By Rocio Granados - La Voz Catolica
MIRAMAR | Unos días después de la celebración del Día de los Reyes Magos, los niños que acompañan a sus padres a sus citas de inmigración en la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos, ICE, en Miramar, recibieron sus regalos.
“Hay bonitas cosas para los niños. Los juguetes están caros. Como acabo de llegar no tengo para comprar”, dijo Luciela Manzano, una inmigrante cubana que llegó a Miami el 2 de enero con su hija de 9 años. Ella recibió un parole, pero su esposo se quedó detenido en un centro de detención migratoria, en Texas, por donde entraron al país.
Los juguetes se entregaron a unas docenas de niños frente a la oficina de ICE, en Miramar, el miércoles 9 de enero.
La idea de regalar juguetes a los niños por el Día de los Reyes Magos surgió después de que sobraron muchos del reparto por Navidad, que se realizó en diciembre en el mismo lugar.
“El día del reparto de juguetes por la Navidad fue un día mágico”, dijo Silvia Muñoz, del Instituto Jesuita Pedro Arrupe, uno de los organizadores del evento. “Pudimos dar un poco de alegría a estas familias que sufren por su estatus migratorio irregular”, agregó.
También se entregaron más de $2,000 en tarjetas de regalo de supermercados y tiendas a los padres de los niños.
Los juguetes fueron donaciones de diferentes grupos y organizaciones a través de las redes sociales. También contribuyeron la Universidad de Miami y los familiares y allegados de los miembros de las organizaciones que conforman el Círculo de Protección, un grupo de organizaciones pro-inmigrantes que cada miércoles ofrecen gratuitamente agua, café y meriendas a los que acuden a sus citas migratorias.
“Llevan jugos para los pequeños (que cada día son más)”, dijo Muñoz, además de pasteles donados por una panadería argentina, frutas y lo que cada persona se le ocurra llevar. También les ofrecen información sobre sus derechos, sobre clínicas de inmigración y una línea de ayuda. Les dan una silla para sentarse, o simplemente alguien que los escuche para que se desahoguen.
El Círculo de Protección empezó en agosto de 2017, después de que una integrante de la organización United We Dream se enterara de las malas condiciones en que las personas que acudían a sus citas de inmigración esperaban su turno para entrar.
La gente espera parada por horas. A los representantes de ICE y de la ciudad de Miramar “no les importaba si llovía o si había 90 grados de calor. Algunos se desmayaban”, dijo María Bilbao, de la organización United We Dream, integrante del Círculo de Protección.
Junto con representantes de otras organizaciones, como Women Working Together, el Instituto Jesuita Pedro Arrupe, Friends of Miami-Dade Detainees, Florida Immigrant Coalition, Rise Up Florida, The New Florida Majority, entre otras, empezaron a pedir a la ciudad de Miramar y al ICE que mejoraran el trato a estas personas.
“Hemos logrado que la ciudad de Miramar construya un parqueo, porque no existía, y que colocaran tres carpas y bancos”, indicó Bilbao. También lograron que los dejaran usar los baños.
“El Servicio de Inmigración ha alquilado este edificio sin las facilidades apropiadas para tener la gente adentro”, dijo Elena Muñoz, del Instituto Pedro Arrupe, quien dona voluntariamente su tiempo los miércoles para repartir café y comida a los inmigrantes.
Esta oficina recibe un promedio de 250 a 300 personas al día, pero tiene capacidad sólo para 40 personas, indicó Bilbao.
Con la actual administración, hay muchas personas que están siendo llamadas para renovar sus permisos en plazos más cortos, de una vez al año a cada 3 o 6 meses. Al mismo tiempo, mucha gente que tiene una orden de deportación detenida (o Stay of Removal) y que durante la anterior administración no eran una prioridad para la deportación, están siendo llamadas, detenidas y deportadas.
“Nosotros les llamamos las redadas silenciosas”, indicó Bilbao.
Por otro lado, se ha visto muchos casos de gente que son llamadas a sus citas y después les dicen que no aparecen en la lista y deben regresar otro día. Pero “son gente que viene de lejos pagando cientos de dólares para que los traigan”, dijo Silvia Muñoz. Muchos tienen problemas por no saber inglés y confunden las fechas y no asisten a sus citas.
Se ha visto a mujeres embazadas, con bebés o que están amamantando, y no hay un lugar donde lo puedan hacer. También hay personas con discapacidades físicas que vienen en sillas de ruedas.
Bilbao dice que ha visto varios casos impactantes, pero uno que le impresionó mucho fue el de un auto que estuvo estacionado por varias semanas frente a esta oficina del ICE. “Aparentemente, la persona vino a su cita solo. Tenía su ropa de trabajo atrás del auto y se ve que nunca salió. Desapareció de su día a día, de su familia, de su trabajo”.
Este hecho le recordó a las “Madres de Plaza de Mayo”, de Argentina (un grupo de mujeres que en la década de los 70 se reunían para reclamar con vida a sus seres queridos desaparecidos). “Ellas lo hacían de manera de resistir cada jueves, cada jueves”, agregó.
Bilbao comparó este hecho con lo que ella y los demás voluntarios de las organizaciones que conforman el Círculo de Protección hacen cada miércoles frente a la oficina del ICE, en Miramar. “No importa cuántas son: importa la constancia y resistir y seguir firmes; ya hace un año y medio que estamos y hemos logrado muchas mejoras”, indicó.
Esto “es el enlace con la realidad, porque no todo se queda en charlas sobre la justicia social, hay que poner las manos a la obra”, dijo Silvia Muñoz.
“No nos pagan por hacer esto, pero la satisfacción de darle (a una persona) una oración o algo que puede ser lo único que coma durante todo el día, no tiene precio, independientemente del problema migratorio que tenga”, dijo María Pérez, voluntaria de United We Dream.