By Priscilla Greear - Florida Catholic
MIAMI | El Arzobispo Thomas Wenski ordenará a estos cuatro hombres al sacerdocio arquidiocesano este sábado, 10 de mayo de 2025, a las 10 a.m. en la Catedral de St. Mary. La ceremonia se retransmitirá en directo en el sitio web de la Arquidiócesis.
A continuación, perfiles de los nuevos sacerdotes.
DIÁCONO JORGE REYES: DE INGENIERO A CONSTRUCTOR DE LA IGLESIA

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Diácono Jorge Reyes, 57 años.
En 2005, tras un divorcio difícil, el diácono Jorge Reyes asistió con sus dos hijos a una Misa en la iglesia de Nativity, en Hollywood, y escuchó el sorprendente llamado del Señor.
"Atravesaba un momento muy traumático en mi vida. Un divorcio es una muerte en la familia, muy impactante en muchos sentidos", relató el diácono Reyes. "Sentí que Dios me llamaba durante la Misa, durante el Padre Nuestro. Sentí que me llamaba a perdonar y que me quería como sacerdote, dos cosas que yo no podía hacer. Pensé: 'Se ha equivocado de persona. Estoy en la Misa con dos niños'".
Sin embargo, el diácono Reyes comenzó a buscar a Dios con más intención, y a participar en retiros. En uno de ellos conoció al diácono John Clarke, quien estudiaba para el diaconado permanente. Clarke le despertó el interés por el diaconado, una buena alternativa al sacerdocio.
"Hasta el día de hoy, le he dicho que sentí que Dios me hablaba", aseguró el diácono.
Licenciado en ingeniería mecánica por la Florida Atlantic University, el diácono Reyes trabajó 30 años en el diseño de sistemas de construcción para TLC Engineering Solutions. Pero su prioridad era el sustento de sus amados gemelos, Jorge Alejandro y Amanda María. Comenzó el diaconado en 2012 y obtuvo una maestría en estudios teológicos del seminario de St. Vincent de Paul, en Boynton Beach. Se convirtió en diácono permanente en Nativity en 2017.
"Ser diácono fue mucho más de lo que esperaba. Me encantó", afirmó sobre su ministerio como "guerrero de fin de semana" en la parroquia.
Sin embargo, sentía un llamado silencioso al sacerdocio, y al cumplir un año de diaconado, el P. José Alfaro, párroco de la iglesia de St. John Neumann, en Miami, y su director espiritual, le preguntó si había considerado el sacerdocio.
Más adelante, cuando sus hijos se convirtieron en jóvenes adultos, el P. Alfaro le preguntó en tono cariñoso: "Y ahora, ¿cuál es tu excusa?".
En octubre de 2022, el P. Alfaro invitó a Reyes a una peregrinación a Tierra Santa donde Reyes oró profundamente por su dirección vocacional y ayudó a dirigir reflexiones espirituales.
"Fue realmente galvanizante", contó sobre la decisión de convertirse en sacerdote y guiar a la gente hacia la oración, "y dije que sí, que esto es lo que Dios me está diciendo".
En julio de 2023, se retiró de la ingeniería y en agosto se matriculó en el seminario de Pope St. John XXIII, en Weston, Massachusetts, para seminaristas de segunda carrera.
"Fue difícil dejar mis grados de ingeniería. Pero Dios me permitió poco a poco disfrutar del ministerio mucho más que de la ingeniería", aseguró.
El diácono Reyes nació en Cienfuegos, Cuba, y a los 4 años de edad llegó con su familia al Sur de La Florida. Su vocación sacerdotal se remonta a su infancia, cuando asistía a la escuela de Nativity, en Hollywood, vestía las grandes camisas de su padre como túnicas, y se sentía atraído por el crucifijo de la parroquia de Nativity. Discernió una vocación en la escuela intermedia, y se graduó en lo que hoy es la escuela preparatoria de Chaminade-Madonna, en Hollywood, antes de conocer a su futura esposa en la universidad.
Tras diez años de matrimonio, atravesó un divorcio no deseado y su esposa solicitó la anulación. Explicó que la anulación no niega la validez del matrimonio, sino que declara que no fue celebrado como sacramento por al menos uno de los cónyuges. Tras la anulación, tuvo la libertad de aspirar al sacerdocio.
"Todos venimos de diferentes caminos de la vida. Si hubiera seguido la voluntad de Dios desde el principio, nunca habría tenido los hijos que tengo", compartió. "Creo que Dios permite que ocurran ciertas cosas en nuestras vidas, y las utiliza para su voluntad y gloria".
Sus hijos aceptaron su vocación. "Les encanta. Los dos exclamaron: '¡Lo sabíamos!'. Veían que siempre pasaba tiempo en la iglesia", comentó el diácono cubano. "Cuando por fin les dije, mi hija me celebró una gran fiesta".
El diácono Reyes ha desempeñado labores pastorales en la Catedral de St. Mary, en Miami, y en la parroquia de St. Stephen, en Framingham, Massachusetts. Se prepara para su primera misión sacerdotal y mantiene su devoción de toda la vida a Santa Teresa de Lisieux, en cuya fiesta fue bautizado. En el seminario, se inspiró en el Beato Miguel Pro, sacerdote jesuita que atendió a los fieles durante la Guerra Cristera, un período de persecución religiosa en México, hasta su muerte por fusilamiento, momento en que proclamó: "¡Viva Cristo Rey!".
"Para mí, eso es un sacerdote", afirmó. "No se trata de uno; se trata del ministerio que uno entrega a su pueblo". También aprecia al Beato Carlo Acutis por su lema "A las alturas", su profunda espiritualidad y su amor por el alpinismo. "Estamos llamados 'a las alturas', estamos llamados a algo más grande, y lo veo como un hermoso lema para vivir".
El diácono Reyes aportará al sacerdocio su sentido del orden y del pensamiento racional como ingeniero. "Siempre es bueno ser analítico en la solución de los problemas, ser lo más racional posible en ciertos aspectos, incluso en las cosas prácticas. ¡Sé cómo funciona el aire acondicionado! Eso es de gran ayuda aquí en el Sur de La Florida", dijo.
El diácono reconoce que, al haber vivido cómodamente como soltero en su propia casa durante 20 años, hay una pérdida de libertad "que atemoriza". "Vivía la vida como quería vivirla", compartió. "Pero se la entrego a Dios, la coloco en manos de la Iglesia, renuncio a esa opción".
Ahora el diácono Reyes experimenta una nueva sensación de libertad. "También veo como una gran libertad el poder decir que no soy yo el que elige. Es Dios quien me elige a mí o quien elige mi vida a través de la Iglesia", declaró. "He sido bendecido con tantas cosas grandes. Creo que Dios me llama a devolver esas bendiciones y dar de mí mismo".
DIÁCONO JACUB BEREZA: ‘SEÑOR, ENVÍA OBREROS A TU MIES’

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Diácono Jakub Bereza, 30 años.
A los 13 años, el diácono Jacub Bereza se unió a una catequesis de siete semanas en su parroquia de Torun, Polonia. La catequesis era del Camino Neocatecumenal, un movimiento de iniciación cristiana a través del cual sus padres se habían conocido durante un viaje de San Juan Pablo II a dicho país. Poco imaginaba la aventura espiritual mundial que le esperaba, pues había crecido convencido de que tanto la fe como Papá Noel eran cosa de niños.
"Fue el comienzo de un viaje que aún continúo. Nunca imaginé que convertirme en sacerdote me traería a Miami. En mi adolescencia tuve mis crisis y mis dudas, pero entonces me di cuenta de que Dios estaba presente", recordó el diácono Bereza, uno de cinco hijos. "Vi que la fe y la Iglesia pueden abrir algo que el mundo no puede".
El diácono de 30 años se orientó hacia la pastoral juvenil en medio de los conflictos con su familia y las pruebas de la adolescencia. Tras asistir a una escuela primaria y secundaria de música donde estudió piano y guitarra, debió abandonar la música en la secundaria y echaba de menos a sus amigos. Aquel verano, recordó que trabajaba a regañadientes en las remodelaciones de su casa, y deseaba estar con sus amigos.
En 2009, el diácono Bereza viajó a Praga con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI, donde sintió el anhelo de "vivir mi vida por el Evangelio". Después, se unió a un grupo de discernimiento vocacional, y en 2011 viajó a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, donde se pidió a los jóvenes que rezaran: "Señor, envía obreros a tu mies."
"En ese momento, sentí que el Señor me llamaba como obrero a la viña, de la misma manera en que yo trabajaba en mi casa en la construcción: para renovar la escalera, arreglar la valla, hacer azulejos nuevos para la cocina", contó. "En cierto sentido, el Señor me llamaba a través de lo que yo intentaba huir, y así fue que me presenté en 2011".
En 2013, el diácono polaco participó en un retiro internacional del Camino Neocatecumenal en Italia con jóvenes que aspiraban a ingresar en un seminario misionero. En diciembre de ese año, llegó a Redemptoris Mater, el Seminario Misionero Arquidiocesano en Hialeah. Allí experimentó una profunda comunión con el grupo de seminaristas mientras participaban en servicios de oración semanales, Misas y retiros mensuales. Además, sus habilidades para la remodelación fueron muy útiles, ya que trabajaron juntos en proyectos de mejoras para el seminario, que abrió sus puertas en 2011.
"Aquel retiro en Italia me dio la libertad de ir a cualquier parte del mundo", afirmó. "Durante todos esos años, el trabajo nunca fue una carga. Tuve mis desafíos, y para mí, esa fue la señal de que en realidad era el Señor quien me llamó a Miami."
El diácono Bereza llegó a Miami temeroso de estudiar humanidades en inglés y de que "la comunicación no era mi fuerte". Sin saber nada de español, se sorprendió al ver que "los inmigrantes dominan la vida aquí en el Sur de La Florida". Se dedicó a los estudios académicos y obtuvo una licenciatura en filosofía en el seminario universitario de St. John Vianney, en Miami, y un máster en divinidad en el seminario regional de St. Vincent de Paul, en Boynton Beach.
Le encantaba la filosofía, que le ayudó a comprender la historia e ideologías como el nazismo y el comunismo, y se inspiró en el Beato Franz Jagerstatter, un converso austriaco martirizado por desafiar a los nazis. Mejoró sus habilidades comunicativas a través de actividades pastorales como las visitas regulares a una residencia de ancianos en Hialeah.
De 2015 a 2019, el diácono Bereza dirigió la catequesis de adultos en la iglesia de St. Boniface, en Pembroke Pines; en la iglesia de St. Vincent, en Margate, en 2018; y en la iglesia de Mother of Christ, en Miami, de 2022 a 2023.
La primera vez que dirigió una catequesis en español, "me las arreglé para juntar algunas frases, pero el Espíritu Santo me dio confianza, audacia", recordó. "Estar implicado en la labor de evangelización me ayudó a derribar la barrera del idioma".
Experimentó el "bautismo de fuego" en los veranos de 2015, 2017 y 2020 en misiones de una semana con otro seminarista, cuando salían como Cristo envió a sus discípulos a proclamar el reino de Dios.
En una semana en Toledo, Ohio, "fui testigo de que Dios nos esperaba allí. Él nos cuidó. A veces comíamos mucho, a veces muy poco. En ocasiones, dormíamos en la calle. Pero nada de eso fue una carga", dijo. "Un día estuvimos sirviendo comida a los desamparados. Fue increíble experimentar la providencia de Dios".
Durante su año pastoral en la iglesia de St. Augustine, en Dallas, Texas, en 2020 y 2021, el diácono enseñó catequesis, y ayudó a parejas a restaurar sus matrimonios y a jóvenes que luchaban con la depresión y el uso del alcohol.
"Fue un tiempo como de 'noviazgo', de comenzar mi vida verdaderamente dedicado a la evangelización, de entregarla al servicio del Evangelio, al trabajar con los jóvenes, con las comunidades", sostuvo. "Me resultó muy gratificante. Pude presenciar muchos milagros, jóvenes que volvían a la vida".
El año pastoral intensificó su deseo de servir a Dios en una parroquia, pero siempre con la mirada puesta en un destino misionero.
"Así es como imagino mi sacerdocio", comentó.
En 2023, el diácono Bereza acompañó a los jóvenes a la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, Portugal.
"Se duerme muy poco, pero dar la vida por los jóvenes me llena de alegría", dijo. "La peregrinación es como un momento privilegiado en el que están fuera de su entorno, lo que hace más fácil hablar con ellos, y también que se abran sobre sus problemas".
El diácono continúa tocando la guitarra clásica, y en sus ratos libres juega al fútbol, lo que ayudó a que los seminaristas obtuvieran la victoria en la Copa del Arzobispo de 2025. Completó su asignación del diaconado transitorio en la iglesia de Our Lady of the Lakes, en Miami Lakes. Con una disposición nerviosa pero alegre, ahora se prepara para la aventura misionera del sacerdocio, inspirado por el Papa Francisco para anunciar con valentía el Evangelio.
"Estoy entusiasmado. El primer deber del diácono es dar testimonio del Evangelio, y me parece que todos estos años en el seminario experimenté lo satisfactorio que es".
Añadió que encuentra consuelo para sus temores en las Escrituras.
"Me llenan de confianza si estoy en una parroquia y me siento fuera de control", aseguró. "Dios me espera allí".