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Columns | Monday, December 06, 2021

¿Quién nos defiende a nosotros?

En el diario visitar las casas de las personas necesitadas, los miembros de las conferencias se encuentran con muchas personas que tienen una factura de la compañía de electricidad por $300 y hasta más, y como comprenderán les preguntamos: ¿Cómo es posible? Usted no tiene aire acondicionado central, unas cuantas luces apenas y ha gastado tanto como una casa grande y con muchos artefactos eléctricos. ¿Usted llamó para quejarse a la compañía? Sí lo hice, y mandaron a un especialista según ellos, y la respuesta fue: “Lo lamentamos, pero ese es el pago que debe hacer o le cortamos la luz”.

Victor Martell

Fotógrafo:

Victor Martell

Lo mismo sucede con el agua, las compañías de cable, las compras al por menor en las grandes tiendas etc., sin mencionar cuando un empleado es indeseado por la gerencia, es echado a la calle, no importa la cantidad de años que haya servido; o cuando por cualquier incidente económico, dejamos de pagar la renta, nos echan a la calle sin valorar los años que hemos vivido en el lugar.

Tenemos informes de que esto también sucede en nuestros países del tercer mundo, pero allí es peor: estas compañías tienen la protección de los gobiernos y abusan más de nuestra clase pobre, porque no tienen quién los defienda, no pueden pagar a un abogado y caen en manos de cualquier tinterillo, los cuales se aprovechan de ellos y les roban por funciones que nunca hacen.

Otro de los casos más comunes es a la hora de comprar un carro: el vendedor les hace creer que él los está defendiendo, aunque es obvio, que es un empleado que trabaja para el que vende el carro; por lo tanto la mayor parte de las veces les entregan un contrato grandísimo en inglés, y nadie repara en lo escrito en letra pequeña, y cuando viene el problema el único que sale perjudicado es el comprador, o sea nuestro pobre.

Yo considero y les propongo a las Confraternidades de Abogados recién creadas, que pueden reunirse los abogados de diferentes países y crear un grupo de ayuda ya sea por pro-bono o haciendo valer sus deseos de ayudar al que nada tiene, y cuando ese departamento sea una realidad, enviar una comunicación a las diferentes ramas vicentinas, y en especial a la Sociedad de San Vicente de Paúl, porque nosotros visitamos las casas y vemos la realidad de los casos.

Ya es hora de que, como católicos, defendamos los derechos de los marginados siguiendo las huellas de nuestro Jesús.

Esta columna se publicó originalmente en la edición de noviembre de 2021 de La Voz Católica.

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