Papa Bendicto XVI visita Cuba

Fotógrafo: Pope Benedict XVI

El papa Benedicto XVI

Declaraciones del arzobispo Thomas Wenski

El lunes, 26 de marzo, el Papa Benedicto XVI aterrizar� en suelo cubano.  El pueblo cubano, incluyendo cubanos de estas orillas, le va a recibir con el cari�o y el entusiasmo de quien �viene en nombre del Se�or�.  Llega en su papel de pastor universal de la Iglesia Cat�lica � y como una de las responsabilidades m�s importante del Papa es confirmar la fe de los cat�licos, el prop�sito de esta visita a Cuba tiene fines pastorales: o sea,  reafirmar la fe de los cat�licos de la Isla y, a su vez, resaltar la importancia de los valores del esp�ritu a todos los cubanos.  As�, si el Papa va a Cuba es porque tambi�n �l reconoce la valiosa labor de la Iglesia cubana --de sus obispos, sus sacerdotes y religiosas, y sus laicos-- que desde su pobreza quiere servir a su pueblo como levadura de esperanza evang�lica.

Es verdad que los cubanos � aqu� y all� � desean un cambio que vaya m�s a lo pol�tico; sin embargo, la visita de Benedicto XVI a Cuba no se espera con tintes pol�ticos, se espera con tintes pastorales.  A pesar del c1ima de sospecha y desconfianza que con frecuencia produce la vida bajo reg�menes totalitarios, la Iglesia en Cuba quiere ayudar al pueblo cubano a superar la falta de confianza mutua y a construir la unidad sobre la base del perd�n y la reconciliaci�n.  Solo por un camino inspirado en el amor evang�lico y no en el odio ideol�gico, el pueblo va a poder encontrar las pautas seguras a seguir para construir un futuro de esperanza en Cuba.  Esto define el prop�sito de la visita como tambi�n define la misi�n de la Iglesia en general.

Como coment� Oscar Espinosa Chepe, periodista independiente dentro de Cuba, en el Nuevo Herald, el 22 de marzo, �La Iglesia Cat�lica ha dado sobradas pruebas de haber estado siempre al lado de la ciudadan�a, sin discriminaci�n de ning�n tipo.  Las presiones � hijas de la desesperaci�n causada por tantos a�os de sufrimientos y represi�n � para que adopte posiciones parcializadas y divorciadas de la realidad, lejos de ayudar en el contexto nacional actual perjudican en la labor de fortalecimiento del consenso a favor del cambio y del decisivo papel de la Iglesia como puente de comunicaci�n entre todos los cubanos, comprendidos por supuesto, nuestros compatriotas residentes en el exterior, componentes inalienables de nuestra patria�

Es preciso reconocer lo dif�cil que es valorar desde fuera la fr�gil l�nea que existe entre el retiro cobarde de una posici�n prof�tica y la prudencia frente a la opresi�n para sacar provecho del poco espacio que existe.  Hay que evitar cometer injusticias graves por parte de aquellos que viviendo en un contexto social diferente aplican criterios simplistas en sus f�ciles condenas.

Nosotros los que viajamos desde Miami como peregrinos tambi�n queremos reconocer la labor de la Iglesia de Cuba y queremos ser solidarios con ella cuando celebra con alegr�a junto con el Santo Padre los 400 a�os desde el hallazgo y la presencia de la Virgen de la Caridad en Cuba. Las palabras, �a Jes�s por Mar�a, la caridad nos une'', tambi�n se dirigen, como afirman los obispos cubanos, a los �hermanos cubanos que viven fuera de Cuba, porque la Virgen de la Caridad es s�mbolo de la Patria, es v�nculo de unidad de nuestras familias, de nuestro pueblo y, ante todo, porque es la Madre de Jesucristo, el Hijo de Dios, Salvador de todos los hombres''.

Nosotros vamos a Cuba porque es la Iglesia Cat�lica cubana que nos invita.  Y la presencia entre los peregrinos de un buen grupo de norteamericanos al lado de los cubanos americanos servir� para destacar los estrechos lazos hist�ricos que unen a la Florida con Cuba.  Recordemos que este territorio, durante los a�os de la colonia espa�ola, fue parte de la entonces di�cesis de Santiago de Cuba.

La visita de Juan Pablo II marc� un antes y un despu�s entre el pueblo, a nivel de Iglesia, aunque, en aquel momento, no percibi� grandes cambios en las relaciones Iglesia-Estado.  Como un joven sacerdote cubano coment� hace poco, �Para todos, fueron d�as de alegr�a por las calles, de energ�a, de una sensaci�n de libertad, fue espectacular; era otro pueblo.�  As� fueron los efectos de la visita de Juan Pablo y esperamos algo parecido en esta visita de Benedicto XVI.