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"Es un récord que nunca debería haberse alcanzado", expresó Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. ¿El récord? Más de 100 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a huir de la violencia por las pandillas, los conflictos armados, la guerra, las sequías inducidas por el calentamiento climático, el hambre, la pobreza extrema. Un sinfín de situaciones que no ofrecen ninguna esperanza.

Grandi afirmó con valentía: "Esto debe servir como un llamado de atención para resolver y prevenir conflictos destructivos, poner fin a la persecución y abordar las causas subyacentes que obligan a personas inocentes a huir de sus hogares".

Sin piedad, la súplica de Grandi ha quedado ignorada en gran medida. En su lugar, muchos permanecen indiferentes ante el sufrimiento de 100 millones de seres humanos.

Y lo que es peor, en lugar de responder compasivamente a la petición de Grandi de "resolver y prevenir los conflictos destructivos, poner fin a la persecución y abordar las causas subyacentes que obligan a personas inocentes a huir de sus hogares", muchos gobiernos y empresas continúan avivando las causas.

Según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por su sigla en inglés), el gasto mundial en guerras y preparación para la guerra ha alcanzado un máximo histórico: más de 2 billones de dólares. Los cinco países que más gastaron en 2021 fueron Estados Unidos, China, India, Reino Unido y Rusia.

Y, por supuesto, lo fundamental para muchas empresas no es la paz, la justicia social y el desarrollo humano, sino el beneficio. Según el SIPRI, en 2020, las 25 empresas más grandes de armamentos y servicios militares vendieron instrumentos de guerra por valor de $361,000 millones.

Es obvio que este flujo continuo de armas fomenta las docenas de conflictos armados en todo el mundo. Basta con considerar los miles de millones de dólares en armamento que los Estados Unidos, la OTAN y Rusia han gastado, y continúan gastando, en la guerra entre Rusia y Ucrania, para ver que este suministro continuo de armas es como echar gasolina al fuego.

El calentamiento del planeta inducido por el ser humano a causa de las emisiones de gas, carbón y petróleo, sigue alimentando incendios forestales, sequías, olas récord de calor y fenómenos meteorológicos extremos que están alcanzando rápidamente el punto de no retorno.

Según un reciente informe de la NOAA, "Los niveles de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, los tres gases de efecto invernadero emitidos por la actividad humana que más contribuyen al cambio climático, continuaron con sus tasas históricamente altas de crecimiento en la atmósfera durante 2022". (https://bit.ly/NOAA-GreenhouseGasesResearch20230405)

Esto no solo es extremadamente peligroso para el planeta que habitamos, sino que, al igual que la guerra, está llevando a un número récord de personas a buscar lugares habitables. Y los lugares habitables son cada vez más difíciles de encontrar.

A estas catastróficas realidades que provocan el desplazamiento de refugiados, sumemos ahora la tragedia del hambre en el mundo. 

Como informa el World Food Program USA (Programa Mundial de Alimentos de EE.UU.): "En estos momentos hay una crisis alimentaria mundial, la mayor de la historia moderna. Desde el estallido de nuevos conflictos y la escalada de los efectos de la crisis climática hasta el aumento de los costos de los alimentos y el combustible, millones de personas están cada día más cerca de la inanición.

"Cerca de 350 millones de personas en todo el mundo sufren en este momento las formas más extremas de hambre. De ellas, casi 49 millones están al borde de la hambruna".

Y los otros cientos de millones de seres humanos hambrientos que no están al borde de la inanición, y que aún tienen energía para moverse, se desplazan en busca de alimentos.

No hay ninguna razón para que alguien pase hambre. Tenemos la capacidad de garantizar que todas las personas tengan suficientes alimentos para comer. El problema es la indiferencia individual y la falta de voluntad política compasiva. 

Para los lectores de los EE.UU., es de vital importancia que se pongan en contacto con sus dos senadores y representante instándoles a apoyar una sólida reautorización de la ley agrícola (https://bit.ly/US-FarmBill2023).

Y, por favor, hagan un donativo a Catholic Relief Services (https://bit.ly/CRS-Hambre-esp).

En lugar de construir barreras para mantener fuera a los refugiados, el Papa Francisco dice: "Se trata, entonces, de que nosotros seamos los primeros en verlo y así podamos ayudar a los otros a ver en el emigrante y en el refugiado no sólo un problema que debe ser afrontado, sino un hermano y una hermana que deben ser acogidos, respetados y amados".

Y hasta que no abordemos con determinación las causas profundas que obligan a tantos de nuestros hermanos y hermanas a abandonar sus hogares, la crisis de los refugiados seguirá atormentándonos, y con razón.

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