Blog Published

Blog_help-our-church_S


No es el tiempo para lamentarnos. En el momento actual nuestra Iglesia católica tiene una angustiosa carencia de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa y esto lo podemos comprobar no solamente en nuestra área sino también en países desarrollados y tradicionalmente católicos. Cabe pensar que el Espíritu Santo mismo es quien está moviendo los hilos.

¿No hemos dicho muchas veces que Dios es el único que puede escribir derecho en líneas torcidas? ¿Por qué no pensar que es el mismo Espíritu el que va conduciendo a la Iglesia hacia un nuevo futuro, en la que los seglares recuperen el protagonismo bautismal y pasen a ser protagonistas en la nueva evangelización? Esto es una hipótesis que no hay que descartar con escepticismo ni con sonrisas irónicas. En todo caso nada se pierde con actuar al amparo de ese supuesto y creo que debe hacerse con urgencia.

La Iglesia misma ha dado ya algunos pasos importantes que pueden ser el anticipo de un futuro no lejano. Ya han ordenado diáconos permanentes a hombres casados de probada virtud y los han preparado teológicamente. Pero ¿qué hemos hecho hasta ahora los Vicentinos para preparar hermanos nuestros que puedan ser promovidos a la ordenación de diáconos permanentes? ¿Por qué no pensar en un diaconado vicentino permanente?

Esto no es pura imaginación. Nosotros podemos hacerlo y debemos comenzar ya. Estos signos de los tiempos constituyen una llamada para nuestros jóvenes vicentinos; tenemos el potencial seglar. Seamos lucidos y preparemos a nuestros hermanos para ser auténticos evangelizadores, protagonistas en nuestros servicios pastorales; creemos escuelas de catequistas y de evangelizadores. No podemos abandonar nuestras parroquias y nuestras responsabilidades pastorales primarias a la buena voluntad de sacerdotes y hermanas cargadas de trabajo y de años.

Esto no quiere decir que dejemos a un lado nuestras responsabilidades como vicentinos, de visitar a nuestras familias necesitadas en su casa y de prodigarles ayuda material de acuerdo a nuestras posibilidades. Pero debemos ver mas allá de una ayuda momentánea; debemos sanar hogares destruidos, llevando la palabra de Dios, con nuestra ayuda material y enseñarles a pedir a Dios con paciencia.

En algunos casos tendremos que contar con gente suficientemente joven como para animar y dinamizar la vida en nuestras conferencias vicentinas. Algunos países menos desarrollados que me ha tocado visitar nos llevan la delantera en esto y es importante que aprendamos de sus experiencias positivas para traerlas a nuestras iglesias del sur de la Florida.

Powered by Parish Mate | E-system

This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply