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En la era de la globalización, cuando bienes y servicios circulan libremente entre países, es necesario examinar el concepto de la migración laboral. Si bien promovemos el movimiento de bienes y servicios, nuestro país tiene dificultades con el movimiento de seres humanos que buscan ocupar puestos de trabajo importantes en nuestra economía.

Ejemplo de ello es el elevado número de detenciones que se han producido recientemente en la frontera entre Estados Unidos y México. Este fenómeno ha hecho creer a muchos que se está produciendo una "invasión".

Sin embargo, las cifras pueden ser engañosas porque los indicadores utilizados a veces no toman en cuenta la reincidencia de los migrantes que intentan volver a entrar. De hecho, de los más de 2 millones de personas detenidas en el año fiscal 2022, el 22% fue detenido al menos dos veces.

Además, el número de solicitantes de asilo procedentes de países autoritarios—Venezuela, Cuba y Nicaragua aumentó un 175% este año. Mientras tanto, el número de migrantes procedentes de los países del Triángulo Norte El Salvador, Guatemala y Honduras— disminuyó un 45%.

Los 1.6 millones de aprehensiones que se produjeron durante el año 2021 también deben ser analizados con detenimiento, ya que sólo el 40% era de mexicanos, lo que cambió una tendencia de larga data.

En una época de globalización, los movimientos entre fronteras son naturales, con puntos de entrada y salida para el flujo normal de bienes, servicios y trabajadores. La administración de las fronteras tiene tres objetivos fundamentales: interceptar drogas, frenar la migración indocumentada, y mantener alejados a los terroristas y a quienes se encuentran en una lista de vigilancia. Estos objetivos se cumplen con mayor eficiencia en los aeropuertos, pero a lo largo de las 2,000 millas (3,200 kilómetros) de la frontera sur estos objetivos son casi imposibles de cumplir.

¿Cuál es la solución a este problema? Mientras los opositores aviven el miedo de la población a una inmigración sin control, la reforma legal será difícil de conseguir en términos políticos.

Sin embargo, un sistema reformado que favorezca las vías legales para la unificación familiar y para satisfacer las necesidades de mano de obra, ayudará a reducir el número de inmigrantes que cruzan hacia los EE.UU. sin autorización. Al crear más vías legales de entrada, se podrá satisfacer de forma segura y ordenada nuestra futura demanda de mano de obra.

Las necesidades laborales de la globalización dificultan el control de las fronteras. La eliminación de la trata y del contrabando de seres humanos requiere nuevas formas de cooperación internacional. Las estructuras regionales pueden ayudar a limitar la migración no autorizada de quienes huyen de la violencia y la pobreza extrema, al tiempo que les proporcionan protección. 

Las soluciones propuestas dependerán de la cooperación internacional y de un aumento de los recursos para ayudar a conceder con prontitud audiencias de asilo y atención a otras necesidades de protección humanitaria. Esto se puede lograr al disponer de refugios de orientación cerca de los puntos de salida en los países de origen de las personas, lo que les permitiría solicitar asilo y evitar hacer viajes peligrosos.

La doctrina social católica nos recuerda que las naciones soberanas tienen derecho a proteger sus fronteras y a admitir a quienes están en conformidad con sus leyes. Pero esto debe equilibrarse a partir del bien común de quienes buscan la entrada y de las necesidades de un país.

Al observar la situación de los refugiados y el asilo en el mundo—como la admisión de más de 2.5 millones de refugiados desde Ucrania por parte de Polonia—nos damos cuenta de que nuestro país se puede permitir ser mucho más generoso. También tenemos que aumentar las vías legales para los trabajadores y para la reunificación familiar.

La globalización requiere que los EE.UU. cuenten con un nuevo sistema de inmigración que sólo la reforma migratoria puede proporcionar.

Este blog también se publicó como columna en la edición de noviembre 2022 de La Voz Católica.

Comments from readers

Neida D Perez - 12/12/2022 12:00 PM
It makes sense and I can hear a dear pastor lamenting the pragmatism of the young. I have not been young for a while now. Still, government policies need specifics for effective change to take place...specifics from the whole body of the Church. I can remember the hopes of the people when a priest became president of Haiti...probably expecting too much from a single human. I fell in love with Catholic Social Teaching a while ago; the same goes for Faithful Citizenship...but I wonder, I wonder...I pray for the fruit of the Spirit in my own life and in the Body of Christ.

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