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Los recortes presupuestarios iniciados por la actual administración, impulsados por el nuevo y poderoso Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), han afectado indiscriminadamente a muchos programas vitales, especialmente a aquellos que impactan a migrantes y refugiados.

No hay nadie que no desee eficiencia en el gobierno, especialmente cuando se trata de tolerar el fraude y el despilfarro. Sin embargo, como antiguo director del programa de reasentamiento de la Conferencia de Obispos Estadounidenses entre 1985 y 1992, puedo afirmar que los recortes están poniendo en peligro la vida y el bienestar de algunos migrantes y refugiados.

Por ejemplo, la interrupción brusca del programa de reasentamiento de refugiados de Estados Unidos se produjo en medio de una situación en la que muchos refugiados auténticos y acreditados esperaban entrar al país.

Los refugiados que reúnen los requisitos para este programa deben ser investigados primero por el personal de las Naciones Unidas y luego por los funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional (DHS). Estados Unidos aplica normas rigurosas y exhaustivas comprobaciones de antecedentes para garantizar que reasenta a personas que necesitan protección, en lugar de personas que suponen una amenaza para la seguridad nacional.

Muchos refugiados huyen por recibir amenazas en contra de su seguridad, y aquellos a quienes se les ha concedido la entrada en Estados Unidos se encuentran ahora languideciendo en el extranjero en circunstancias difíciles.

La reciente aprobación de 59 afrikaners sudafricanos como refugiados es muy cuestionable, ya que no cumplen la definición de refugiados, que deben demostrar una amenaza de persecución, daño físico o incluso muerte, lo que se ajusta a los requisitos para obtener la condición de refugiado.

Trágicamente, millones de refugiados auténticos que lo merecen no están siendo considerados para el reasentamiento en Estados Unidos, ya que la administración ha cerrado prácticamente el programa, salvo por una reciente orden judicial que permite la entrada de 10,000 refugiados aprobados si el Gobierno cumple la sentencia.

Las repercusiones internas de la suspensión de la financiación también han sido graves.

Las agencias de reasentamiento sin ánimo de lucro han perdido la financiación de los servicios ya prestados, lo que ha obligado a la Oficina de Servicios Migratorios y de Refugiados de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) a despedir a cientos de empleados tanto en la sede central como en las diócesis.

La USCCB ha tenido que demandar al Gobierno federal por millones de dólares por los servicios ya prestados bajo contrato.

El vicepresidente JD Vance criticó a los obispos estadounidenses cuando dijo: “Y creo que la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos debería mirarse un poco en el espejo y reconocer que, cuando reciben más de 100 millones de dólares para ayudar a reasentar a inmigrantes indocumentados, ¿les preocupan realmente las cuestiones humanitarias? ¿O les preocupa en realidad su situación financiera?”.

De hecho, los obispos estadounidenses no utilizan fondos federales para ayudar a los indocumentados y contribuyen al programa de reasentamiento de refugiados. La declaración incorrecta nunca fue reconocida públicamente ni retirada. Como resultado, la USCCB se vio obligada a detener la labor de reasentamiento de refugiados de la Iglesia, sin planes de reanudarla.

Se espera que este programa vital se restablezca durante la actual o la próxima administración.

Los refugiados afectados proceden de diversos países, entre ellos Afganistán, Somalia, Irak, Sudán, Siria y Myanmar. Muchos llevan hasta cinco años esperando para venir a Estados Unidos y muchos estaban vinculados a este país de diversas maneras. Por ejemplo, en Afganistán e Irak, estas personas estaban empleadas por las fuerzas estadounidenses.

La USCCB se compromete a identificar nuevos métodos para apoyar a los refugiados y a los menores no acompañados, cuyos programas también se han visto afectados por recortes.

Además, los recortes programáticos adicionales en el sistema de inmigración de los Estados Unidos afectarán la reunificación familiar, la naturalización y la mayoría de las visas para trabajadores de bajo nivel. Al parecer, las visas para algunos trabajadores de alta tecnología y la “tarjeta dorada” propuesta para personas que hayan invertido cinco millones de dólares o más están exentas de estas reducciones.

Sin embargo, hay algunas buenas noticias.

Se ha presentado una legislación para ayudar a los trabajadores religiosos a obtener la residencia permanente, subsanando los retrasos y ampliando la utilidad del programa. Esta interrupción se produjo porque el Departamento de Estado de los Estados Unidos asignó erróneamente las tarjetas de residencia de esta categoría de visados a otros inmigrantes.

Estados Unidos siempre ha sido pionero en el mundo en el reasentamiento de refugiados a través de un generoso programa de reasentamiento. Solo el año pasado, Estados Unidos reasentó a más de 100,000 refugiados; este año, solo se ha reasentado a unos 160 refugiados, aparte de los controvertidos 59 afrikaners de Sudáfrica.

La pérdida del programa de refugiados es otro ejemplo de cómo Estados Unidos ha renunciado a su primer puesto entre las naciones en materia de ayuda humanitaria.

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