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Columns | Friday, May 19, 2023

Es hora de reunir entre sí los conceptos del sexo y la reproducción

Columna del Arzobispo Wenski para la edición de mayo 2023 de La Voz Católica

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En abril, la Legislatura de La Florida aprobó, y el gobernador promulgó, la Heartbeat Protection Act (ley que protege a un bebé dentro del útero materno desde el momento en que su corazón comienza a latir).Si bien las restricciones al aborto en el proyecto de ley no entrarán en vigencia a menos que la Corte Suprema de La Florida decida mantener una prohibición del aborto después de 15 semanas de embarazo, aprobada el año pasado, se espera que la Corte decida a favor de la vida y, por lo tanto, esta ley que restringe el aborto después seis semanas de gestación entrará en vigor.

Esta es una cuestión de gran importancia, y un paso adelante a pesar de que el proyecto de ley contiene excepciones a la prohibición de las seis semanas, que incluyen los casos de violación, de incesto o de tráfico de personas. Mientras rezamos para que algún día todos los abortos sean ilegales, e impensables, esta legislación incremental, cuando entre en vigor, salvará decenas de miles de vidas. Al mismo tiempo, el aumento de los fondos para el apoyo vital al embarazo y a la crianza ayudarán a abordar las necesidades esenciales de las madres y las familias.

La anulación de Roe vs. Wade en el caso de Dobbs vs. el Condado de Jackson, devolvió a la población la promulgación de leyes relativas al aborto. El pueblo, por intermedio de sus representantes electos, decidiría, y no los jueces, que legislan desde su estrado. La política sobre el aborto, que alguna vez se creyó que era una "ley establecida", se está debatiendo nuevamente en todo el país, y hay personas en algunos Estados que aprueban leyes para proteger la vida humana, y las hay, en otros Estados, que aprueban leyes que permiten la matanza de bebés por nacer para, aparentemente, proteger la autonomía humana.

Estas “guerras por el aborto” que actualmente se libran en todo el país, son incómodas y desconcertantes, y agregan otra capa a la polarización política y social que estamos experimentando como sociedad. Sin embargo, para el movimiento pro-vida, esta es una oportunidad para ayudar a nuestros conciudadanos a restablecer la conexión entre los conceptos de sexo y reproducción, y para ofrecer una visión más humana del embarazo y la paternidad.

A menos que restablezcamos la conexión entre esos dos conceptos, la revolución sexual que comenzó en los años 60 con la amplia disponibilidad de anticonceptivos, las guerras por el aborto continuarán sin cesar. Antes de la revolución sexual, la responsabilidad sexual significaba reconocer las consecuencias del sexo y estar a la altura de ellas. Después, significó evitar por completo estas consecuencias. Una cultura del cortejo amoroso entre el hombre y la mujer se transformó en una cultura de “ligar”. La anticoncepción eliminó el estándar social del compromiso de por vida con la pareja sexual y los hijos de esa unión.

La causa fundamental que impulsa la demanda del aborto es la falta de voluntad de la sociedad para aceptar, y prever, las consecuencias naturales del sexo. La actividad sexual fuera del compromiso resultó, a pesar de la disponibilidad de anticonceptivos, en un aumento de embarazos no deseados, sin mencionar la reducción de las mujeres al papel de ser simplemente “salidas” para la liberación sexual de los hombres, lo que resultó en la cosificación de las mujeres en los medios populares, la pornografía y la cultura de las citas por placer.

Quienes sean pro-vida, deben centrarse en la humanidad del niño por nacer, así como en la dignidad de la maternidad. Necesitamos recordarles a aquellos que argumentan que el aborto es necesario para proteger la autonomía humana, que, en palabras del famoso poema de John Donne, “ningún hombre es una isla… La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque soy parte de la humanidad”. El aborto siempre resulta en la muerte de un ser humano. Es una “solución” que no resuelve nada, pero crea nuevos problemas.

Tanto hombres como mujeres comparten un propósito común en la vida: amar y ser amados. Nos realizamos como seres humanos por el don de darnos nosotros mismos. Ser humano significa vivir en relaciones. Estas relaciones, incluidas las relaciones sexuales, imponen deberes que deben aceptarse si queremos vivir una vida plena. En otras palabras, las exigencias de autonomía o autodeterminación no son absolutas: no pueden divorciarse de nuestros deberes hacia los demás.

La “revolución sexual”, al separar el vínculo entre la actividad sexual y la procreación, hizo estragos en las relaciones entre hombres y mujeres, resultando en la ruptura de las familias y la desvalorización de la vida del niño por nacer. También ha cambiado la visión del matrimonio y la familia como el compromiso de un hombre y una mujer en una relación de por vida, en la que nacen y se crían hijos.

Santa Madre Teresa de Calcuta dijo, en un Desayuno Nacional de Oración en 1994, en presencia de Bill Clinton, entonces presidente de los Estados Unidos: “Cualquier país que acepte el aborto no está enseñando a su gente a amar, sino a usar la violencia para conseguir lo que quieren. Es por eso que el mayor destructor del amor y la paz es el aborto”.

Comments from readers

Michael - 05/25/2023 09:54 AM
It is with a deep sense of sorrow and concern that I venture to address the tragedy of abortion. However, it is necessary to critique the prevailing discourse often employed by Church leaders, which at times appears reductionist, lacking nuance, and unimaginative. This is a reality that must be acknowledged, as the credibility of the Church's stance on sexual morality has been profoundly undermined by the distressing cases of abuse and subsequent attempts to conceal them. In grappling with the complexity of these issues, we must engage with the diverse perspectives on sexual morality that are found within our faith community and in wider society. It is imperative that we genuinely contemplate the concrete, lived experiences of individuals who confront these profound moral quandaries firsthand. By embarking on a journey of communal learning and growth, we can cultivate a more profound empathy and compassionate understanding of these intricately woven matters. Embracing the essence of the ecclesia discens, the Church as a learning institution, holds the promise of expanding our capacity to address these challenging matters with sensitivity and pastoral wisdom.
Angela Ochoa - 05/25/2023 08:46 AM
Archbishop Wenski, what an extraordinary opportunity to REINFORCE one of the fundamental teachings of our Catholic faith, with regards to the dignity of life and for the gift of sex as God created it-for natural procreation within the sanctity of marriage. Thank you for courageously and truthfully responding to a world increasingly atheist, agnostic and secular. "May your will be done on earth as it is in heaven". Amen and Amen.
Valli Leone - 05/24/2023 08:00 PM
I thoroughly enjoyed reading this article, so clearly written and filled with the truths evidenced throughout my 75 years. Hoping for holier generations to come and deliverance from the degrading practices promoted through the “sexual revolution” of the sixties, I will continue to pray for “sexual revelations” that can only come from a knowledge of God‘s plan for mankind. Forgive us, Heavenly Father, for the lies we believed and the sins we have committed. Enlighten our minds and hearts, Holy Spirit. For your truth will set us all free. As Saint Catherine of Siena encouraged us: “Be who God meant you to be, and you will set the world on fire.” All hope is not gone, because with God all things are possible! Jesus, impart to us a hunger for obedience to your Word. Set a fire down in our souls that we can’t contain, and we can’t control. Amen. ✝️⚓️💜

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