
Encu�ntrame junto al pozo
Tuesday, April 6, 2010
*Marta Vargas
Antes de las estaciones de gasolina, existÃa una estación mejor para reabastecerse. Aún existe, ¡y es gratis! ¿Acudirás a la misma?
“… pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna†(Jn. 4:14).
El pasaje del evangelio de Juan sobre el encuentro de la mujer con Jesús junto al pozo (Jn. 4: 1-28) es un gran recordatorio de cuánto creemos desear en la vida, hasta el punto en que, como la mujer, a veces buscamos la felicidad en los lugares equivocados. Eludimos la plenitud de la felicidad que sólo Dios ofrece… hasta el momento en que encontramos al Único que solo puede satisfacerla: Jesucristo, personal y cercano.
En un mundo en el que abundan las distracciones, y la propaganda intenta vendernos la mediocridad, a veces nos convencemos del error de que la satisfacción se puede hallar en el dinero, las posesiones, el poder, el prestigio, la aceptación, y en todo lo externo que, aunque agradable, es irrelevante. Aunque en inicio parezca atractivo, resulta irónico que cuando lo convertimos en lo principal, nos queda un vacÃo, y a menudo hasta una larga lista de pasos equivocados que nos llevan por un camino peligroso que no sólo afecta nuestra relación con Dios sino, inevitablemente, nuestra relación con los demás.
Mientras todo esto sucede, Jesús espera pacientemente junto al pozo con grandes noticias para nosotros. DÃa a dÃa, Él espera por el momento en que finalmente nos encontremos “enfermos y cansados de estar enfermos y cansadosâ€; enfermos de estar señalando con el dedo, y dándonos cuenta de que el verdadero cambio comienza en nuestro interior, con nuestra propia transformación, la que sólo puede suceder en y a través de Su gracia.
Una vez optamos por volvernos a Jesús y permitirle la entrada a nuestras vidas, Él nos colma con sus aguas de sanación, con el amor y la gracia de su pozo infinito. Entonces, algo cambia cuando comenzamos a experimentar la plenitud y la paz como sólo Dios puede darla. Los resultados nos cambian la vida, y siempre son increÃbles. No sólo nos transforman, y transforman nuestra relación con Dios, sino que inevitablemente cambian la manera en que nos relacionamos con quienes nos rodean.
Aunque todo esto pueda sonar muy simple y claro, con frecuencia es más fácil hablar que actuar, aún para aquellos de nosotros que hemos experimentado esa fuente de gracia. Pero resulta irónico que este desafÃo sea positivo, y la respuesta puede ser una noticia todavÃa mejor. ¿Por qué? Porque si fuera fácil sumergirse en los manantiales de la gracia, podrÃamos olvidar dos factores importantes: que Dios es Dios y, como tal, solamente Él es la fuente de la gracia; y que nosotros, como su pueblo, somos sus manos y sus pies en la Tierra.
Nosotros somos la manera en que se manifiestan la gracia y el amor de Dios. Otros lugares donde pudiéramos encontrar el amor total, incondicional, misericordioso de Dios son el matrimonio, la familia, los amigos, la Iglesia, la comunidad. La palabra clave es “pudiéramosâ€, porque de nosotros depende que se logre o no.
La próxima vez que tropecemos, caigamos, nos encontremos dando vueltas en el mismo sitio y dándonos contra las paredes mientras preguntamos: “Señor, ¿cómo me puedes amar después de todo esto?â€, miremos la cruz, creamos en el amor que allà se encuentra, y tomemos un tiempo para preguntar, a cambio: “Señor, ¿cómo puedo llegar a mi cónyuge, mi padre, mi hijo, y encontrarle junto al pozo para recordarle que moriste por ellos porque creÃste en ellos, aún cuando dejaron de creer en sà mismos? ¿Cómo puedo ser una muestra de tu amor, que les ayude a superar lo que hoy les aflige o desafÃe?â€
Pero no nos detengamos en eso. Permitamos que ese reflejo nos recuerde que nuestras familias y cÃrculos Ãntimos son un principio, un fundamento, pero fuera de ese núcleo familiar, existe una familia mayor a la que llegar y bendecir. ¿Cómo podemos ser esa muestra de amor, de esperanza, esa fuente de gracia para nuestros amigos, párrocos, sacerdotes, diáconos, hermanos y hermanas en el ministerio, para otros feligreses, vecinos, compañeros de trabajo, o el cajero en el mercado?
Ya que no podemos dar lo que no tenemos, también debemos preguntarle: “Señor, ¿en qué áreas me pides que crezca, para que brillen tu luz y tu amor, y pueda permitir que ‘todo comience conmigo’?â€
Todo comienza junto al pozo, donde cada dÃa se nos ofrece una serie de encuentros con Jesús. En cada encuentro, experimentamos una muestra de su gracia, una muestra del cielo, cuando aceptamos su bebida, su regalo. Nos da la oportunidad de comenzar de nuevo con la decisión de crecer cerca de Él y de su magnÃfico plan para nuestras vidas.
Que lo puedan encontrar hoy junto al pozo de una manera muy especial, y que las bendiciones de tal encuentro les deleiten y asombren. Que cada uno de nosotros, como la samaritana, tenga una experiencia transformadora y renovadora al abastecernos (o reabastecernos) con su agua de vida.
Que la inmensa gracia, el amor y la misericordia de Dios nos toquen y renueven, independientemente de donde hayamos estado, de manera que transmitamos la esperanza a los demás, y que todos juntos podamos experimentar la verdadera sanación, la esperanza y el nuevo comienzo glorioso en esta Pascua y siempre.
Sobre Marta Vargas
· En en 2005 inició su “gran aventura†de servicio en la Arquidiócesis de Miami, como ministro universitario para Broward College y la universidad de Nova Southeastern hasta 2008.
· En estos momentos es la coordinadora del programa de vida familiar para el Centro de Enriquecimiento Familiar.
· Disfruta enormemente compartir el amor y la esperanza de Dios a través de las palabras y las canciones en su ministerio de música.
· Una de sus santos favoritos: santa Teresa de Lisieux
· Una de sus citas favoritas: “Amemos, pues, ya que él nos amó primero†(1 Jn 4:19).
Comments from readers
Did I ever need to be reminded to 'begin at the well'. Sometimes it seems like I need to do it all and do it "right now". In the fast paced 'hecticness' of life sometimes it is so easy to loose sight, to get caught up in the doing, and so easy to forget that even if the things we are doing are great and helpful to people, if we forget to refuel, renew and grow with God, and make the time for it, that can in turn have an effect not just on ourselves but on how much we can give (or NOT!). So yes, it does begin at the well, and the more we are willing to look inward and grow in the areas we might need to grow with God's help and grace, then the more God can use us to bless, and the more of us there will be to give not just to our loved ones but to the world beyond. Thanks!
How appropriate and timely... What a gift! Have a blessed feast of Divine Mercy and may you continue to share God's love and hope with others.