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Blog_The poor_S


El mantel muy limpio, la familia sentada ante la mesa, los platos humeantes y el televisor con su contrapunto de luz y sonido. Una imagen frecuentísima en muchos hogares. De pronto, “esos niños que nos miran”. La sensibilidad de nuestras conciencias da un toque de acidez a los alimentos, un cosquilleo en nuestro espíritu. 

Nos cuesta desligar de la imaginación esta gran tragedia. El hambre se refleja a través de la angustia en los ojos de tantos niños como los que se asoman a la pantalla del televisor, los hijos de la miseria. El hambre mata cada año a 14 millones de esos niños que nos miran desde el callejón sin salida del subdesarrollo. Azota a más de 800 millones de hermanos nuestros que viven y mueren en condiciones infrahumanas. Algunos de ellos están a la vuelta de la esquina de nuestra propia casa y de nuestro propio olvido. 

Ante la magnitud del problema nos sentimos impotentes, pequeños. Me decía un doctor de Médicos sin Fronteras que venía de Ruanda: “Aquellos viven como viven porque nosotros vivimos como vivimos”.  

Es cierto, porque podemos hacer muy poco y no hacemos nada, somos unos insensibles. Desde nuestra falta de sensibilidad consideramos que nuestra aportación sólo puede ser una gota de agua en el océano, aunque la Madre Teresa de Calcuta afirmaba que si esa gota no estuviera ahí, haría falta. 

Si alentara en nosotros el espíritu vicentino, sabríamos que no hace falta ser rico para dar. Un hermoso proverbio indio indica: “Si tienes dos pedazos de pan, da uno a los pobres. Vende el otro y compra rosas para tu alma”. 

He tenido el privilegio de convivir durante un día con Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. Son misioneras, algo tan apreciado entre los seguidores de San Vicente. Conocí a Sagrario, quien pasó largos años en la selva colombiana, y a Teresa, entregada por completo a nuestras hermanas y hermanos africanos de Guinea. Hay muchas más distribuidas por el ancho mundo misionero, desconocidas pero unidas a nosotros por el espíritu vicentino.  

Todas han comprendido el mensaje de amor y caridad de San Vicente, y lo han llevado a esas tierras y seres desconocidos. Ellas me hablaron y enseñaron fotografías que traían para las familias de cuatro hermanas, hijas de San Vicente de Paul, asesinadas en Zaire. Sabían el peligro, pero permanecieron firmes, sin desfallecer. 

El sacerdote jesuita Pedro Miguel Lamet cuenta que William Holman Hunt pintó a Cristo en un jardín a media noche. En su mano izquierda sostiene una lámpara, y con la derecha llama a una pesada puerta. Parece que, el día que se develó el cuadro, un crítico le preguntó: “Señor Hunt, ¿Por qué no ha terminado la obra?”  

“Está terminada”, respondió.  

“¡Pero si no hay pomo en esa puerta!”  

“Esa es la puerta del corazón humano”, dijo el artista, “y sólo puede ser abierta desde el interior”. 

Sagrario y Teresa, nuestras hermanas misioneras, abrieron sus puertas desde el interior y, por ellas, se les ha colado Jesús. Las cuatro Hijas de San Vicente de Paul asesinadas en Zaire, también abrieron esa puerta. Dejaron sus arados abandonados en los surcos de la pobreza, pero son un nuevo tesoro para la Iglesia. En las viejas colinas africanas, más allá del miedo, nuestras hermanas misioneras hacen que cada noche nos traiga un bello amanecer. 

Estos ejemplos deben servirnos de inspiración, revolver nuestras conciencias. ¿Damos todo lo que podemos? 

No hace mucho leí en una revista que Anselmo, un niño brasileño de cuatro años, había muerto de hambre en brazos de su madre mientras le preguntaba: “Mamá, ¿en el cielo hay pan?” Anselmo soñaba su cielo como un pedazo de pan tierno, y mientras soñaba, murió. Anselmo era uno de entre esos 14 millones de niños que mueren de hambre cada año. 

Desde nuestro bienestar nos resulta difícil imaginar una multitud desgarrada por el hambre. Según unas estadísticas recientes, si todos los hambrientos del mundo pudieran hacer una cola, esta daría la vuelta al mundo 20 veces. 

Ojalá que esta reflexión sea nuestro camino de Damasco hacia la solidaridad.

POR FAVOR AYUDA
  • La Sociedad de San Vicente de Paul está recaudando juguetes para los niños necesitados que entregarán por el Día de Reyes.
  • La entrega tendrá lugar:el 3 de enero en Radio Paz, 1779 N.W. 28 St., Miami, FL 33142 yel 4 de enero en St. Martin de Porres, 14881 S.W. 288 St., Homestead, 33033.
  • Pueden llevar los juguetes a todas las tiendas Navarro de Miami-Dade y depositarlos en las cajas que están para recibirlos. Para más información, llamar al 305-474-9010. 

Comments from readers

mirtha de la Torre - 01/02/2015 02:12 PM
Ayudar al pobre es no solamente una obligaci�n de humanidad es nuestro unico pasaporte seguro al cielo porque cumplimos con el mandamiento del Amor. Debemos recordar que todos somos pobres y el credito de riqueza espiritual aumenta a medida que servimos y pensamos en las necesidades del otro primero que en las propias nuestras. Esto no es demagog�a pol�tica aunque muchas veces se utiliza para ganar elecciones. Pidamos a Dios en este nuevo a�o que recien se inaugura nos permita hablar menos y hacer m�s, amar mucho con actos efectivos sin esperar nada a cambio y orar sin descanso para que la voluntad de Dios se nos revele a cada paso. Feliz y bendecido a�o nuevo para todos!!!

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