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Debido a la retórica del presidente Trump de “Primero América” y al surgimiento de partidos populistas-nacionalistas en Europa, en estos días se debate mucho sobre el “nacionalismo”. Sobre ese tema, como en tantos otros, vale la pena escuchar al Papa San Juan Pablo II, sobre todo porque este año marca el 40mo aniversario de sus históricos Nueve Días en Polonia en junio de 1979, días en los que la historia del siglo XX pivotó hacia una dirección más humana.

Repasar las homilías y discursos de Juan Pablo II durante los Nueve Días, y especialmente su homilía del 3 de junio en Gniezno, es aprender lecciones importantes para hoy sobre la nación, el nacionalismo y el patriotismo. Karol Wojtyla fue un verdadero patriota polaco; después de todo, había celebrado deliberadamente sus primeras tres misas en la Cripta de San Leonardo, en la catedral de Wawel, Cracovia, rodeado de héroes polacos como el rey Juan III Sobieski y Tadeusz Kosciuszko. Al mismo tiempo, las raíces, la experiencia y las lealtades polacas y cracovianas de Wojtyla lo llevaron a apreciar la unidad espiritual de los pueblos eslavos y, ciertamente, la unidad cultural de Europa.

Juan Pablo II no era un “europeo” en algún sentido teórico. Como dejó en claro en Gniezno el 3 de junio de 1979, había tenido una visión de Europa —completa y libre, respirando con ambos pulmones, oriente y occidente— debido a su experiencia cracoviana y polaca, no a pesar de esa experiencia. Por consiguiente, su patriotismo polaco no era chauvinista ni xenófobo; estaba abierto a aquellos considerados “los otros”. Insistió que Polonia, a veces traicionada y muchas veces ignorada por Occidente, fue tejida en el tapiz de Europa. También lo fueron muchas otras experiencias e historias nacionales. En ese sentido, no es difícil imaginar que Juan Pablo II se hubiera solidarizado con las críticas contemporáneas a la tendencia de la Unión Europea de reducir las diferencias nacionales y culturales.

Sin embargo, en sus reflexiones posteriores sobre la historia, Juan Pablo hizo algunas advertencias importantes sobre el nacionalismo. Esto fue lo que escribió en su último libro publicado, "Memoria e Identidad":

“[C]omo sucede con la familia, también la nación y la patria siguen siendo realidades insustituibles... Naturalmente, se debe evitar absolutamente un peligro: que la función insustituible de la nación degenere en el nacionalismo. En este aspecto, el siglo XX nos ha proporcionado experiencias sumamente instructivas, haciéndonos ver también sus dramáticas consecuencias. ¿Cómo se puede evitar este riesgo? Pienso que un modo apropiado es el patriotismo. En efecto, el nacionalismo se caracteriza porque reconoce y pretende únicamente el bien de su propia nación, sin contar con los derechos de las demás. El patriotismo, en otras palabras, conduce a un amor social debidamente ordenado”.

¿Podemos encontrar instancias de un patriotismo nacional que se extienda en apoyo de los demás, tanto por el interés nacional como por un amplio sentido de propósito nacional? De inmediato vienen dos ejemplos a la mente, que deberían ser meditados por los nuevos nacionalistas de hoy en los Estados Unidos, Europa y en cualquier otra parte.

El primero implicó el reconocimiento estadounidense del Estado de Israel, que declaró su independencia a partir de la medianoche del 14 de mayo de 1948. Ese mismo día, el presidente Harry Truman reconoció al estado judío, en contra de la oposición enérgica de muchos en el Departamento de Estado y de su propio Secretario de Estado, el gran George C. Marshall. Marshall, quien creía que el reconocimiento de un estado judío al que se oponían los árabes del Medio Oriente era una locura geopolítica, incluso le dijo a Truman que no votaría por él más tarde ese año si Truman insistía en aceptar una declaración de independencia israelí y reconocer el gobierno provisional dirigido por David Ben-Gurion. Sin embargo, Truman pensaba que el reconocimiento de Israel era lo correcto, independientemente de la fricción que causaría, y así lo hizo, en un acto de habilidad política que trascendió el interés nacional.

El segundo ejemplo también involucró al Sr. Truman: la creación de la OTAN, la Organización del Tratado del Atlántico Norte. En este, su 70mo cumpleaños, la OTAN es la alianza de defensa más exitosa de la historia. Sin embargo, cuando la OTAN fue atacada por primera vez, muchos de los que se habían unido bajo la bandera de “Primero América” en la década de 1930 y durante la campaña presidencial de 1940, se opusieron a la idea de que Estados Unidos se comprometiera a defender las democracias europeas. Nadie duda del patriotismo de esos hombres y mujeres, pero su idea sobre el interés nacional fue demasiado limitada para la época.

En 2019, se debe evitar una miopía similar. La idea del patriotismo de Juan Pablo II pudiera ayudar a mostrar un camino.

Comments from readers

Hilde Navarro - 09/16/2019 04:14 PM
Pienso que las ideas de San Juan Pablo II eran muy válidas pero en estos momentos tenemos que defender nuestro país con la gran herencia de libertad que nos caracteriza. Defendernos de las corrientes socialistas y comunistas que son la consecuencia de esas ideas foráneas . Dios salve America! In God we trust”
Margarita Menendez - 09/16/2019 01:16 PM
I fail to see why “America First” is wrong. Why a president that looks out for the interests of his country Is wrong? Shouldn’t that be his first priority, regardless of party? What we need to look for is for balance. I still believe that for the president America should be first, but not to the exclusion of everybody else. “First” is not equal to “only”. Before we were polarized to one side; now the pendulum has moved to the other side. I hope and pray for the middle again.
James - 09/16/2019 01:10 PM
Thanks for the article. I LOVE a healthy sense of nationalism and patriotism! God bless us in this great country. Generosity to those in poorer countries. I’ve been to 55 COUNTRIES, So I know what I’m talking about. InUnity,

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