By Archbishop Thomas Wenski - The Archdiocese of Miami
Queridos fieles de Cristo:Desde el primer domingo de Octubre, la Iglesia Cat�lica de los EE UU observa el Mes �Respetemos la Vida� como lo hemos hecho por los �ltimos 40 a�os. El lema elegido este a�o, es tomado de las palabras de Jesus: Yo he venido para que tengan vida y la tenga abundante. (Juan 10: 10)
La promesa de Jes�s de la "vida abundante" es especialmente conmovedora hoy, cuando nuestra cultura y a veces nuestro gobierno promueven valores hostiles a la felicidad y al verdadero bienestar de los individuos y la sociedad.
Ver la vida como un juego al estilo de la "suma nula" en el que avanzar los intereses propios requiere dejar de lado las necesidades de otros, puede llevar a la indiferencia insensible para cualquier persona que es especialmente d�bil, indefensa y necesitada de nuestra ayuda. El ni�o por nacer, el padre de edad avanzada que algunos llaman una "carga" en nuestro sistema m�dico, el supuesto "exceso" de embriones en la cl�nica de fertilidad, la persona con una discapacidad, la v�ctima de un accidente que sufre discapacidad cognitiva y requiere ayuda para recibir los alimentos y agua para vivir �cada uno hoy en d�a est� en riesgo de ser tachado como "una vida que no merece vivir". Esta indiferencia insensible tambi�n se expresa en el recurso de los estados a la pena capital.
Los esfuerzos de agencias estatales de definir el aborto y los servicios contraceptivos como �cuidado de salud� como si la fecundidad fuera una enfermedad tambi�n amenazan los derechos de la consciencia y la libertad religiosa de los que reh�san colaborar en tales programas.
Este mes �Respetemos la Vida� nos recuerda que los cat�licos no podemos rehuir de la obligaci�n de afirmar los valores y principios que mantenemos como esenciales para el bien com�n, comenzando por el derecho a la vida de todo ser humano y el derecho de toda mujer y todo hombre a expresar y vivir seg�n sus creencias religiosas y conciencias bien formadas.
Este mes, y cada mes, que nosotros, como cat�licos comprometidos y ciudadanos fieles, demos un testimonio de la inherente igualdad y el valor trascendente de todo ser humano.