Article Published

Article_archdiocese-miami-synod-synodality-wenski-reflection-walk-together-encounter-christ-each-other_S

Homilies | Sunday, October 17, 2021

Caminamos juntos para encontrarnos con Cristo y los demás

Reflexión del Arzobispo Wenski sobre el Éxodo 6 al comenzar el la Arquidiócesis el Sínodo sobre la sinodalidad

English Spanish

El Arzobispo Thomas Wenski dio esta reflexión sobre el Éxodo 6 a los miembros del sínodo, tres representantes de cada parroquia, reunidos para reflexionar y discernir después de la Misa que inauguró el Sínodo sobre la sinodalidad en la Arquidiócesis, el 17 de octubre de 2021.

Como ya saben, sínodo significa "caminar juntos". En el Evangelio, Jesús se encuentra casi siempre caminando con sus discípulos. Su ministerio es el de una predicación iterante: no tiene un lugar donde reclinar la cabeza. A lo largo de su ministerio, camina junto a sus discípulos, y va "por un camino", el camino a Jerusalén, el lugar de su "Pascua" de la muerte a la vida. En el Evangelio que escuchamos durante la misa, caminó con los discípulos de Emaús hasta ponerlos de nuevo en el camino correcto, el camino de regreso a Jerusalén.

El Arzobispo Thomas Wenski se dirige a los miembros del sínodo, tres de cada parroquia, antes del inicio de su actividad de discernimiento después de la Misa de apertura del Sínodo sobre la sinodalidad en la Arquidiócesis de Miami, el 17 de octubre de 2021.

Fotógrafo: ANA RODRIGUEZ-SOTO | FC

El Arzobispo Thomas Wenski se dirige a los miembros del sínodo, tres de cada parroquia, antes del inicio de su actividad de discernimiento después de la Misa de apertura del Sínodo sobre la sinodalidad en la Arquidiócesis de Miami, el 17 de octubre de 2021.

En cierto sentido, Dios nos ha llamado a caminar con él desde que llamó a los israelitas a salir de Egipto, la tierra de su esclavitud, hacia la libertad de la Tierra Prometida. Éxodo es otra combinación de palabras griegas, como sínodo. Éxodo significa "salir": tuvieron que salir de Egipto para ser liberados. El Éxodo comenzó con una cena de Pascua, pero esa cena pascual señalaba su paso por el Mar Rojo, que fue la ruptura definitiva con Egipto.

Así como Moisés llevó a los israelitas desde Egipto hasta la Tierra Prometida, a Jesús, el nuevo Moisés, le correspondería la Pascua de la muerte a la vida. Y la propia "Pascua" de Jesús comenzó con una cena pascual que anticipaba su Pascua de la muerte a la vida cuando muriera en la cruz.

Nuestro bautismo es un bautismo en la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo: es nuestra "Pascua" de la muerte a la vida. Podríamos decir que los israelitas fueron "bautizados" en el Mar Rojo. Ellos conmemoran su Pascua con la comida del Séder; nosotros conmemoramos la Pascua de Jesús con la Eucaristía. La Eucaristía conmemora la pasión y muerte de Jesús, pero nuestra comunión en su Cuerpo y Sangre anticipa nuestra resurrección, cuando nos sentaremos en el banquete de la vida en su Reino. Pero para llegar a ese banquete, a la realización más plena de los misterios pascuales, debemos seguir caminando juntos, como los israelitas. Y al igual que el camino se hizo arduo para los israelitas —su salida de Egipto no fue un paseo por el parque, sino por un desierto inclemente y peligroso— nuestro viaje unidos nos lleva por los desiertos existenciales de nuestro tiempo. Los israelitas en el desierto son símbolo, anticipo de la Iglesia: sus tentaciones son las mismas que experimentamos en el presente; los peligros que ellos afrontaron, nosotros también los afrontamos; y los pecados que ellos cometieron, nosotros los cometemos en la actualidad. Si caminamos solos, iremos como los discípulos de Emaús, tristes y abatidos, y lo más probable es que vayamos por el camino equivocado.

Cuando se tradujeron por primera vez las escrituras hebreas al griego, la palabra utilizada para describir a los israelitas en su travesía por el desierto de camino a la Tierra Santa era Pa-roi-ki-a. De ahí viene la palabra "parroquia". Las parroquias son comunidades de viajeros —no tenemos un hogar permanente aquí; nuestra ciudadanía está en el cielo, y por eso peregrinamos juntos (SÍNODO). Caminamos juntos, pero caminamos con esperanza porque caminamos con Jesús, que da dirección y propósito a nuestras vidas.

Cuando Dios creó al hombre, nos creó como seres sociales. La Escritura dice que no es bueno que el hombre esté solo. Fuimos creados para las relaciones, para las comunidades. Y cuando Cristo vino a salvarnos, vino a salvarnos en comunidad. De hecho, nos salvamos precisamente por unirnos a una comunidad en el bautismo, la familia de Dios. Nuestra fe católica no es una religión de "Jesús y yo". Es una religión de Jesús y nosotros.

Caminamos juntos, viajeros en un camino sinodal. Pero este camino no es fácil; no es un paseo por el parque, es una caminata por el desierto. Tenemos que hacer nuestro Éxodo, salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo, de nuestro egocentrismo; tenemos que romper los hábitos del pecado. Vamos, como rezamos en la Salve Regina, "los desterrados hijos de Eva, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas".

Así pues, ya sabemos lo que significa la palabra "sínodo". Pero este sínodo, en sus tres fases, es un sínodo sobre la sinodalidad. ¿Qué es entonces la sinodalidad? Me atrevería a decir que significa toda nuestra experiencia de la Iglesia como pueblo peregrino, como residentes temporales. Escuchándonos los unos a los otros y escuchando al Espíritu Santo, hemos de discernir el camino que Jesús quiere que sigamos en el siglo XXI. La Iglesia es sinodal porque la Iglesia no puede permitirse el lujo de detenerse y no continuar el camino. A través de la comunión —y aquí la palabra no se refiere principalmente a la recepción de la Eucaristía— es "koinonía", un compañerismo, una hermandad en la que todos los bautizados están llamados a participar, y a través de la cual todos hemos recibido una misión, una gran comisión de anunciar la buena nueva a todo el mundo.

De ahí, la sinodalidad, una palabra un poco extraña, ciertamente desconocida, pero una palabra que describe cómo nosotros, los católicos bautizados, debemos caminar unos con otros y con el Señor. 

Caminamos juntos para encontrarnos con Cristo, pero también para encontrarnos entre nosotros; para crear un nosotros "cada vez más amplio" de hermanos y hermanas; para escucharnos unos a otros, y todos al Espíritu Santo; para que nuestros corazones se enciendan de nuevo con una nueva pasión; para discernir lo que Dios nos pide hoy. El discernimiento debe consistir en llegar a ver el mundo en los términos de Dios y no en nuestros términos.

Como he dicho, esto no es un paseo por el parque. Caminamos por los desiertos existenciales de nuestro tiempo, donde demasiada gente se muere de sed porque no sabe beber del agua de la palabra de Dios y de los sacramentos. El desierto es el reino del diablo, un lugar de serpientes y animales salvajes.

Por lo tanto, este es un sínodo sobre la sinodalidad, y la sinodalidad tiene que ver con nuestro viaje juntos hacia el reino de Dios, de modo que este sínodo es muy importante. No se trata de escoger las combinaciones de colores para pintar el salón parroquial. Se trata de la comunión, la participación, la misión. En palabras del Papa Francisco: "La sinodalidad expresa la naturaleza de la Iglesia, su forma, su estilo, su misión". Y en la Iglesia "no hay extras", todos son protagonistas. Cada uno tiene su parte. 

Powered by Parish Mate | E-system

This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply