El don de los dem�s
Monday, March 13, 2017
*Sr. Constance Veit
Hace unos días conocí a una niñita que me causó una gran impresión. Grace y su hermano mayor, Benedict, sufren un extraño trastorno genético que les ha provocado un grave deterioro auditivo y un crecimiento físico limitado. Los dos vienen con su madre a nuestro hogar de ancianos cada semana para rezar el rosario con nuestros residentes. Al observar a Grace y a Benedict interactuar con los ancianos, me sorprendió su madurez y gracia. Casi sentí que estaba en la presencia de ángeles. Tal era el resplandor de estos dos hermosos pequeños en medio de nuestros ancianos frágiles.
Con toda probabilidad, Grace y Benedict nunca tendrán impacto en la escena mundial; sin embargo, creo que ellos, y tantas otras pequeñas almas desapercibidas, ejercen una gran influencia espiritual en nuestro mundo. Eso es lo que nuestro Santo Padre sugiere este año en su mensaje para la Cuaresma. El tema que ha propuesto para nuestra jornada de 2017 a través de la Cuaresma es “La Palabra es un don. El otro es un don”.
A través de la parábola de Lázaro y el hombre rico del Evangelio de San Lucas, el Papa Francisco dirige nuestra atención hacia aquellos a quienes por lo general ignoramos. Compara el anonimato del hombre rico, cuyo nombre no mencionan las Escrituras, con Lázaro, que aparece con un nombre específico y una historia única. Lázaro “tiene un rostro; y, como tal, es un don, un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado, recordado por Dios, aunque su condición concreta sea la de un desecho humano”.
El Santo Padre continúa: “Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor”. La Cuaresma, dice, es una estación conveniente para reconocer el rostro de Cristo en los pequeños de Dios. “Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino”, dice el Papa. “Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil”.
Esto es lo que nuestra fundadora, Santa Juana Jugan, hizo con tanta dignidad. Al estar consciente de la promesa de Cristo de que todo lo que hacemos por el más pequeño de sus hermanos y hermanas, se lo hacemos a Él, abrió su corazón y su hogar a los ancianos necesitados de su tiempo. Con frecuencia le decía a las Hermanas jóvenes: “Nunca olviden que los pobres son nuestro Señor... Cuando estén cerca de los pobres, entréguense de todo corazón, porque a quien cuidan en ellos es al mismo Jesús”.
Juana Jugan vio a cada anciano con la mirada amorosa de Cristo y como un tesoro digno de reverencia y cariño. Sabía que, a pesar de las apariencias externas, Cristo murió y resucitó por cada persona a quien ella ofrecía hospitalidad, y cada uno merecía que ella le regalara la entrega de su propia vida.
En esta Cuaresma, la oración del Papa Francisco es que el Espíritu Santo “nos guíe a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados”.
“Oremos unos por otros”, concluyó, “para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua”.
Doy gracias a Dios por mi encuentro reciente con Grace y Benedict, pues de nuevo me abrieron los ojos a la belleza de cada persona. Esta Cuaresma, deseo para ustedes que Dios les lleve a un encuentro similar que les cambie la vida.
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