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Columns | Tuesday, May 13, 2014

Es hora de reparar la inoperante pol�tica penal de nuestro pa�s

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Los cat�licos y otros cristianos de todo el mundo tienen el consuelo de saber que el �Se�or no se cansa de perdonar, nunca!�, como ha dicho el Papa Francisco. Pero m�s all� de nuestros errores personales, tambi�n sabemos que hay una quiebra en la sociedad. Quiz�s en ning�n aspecto sea esta quiebra m�s evidente que en la tr�gica tasa de encarcelamientos de nuestro pa�s.

Estados Unidos encarcela a m�s personas per c�pita que cualquier otra naci�n en el mundo, a un costo de aproximadamente $80 mil millones anuales. En el 2011, aproximadamente siete millones de personas se encontraban bajo alguna forma de control correccional, con 2.2 millones de presos en las c�rceles federales, estatales o locales.

Seg�n el Departamento de Correcciones de La Florida, en enero del 2014 La Florida albergaba a 100,445 reclusos en 55 prisiones estatales y siete prisiones privadas. El costo medio anual para los residentes de La Florida por el encarcelamiento de una persona es de $17,338 al a�o, y el condado de Miami-Dade est� a la cabeza en el n�mero de condenados.

Los hispanos tienen el doble de probabilidades de ser encarcelados que los blancos, y si las pr�cticas actuales de encarcelamiento se mantienen, uno de cada tres hombres afroamericanos puede ir a la c�rcel en alg�n momento de su vida.

Varios factores han contribuido a estas estad�sticas alarmantes.

La sentencia m�nima obligatoria, una mayor penalizaci�n de los delitos no violentos, la lucrativa industria de las prisiones privadas y las severas pol�ticas contra el delito, que llevan a los delincuentes juveniles al sistema penitenciario a edades cada vez m�s j�venes, desempe�an un papel en el aumento del n�mero de encarcelamientos. Adem�s, el crecimiento, durante los �ltimos a�os, de la industria de las prisiones privadas con fines de lucro, tambi�n ha creado, seg�n argumentan algunos, un perverso incentivo que favorece el encarcelamiento sobre otras alternativas posibles .

Las sentencias rigurosas no s�lo son costosas, sino que a menudo resultan perjudiciales para el bien de las familias y las comunidades. El encarcelamiento prolongado contribuye a mayores tasas de reincidencia, inestabilidad familiar y pobreza. El castigo, con el fin de que promueva la vida y la dignidad humanas, debe promover la rehabilitaci�n del delincuente y su restituci�n a la sociedad como un miembro productivo de �sta.

Personas de las m�s diversas perspectivas pol�ticas y religiosas est�n comenzando a cuestionar las severas pr�cticas penales de nuestro pa�s. Los senadores Dick Durbin (D -IL) y Mike Lee (R -UT ) han presentado un proyecto de Ley, The Smarter Sentencing Act (S. 1410), o Ley Penal M�s Inteligente, que busca implementar reformas modestas de las sentencias m�nimas obligatorias, ampliando las opciones de penalizaci�n judicial, espec�ficamente, para los delitos de drogas no violentos. El proyecto de ley permitir�a reducciones en las sentencias obligatorias para ciertos delitos de drogas, y permitir�a que quienes cometan delitos vinculados al consumo de crack procuraran recibir penas m�s leves conforme a la Fair Sentencing Act (Ley de Sentencias Justas) del 2010.

El gobierno establece acertadamente leyes para proteger a las personas y promover el bien com�n. Pero los costos humanos y financieros de la encarcelaci�n en masa est�n socavando el bien com�n, y hacen poco para proteger a la ciudadan�a. Es contraproducente el invertir grandes cantidades de recursos en encarcelar a los delincuentes no violentos. En lugar de ello, el gobierno y la sociedad civil deber�an promover programas eficaces para la prevenci�n del delito, la rehabilitaci�n, los esfuerzos de educaci�n, el tratamiento del abuso de sustancias, y los programas de libertad condicional, libertad bajo palabra y reintegraci�n.

Como ha dicho el Papa Francisco, �Dios est� en la vida de todos. Incluso si la vida de una persona ha sido un desastre, incluso si se destruye por vicios, drogas o cualquier otra cosa, Dios est� en la vida de esa persona�. En lugar de �echar a un lado� a las personas quebrantadas, deber�amos busca maneras de rehabilitarlas y de reintegrarlas a la sociedad en general .

La contrici�n, la restituci�n, la rehabilitaci�n, pueden servir mejor a la causa de la justicia que el simple castigo por el castigo mismo. Es hora de buscar la sanaci�n y de iniciar el di�logo, tan largamente pospuesto, sobre c�mo reparar la inoperante pol�tica penal de nuestro pa�s.

Comments from readers

Aken Cabrera - 05/16/2014 01:02 AM
Wonderful column. Archbishop Wenski is true leader who really cares for
the people of the Archdiocese of Miami. That being said, I would like to mention a few points. Besides there being an incentive for incarceration because of for-profit prisons, we should also mention the fact that there is also a political motivation as well because the position of State or District Attorney (depending on the state, is an elected position, which means that the only way in which the State or District Attorney gets re-elected is by "being tough on crime", and not exactly because he or she really cares about public safety. Another factor, is that a large number of Defendants are Spanish speaking, thus not fully understanding their Constitutional rights. Also, a lot of times, the Prosecutor assigned to the cases are only seeking a conviction, which by the way could be by the Defendant making a guilty plea, due to the fact that many times the accused just does not want to go prison, and thus simply take the "easy way out" that is presented to him or her, not only by the Prosecutor, or by a Public Defender who has a very large case load and just wants decrease their case load.

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