By Rocio Granados - La Voz Catolica
SWEETWATER | Rosemary Torres Juárez era estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, cuando con un grupo de amigos fue a llevar víveres a otros estudiantes que estaban protestando, atrincherados en la Catedral de Managua, el 20 de abril de 2018.
La protesta se había originado dos días antes en contra del gobierno de Daniel Ortega, por el anuncio de reformas al programa de seguridad social, incluyendo el aumento de las cotizaciones de los trabajadores y una reducción de las pensiones a los jubilados.
Cuando Torres llegó a la Universidad de Ingeniería, UNI, muy cerca de la catedral, los grupos antimotines ya estaban atacando a los estudiantes. Torres pensó que si se quedaba en la UNI moriría allí. Prefirió salir corriendo y se refugió con sus compañeros en la catedral.
“Corrimos a la catedral y de allí era defender los portones y correr en los momentos que había que correr”, dijo.
Cuando los antimotines entraron a la catedral, Torres llamó a su familia para despedirse. “Al primero que llamé fue a un tío: “Tío, ya me despido porque creo que no lo vuelvo a escuchar”, contó entre sollozos.
Muy cerca de allí, en el puente de Metrocentro, estaban disparando.
“¿Por hacer qué? ¿Qué teníamos en nuestras mochilas? Nada más que piedras para defendernos. ¿Y a quién íbamos a matar con unas piedras si estábamos tan lejos? Y al final corríamos cuando vimos esas bombas lacrimógenas”, dijo Torres. Y agregó “era lo único que nosotros hacíamos y fuimos asechados por eso”.
Torres estaba en proceso de obtener la residencia legal en Estados Unidos. Después de eso, su mamá llamó a su abogada para acelerar su caso y a los tres días llegó a este país.
“Me dolió que aparte de que asechan a mi país, asecharon a mis padres, asecharon a los pastores de Nicaragua que han estado con nosotros desde el primer momento, que han dado la cara”, dijo Torres, refiriéndose a Mons. Silvio Báez, Obispo Auxiliar de Managua, Nicaragua, que estaba de visita en Miami.
“Hoy estoy aquí por eso, y porque tengo una vida gracias a los pastores de nuestra Iglesia y gracias a Dios que abrieron las puertas para que nos refugiáramos allí muchos jóvenes”, dijo Torres durante la Misa celebrada por Mons. Báez en la parroquia St. Agatha, en Sweetwater, el 28 de abril.
A la Misa acudieron cientos de nicaragüenses con pancartas y banderas azul y blanco, en apoyo al pastor que se despidió de la comunidad nicaragüense en Miami un día antes de su partida a Roma.
Desde el inicio de las protestas en Nicaragua en abril del 2018, por parte de los jóvenes universitarios y toda la sociedad civil contra el gobierno Orteguista, la Iglesia Católica ha protegido y ha acogido a los manifestantes cuando huían de los ataques armados de los grupos pro oficialistas.
La Iglesia Católica y Mons. Báez “los ha protegido y les ha dado refugio. Ha llorado con ellos, ha sentido la muerte de ellos, y ha visto la injusticia de la crucifixión de un pueblo desarmado”, dijo el P. Marcos Somarriba, párroco de St. Agatha.
Por ello, cuando se enteraron de que el obispo celebraría la Misa en St. Agatha, acudieron apoteósicamente. Alrededor de 3000 personas abarrotaron el templo, que tiene capacidad para 1200.
Durante su homilía, Mons. Báez dijo que el pueblo nicaragüense es “un pueblo herido por la injusticia, la ambición, la corrupción y la represión criminal. Pero esas heridas van a resucitar. Que la Virgen Madre de Jesús interceda por nosotros para que podamos soportar las heridas sufridas por luchar por una sociedad más humana y justa sin dejarnos arrebatar la alegría y la esperanza”.
Después de la Misa le celebraron su cumpleaños con una torta en forma de la bandera de Nicaragua y con una banda de músicos nicaragüenses y otra de mariachis. Para finalizar, el cantante nicaragüense, Carlos Mejía Godoy, cantó “Nicaragua Nicaragüita” con el coro y ovación de los participantes.
Mons. Báez agradeció al Arzobispo Thomas Wenski por acogerlo en la Iglesia de Miami y a los sacerdotes y diáconos que participaron en la Misa. A los nicaragüenses que están en su patria les dijo, “los llevo en mi corazón, sigo rezando y llorando por ellos y no los voy a olvidar nunca”.
Y a los nicaragüenses fuera de su país les dijo, “ahora yo también como ustedes experimento en carne propia lo difícil que es vivir fuera de la patria. No pierdan la esperanza, recen mucho porque nuestra patria necesita un milagro”.
Con respecto a su partida dijo, “me voy muy triste de dejar Nicaragua, pero me voy orgulloso de ser nicaragüense y de pertenecer a este noble pueblo. Llevo la valija llena de rostros, de historias, de lágrimas, de corazones”.
Mons. Báez es considerado la figura más crítica del gobierno Ortega Murillo. Su salida temporal de Nicaragua, a pedido del Papa Francisco por motivos de seguridad, ha causado dolor e indignación en el pueblo nicaragüense.
“Venimos a despedir a un obispo que está siendo expulsado de Nicaragua. Y esto está muy mal, no me gusta. Él es una persona que todo el mundo quiere en Nicaragua”, dijo Ivonne Vaca, una nicaragüense que vive en Miami y asistió a la Misa.
“En Nicaragua se siente el vacío de su presencia, de su voz”, dijo el P. Somarriba, refiriéndose a sus conversaciones con sacerdotes en Nicaragua. “Pero tienen la esperanza de que, a través de los medios de comunicación, de que siempre los ha utilizado muy bien, pueda seguir alzando la voz en defensa de los más indefensos”.
DATOS AL MARGEN
- Según un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la violencia con la que ha respondido el gobierno nicaragüense a las protestas iniciadas hace un año han provocado la muerte de 325 personas, y más de 2,000 heridas.
- Según cifras de la sociedad civil, casi 800 personas fueron detenidas, de las cuales al menos 500 continúan privadas de libertad. 300 profesionales de la salud fueron despedidos, 144 estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua han sido expulsados, y más de 70 periodistas y trabajadores de medios se vieron forzados al exilio.
- Alrededor de 62,000 nicaragüenses han huido a países vecinos, como Costa Rica, buscando refugio, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.