Article Published

Article_archdiocese-of-miami-wenski-homily-medalla-milagrosa-virgen-maria_S

Homilies | Friday, November 27, 2020

Por la fidelidad de María nos llegó la vida que no tiene fin

Homilía del Arzobispo Wenski en el 190 aniversario de la Medalla Milagrosa

El Arzobispo Thomas Wenski predicó esta homilía durante una Misa el 27 de noviembre 2020 en la iglesia St. Michael, en Miami, con las Hijas de la Caridad, y en la ocasión del 190 aniversario de la aparición de la Virgen María que dio lugar a la devoción a la Medalla Milagrosa.  

Queridos hermanos y hermanas, congregados en torno al altar del Señor en esta querida iglesia de San Miguel Arcángel, nos unimos para dar gracias por el invaluable regalo de fe y devoción que nuestra Madre del cielo hiciera a sus hijos hace 190 años. También, encomendamos a nuestro Señor misericordioso el alma de Sor Adela de la Cruz quien cumplió su peregrinaje terrenal y entró a la casa del Señor este miércoles. QEPD.

Un día como hoy de 1830 tuvo lugar la revelación de la Santísima Virgen María a Santa Catalina Laboure, en la que mostró a la humilde Hija de la Caridad la visión de la muy venerada Medalla Milagrosa. Con esta devoción quería la Madre de Dios derramar una vez más sus abundantes gracias sobre el mundo para acercar a muchos al corazón de su hijo Jesucristo. No en balde esta devoción se extendió rápidamente por toda la Iglesia, cosechando en poco tiempo abundantes frutos de fe y conversión.

En aquella visión, revelada a Santa Catalina, se le presentaba la Virgen María de pie sobre el mundo, mientras que de sus manos brotaban rayos de luz representando sus bendiciones. “Estos rayos”, le dijo a Sor Catalina, “son el símbolo de las gracias que María consigue para los hombres”. En torno a ella, en medio de tan magnifica escena, podía leerse la hermosa oración que todos conocemos y que nos ha acompañado en tantos momentos de nuestras vidas: “Oh, María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”.

Y quiso Maria que aquella magnifica visión fuera acuñada en una medalla, prometiendo abundantes gracias a quienes la llevaran al cuello con fe y devoción. Habiendo confiado a Santa Catalina su confección y posterior propagación, dos años más tarde, en 1832, fue dada a conocer la medalla de la Virgen, adquiriendo inmediata popularidad y convirtiéndose, junto al Santo Rosario, en una de las devociones más veneradas por los católicos de todo el mundo.

Aquellos eran tiempos difíciles para la Iglesia, de manera particular para los católicos franceses que todavía sufrían las consecuencias de la persecución religiosa que siguió a la Revolución Francesa. Por otra parte, la enfermedad y la muerte causaban temor y desolación, a causa de la terrible epidemia de cólera que ese mismo año azotaba a Francia y a buena parte de Europa. Son los momentos que escoge la Santísima Virgen para hacerse presente en medio de sus hijos con su mensaje de fe y de esperanza. De esta manera, la medalla por ella revelada, que en un principio se conoció como “Medalla de la Inmaculada Concepción”, en poco tiempo pasó a llamarse la "Medalla Milagrosa" gracias a los muchos milagros obrados y a las incontables conversiones motivadas por su amorosa intercesión.

Hoy también vivimos momentos difíciles, la Iglesia enfrenta graves desafíos y los católicos seguimos necesitando la protección y el ejemplo de fe y confianza de Maria para poder realizar la misión que el Señor nos ha confiado en medio de la sociedad. Azotados también por una prolongada pandemia y sus consecuencias socioeconómicas para tantas las familias, nos preocupan además la violencia, la creciente polarización ideológica, así como la ofensiva contra valores esenciales como pueden ser la institución familiar y el respeto por la vida humana. Y en medio de estas realidades que nos toca vivir, no olvidamos que es el mismo Señor quien camina a nuestro lado, y que la intercesión providente de su Santísima Madre nunca nos abandona.

La primera lectura del Libro del Genesis nos recuerda que el mal, representado en la serpiente, será aplastado y vencido: “Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón” (Gen. 3, 15). Se trata de una primera referencia a María, la discípula fiel, que con su obediencia hará posible la llegada al mundo del vencedor del mal, del pecado y de la muerte. Si por la desobediencia de Eva entró la muerte en el mundo, por la fidelidad de María nos llegó la vida que no tiene fin.

Por su parte el evangelio de la Anunciación nos recuerda la realización de esa promesa a través del Sí generoso de María; de su confiada aceptación de la Palabra de Dios. Con su disponibilidad y abandono a la voluntad divina, María hizo posible que el Verbo encarnado, el Mesías victorioso, habitara entre nosotros: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc. 1, 38). Es el mismo Sí que supo mantener a lo largo de su vida, en momentos gozosos y también dolorosos, y en medio del sufrimiento junto a la cruz del Hijo. Su ejemplo de fortaleza y perseverancia nos anima en el camino de la fe, mientras enfrentamos los desafíos que nos presenta nuestra propia realidad.

Hermanos y hermanas, aprovecho la ocasión para animarlos en esa misión particular que a cada uno el Señor ha querido confiar. De manera particular quiero agradecer en este día tan especial a nuestras queridas hermanas, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, por su testimonio de entrega generosa y su servicio por tantos años en nuestra Arquidiócesis de Miami. Ustedes son herederas de un carisma de caridad y misión hacia los más desfavorecidos a ejemplo de San Vicente, quien nos recuerda a todos que “para morir como Jesucristo, hay que vivir como Jesucristo”.

Para concluir, quisiera también elevar una oración muy especial por las Hermanas que están enfermas, para que experimenten el consuelo de la fe y el amor maternal de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Que con su intercesión y ayuda podamos ser siempre los discípulos misioneros que el Señor y nuestro pueblo necesitan. Amen.

Powered by Parish Mate | E-system

This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply