By Ana Rodriguez Soto - Florida Catholic newspaper
MIAMI BEACH | El "pedacito de cielo" de Marian López se derrumbó en una pila de polvo y escombros poco después de la 1 de la madrugada del 24 de junio de 2021.
López, junto con su esposo, Alfredo, y su hijo Michael, que ahora tiene 25 años, escaparon en pijamas, zapatos, lentes y llevando solo sus teléfonos celulares.
"No teníamos nada cuando nos fuimos", expresó López tras conmemorar el primer aniversario del derrumbe de las Champlain Towers South en la Misa celebrada en su parroquia de St. Joseph.
La iglesia se encuentra a menos de dos manzanas de donde estaba Champlain Towers South. El edificio era visible desde el estacionamiento de la iglesia. Inmediatamente después del derrumbe, y durante las siguientes tres semanas de búsqueda y recuperación, la iglesia sirvió de lugar de oración y descanso para las familias sobrevivientes, los familiares afligidos de quienes perecieron, los socorristas, e incluso los periodistas que cubrían la tragedia.
López llamó a la iglesia "mi lugar seguro", y a sus feligreses "mi familia de la iglesia".
Reconoció que su familia tuvo suerte. Ellos salieron vivos. Pero "eso no significa que no esté sufriendo", manifestó. Claro, sólo perdieron bienes materiales, pero "unidos a los bienes materiales están las emociones y los recuerdos".
Los López perdieron su casa de 23 años. Después de mudarse con sus suegros, encontraron otro lugar cerca del centro de Miami, pero todavía buscan un hogar permanente. Los tres asisten a terapia.
También oran en familia cada noche antes de la cena, oraciones dirigidas por su hijo, que "tiene una fe muy fuerte", compartió López. Durante la Misa conmemorativa, Michael sirvió en el altar.
"El comienzo fue muy difícil", recordó, refiriéndose al agotamiento espiritual y emocional, así como al síndrome de culpabilidad del sobreviviente.
"Yo rogaba, suplicaba a Dios que fortaleciera mi fe y mantuviera mis ojos en él. Sin fe, no sé cómo alguien puede superar algo así y seguir adelante", aseguró López.
Agradeció a la familia de su esposo, a sus "amigos más queridos", y a las organizaciones comunitarias que acudieron a Surfside por la ayuda prestada a su familia para superar el año.
"Me sentí asombrada por la gran generosidad, empatía y compasión que me mostró la gente", le dijo al Florida Catholic. Después de un año de cierres por la pandemia, de que la gente se sintiera aislada e impaciente y enfadada, añadió: "Fue como, ¡guau! De repente, el amor".
COMPASIÓN
La compasión de la comunidad fue un tema para la Misa conmemorativa, que comenzó con la pronunciación del nombre de cada víctima, mientras los familiares, amigos o feligreses se acercaban a encender una vela: 98 en total, 49 a cada lado del santuario, todas encendidas desde el cirio pascual, símbolo de la resurrección, situado en el centro. Durante las pausas entre los nombres, el coro cantó "You'll Never Walk Alone" (Nunca Caminarás Solo).
Al entrar en la iglesia, el P. Juan Sosa, párroco de St. Joseph, llevaba un libro que había colocado hace un año junto al cirio pascual, en el que la gente había escrito los nombres de los desaparecidos, por quienes oraban. Eventualmente, los restos de todos los 98 fueron recuperados.
En su homilía, citó las palabras de un familiar que había perdido a un ser querido en el derrumbe: "Nuestros corazones están destrozados".
"¿Pero por cuánto tiempo?" preguntó el P. Sosa. "Incluso los corazones rotos pueden encontrar sanación y fuerza en su fe y en la compañía de quienes se preocupan".
En efecto, eso es lo que el clero y la comunidad de St. Joseph brindaron a las familias dolientes de Surfside.
Carla Guerrero puede dar fe de ello. Ella y su esposo fueron propietarios de un apartamento en Champlain Towers South por 18 años. Iban todos los fines de semana. Pero no estuvieron presentes ese jueves por la mañana, cuando el edificio se derrumbó.
Sin embargo, su mejor amiga por 29 años, "mi segundo pulmón", dijo Guerrero, no fue afortunada. Mercedes y Raymond Urgellés se habían mudado al edificio para estar más cerca de Carla y César, su esposo. Sus hijos eran amigos desde el tercer grado. Ambos se habían graduado del Colegio Jesuita de Belén.
"Mi director espiritual [jesuita] me ha ayudado desde el primer día", afirmó Carla Guerrero. "Mi comunidad aquí me ha ayudado mucho. Mis creencias me han permitido no estar desesperada. Gracias a Dios no he llegado a esa desesperación".
Dijo que no está segura de que comprará otro apartamento en la playa. "Lo que sé es que no voy a dejar la iglesia de St. Joseph. Esta comunidad ha sido maravillosa para todos nosotros".
"Desde aquel fatídico día en que todos nuestros corazones se destrozaron, esta congregación se ha mantenido firme con todos los que sufren", coincidió la alcaldesa del condado de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, que estuvo presente durante toda la Misa. "Todos los que están aquí formaron parte de la comunidad que cuidó de los demás".
LECCIONES
Se hizo eco de las palabras del P. Sosa en su homilía, cuando preguntó: "¿Qué lección, si alguna, hemos aprendido de Champlain Towers 2021? ¿Somos personas más solidarias con el mundo en el que vivimos, con nuestro país y, sobre todo, con la gente que nos rodea?".
La alcaldesa dijo que, para ella, la mayor lección es que, "en efecto, todos estamos conectados más allá de los credos, de las nacionalidades, de los idiomas, de las tradiciones, y en nuestros momentos más oscuros, esa conexión fue lo que en realidad brilló".
Tanto López como Guerrero expresaron al Florida Catholic que no se preguntan por qué la tragedia les sobrevino a ellos y a sus amigos.
"Sabemos que vamos a llegar a un lugar mejor, y sé que un día la voy a ver [a Mercedes]", declaró Guerrero. "Dios tiene sus planes. Pensamos que tenemos todo bajo control, pero no es así".
"Nunca dejé de creer que Dios me ama, que me cuidará, que proveerá como lo ha hecho en este último año", dijo López. "Dios nos ha ayudado en todo hasta ahora. Sé que me hará superar esto".
Ambas dijeron que la Misa conmemorativa del primer aniversario era un paso más en un largo camino hacia la sanación.
Otro paso para Guerrero: Ella y su familia viajaban a Alemania ese mismo fin de semana para la boda del hijo de su mejor amiga, Daniel Urgellés. Él y su hermana, Jennifer, graduada de Our Lady of Lourdes Academy, también participaron en la Misa.
"Sé que [a Mercedes] le hubiera encantado estar allí", comentó Guerrero, "pero su espíritu estará allí con nosotros".