El A�o de la Misericordia y las puertas santas
Monday, January 25, 2016
Antonio Fernandez
Ya llevamos cerca de dos meses desde el comienzo del Año Jubilar de la Misericordia, cuando el Papa Francisco abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, y me pregunto, ¿hemos ya atravesado la Puerta Santa?
Y más aún me pregunto, ¿cuantos de mis lectores entenderán la profundidad de mi pregunta? Ante todo, ¿de qué puerta santa estoy hablando? No me refiero necesariamente a la Puerta Santa de ninguna de las grandes basílicas romanas ni a ninguna de las miles de puertas santas designadas a través del orbe por los distintos ordinarios de cada iglesia particular.
Me refiero a la gran puerta santa de nuestros corazones. Esa puerta que, como puerta al fin y al cabo, tiene dos fines: uno es para entrar y otro es para salir. A diferencia de una ventana que se abre para contemplar el mundo que pasa por frente de nuestra casa, la puerta es para salir o para entrar.
Nuestro corazón tiene que ser la puerta que se abre a la misericordia de Dios para que ella entre dentro de nosotros. Y también se abre para que de nuestro corazón salga esa misma misericordia para los que nos rodean, especialmente los más necesitados y abandonados, los alejados, los pecadores, los que no son “buenos” como nosotros nos creemos ser.
Mucho se habla estos días de ganar las indulgencias jubilares, de peregrinaciones, de novenas y rezos, pero el Año de la Misericordia, además de todo eso, es principalmente el ser misericordioso en forma real y práctica todos los días en el trato con los demás, en el realizar con diligencia y cotidianamente las obras de misericordia.
Desempolvemos nuestros viejos catecismos y recordemos:
Obras
Corporales de Misericordia
- Dar de comer al hambriento
- Dar de beber al sediento
- Dar posada al necesitado
- Vestir al desnudo
- Visitar al enfermo
- Socorrer a los presos
- Enterrar a los muertos
Obras
Espirituales de Misericordia
- Enseñar al que no sabe
- Dar buen consejo al que lo necesita
- Corregir al que está en error
- Perdonar las ofensas
- Consolar al triste
- Sufrir con paciencia los defectos de los demás
- Rogar a Dios por vivos y difuntos
¿Sabían ustedes que el Papa Francisco en su bula sobre el Jubileo de la Misericordia nos habla de conseguir las indulgencias practicando estas obras de misericordia? Y esto se puede hacer sin gastos de aviones y hoteles.
Pienso que primero debo hacer las obras de misericordia y después las peregrinaciones. ¿Por qué? Porque para mí es más sabroso darme un viajecito a Roma que tener que meterme una tarde en un hospital visitando un enfermo. Y generalmente lo que yo prefiero no es necesariamente lo mejor que Dios quiere que yo haga.
Comments from readers