Apolo 11, él cree que la humanidad está más que capacitada para regresar a la Luna, llegar a Marte, y más allá.

“Tenemos una mejor perspectiva de la Tierra cuando estamos fuera de la Tierra”, dijo. “Creo que cada vez que dejamos la Tierra regresamos con más ideas y una mejor perspectiva para mejorar a toda la humanidad. Volver a la Luna es la oportunidad de reproducir y recrear la oportunidad de decir: Cuán grande es el universo que Dios nos ha dado”.

Parado al lado de un mapa lunar, el Padre Jesuita Pedro Cartaya, aficiondado de astronomía en la escuela secundaria de Belén, recuerda el momento en que el hombre pisó la superficie de la luna por primera vez.

Fotógrafo: ANA RODRIGUEZ-SOTO | FC

Parado al lado de un mapa lunar, el Padre Jesuita Pedro Cartaya, aficiondado de astronomía en la escuela secundaria de Belén, recuerda el momento en que el hombre pisó la superficie de la luna por primera vez.


Comments from readers

Estela del Carmen Herrera - 07/18/2019 01:07 AM
Gracias por compartir esta historia casi desconocida, del trasfondo Cristiano de la llegada del hombre a la luna. Me ha conmovido profundamente. Cuan grande es el Señor! En la inmensidad del espacio, obra de sus manos, los astronautas lo alabaron. Bendito sea el Señor

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