Article Published

Article_honor-the-lost-by-living-life-of-kindness_S

Columns | Wednesday, March 14, 2018

Desde Parkland con dolor y esperanza

English Spanish

Las flores se amontonaban afuera de Marjory Stoneman Douglas High School en Parkland en memoria de las víctimas del tiroteo del 14 de febrero.

Fotógrafo: Courtesy

Las flores se amontonaban afuera de Marjory Stoneman Douglas High School en Parkland en memoria de las víctimas del tiroteo del 14 de febrero.

 

“Parkland, ¿dónde está eso? Nunca he oído hablar de ese lugar”.

Siempre oía yo esa pregunta cuando hablaba de mi bella y pequeña ciudad, ese sitio seguro y como de cuento de hadas, con sus mercados de agricultores, áreas para juegos infantiles y eventos comunitarios.

He vivido en Parkland desde que tenía 10 años, cuando las aceras a lo largo de la carretera principal no eran más que tierra sobre la que la gente montaba a caballo y mi vecindario aún florecía en construcción. Mis padres invirtieron sus ahorros ganados con esfuerzo para que pudiéramos mudarnos allí, donde las escuelas tenían una alta calificación y las familias podían ser criadas en un capullo de seguridad.

Durante mis 23 años en Parkland, nunca tuve un momento de miedo mientras caminaba por la calle, viendo a mis propios hijos jugar en el parque o subir al autobús escolar por la mañana. Vivir aquí ha sido como un sueño apacible salpicado de sol y entre una fragante naturaleza.

Me gradué en la secundaria Marjory Stoneman Douglas en 2002, y mi hermano lo hizo antes que yo, en 1998. Recuerdo haber caminado por esos pasillos, recuerdo las voces de mis compañeros, que se apresuraban para asistir a su siguiente clase, y ninguna otra preocupación que mi próxima prueba de matemáticas o qué chico me gustaba. Era corredora de campo y pista en la clase de gimnasia, y me sentía feliz al trabajar con el pincel en la clase de arte. Hacía planes para ir a la universidad y me sentía inspirada a estudiar enfermería por los profesores de las clases de anatomía humana. Era una chica normal de secundaria, con esperanzas y sueños, una orgullosa Eagle [“águila”] de Marjory Stoneman Douglas. No me preocupaban la violencia ni el temor, porque las cosas terribles ocurrían en otros lugares, no en Parkland. Besaba a mi madre por las mañanas y sabía que regresaría a casa para cenar.

El 14 de febrero, todo lo que amaba de mi ciudad cambió: 17 personas inocentes fueron privadas de sus vidas, lo cual ha dado lugar al dolor y la reacción entre sus numerosos familiares, amigos y toda la comunidad. Ese día, aquellos seres inocentes besaron a sus familiares, esperando volver a casa, de la misma manera que yo lo hacía muchos años atrás. Tenían planes y vidas llenas de esperanza. Caminaron por los pasillos de Douglas sin miedo. Entonces ocurrió lo inconcebible, y una sola persona destrozó a una ciudad entera. Parkland y su comunidad han sido agredidas y ultrajadas. Ahora, la ciudad es conocida en el mundo como un lugar donde se ha cometido un incalificable acto de violencia humana.

Apenas puedo imaginar el dolor de los padres, cónyuges, hijos y amigos que han perdido a sus seres queridos de forma tan brutal. Mi corazón llora por ellos y por la pérdida de la inocencia de nuestra ciudad. Esta tragedia nos ha transformado, al conmover bajo nuestros pies los fundamentos mismos de la paz. Con lo sucedido nos ha llegado la conciencia de que ningún lugar está a salvo de la violencia o de la crueldad: ni siquiera un refugio como Parkland.

En una escala más amplia, se ha levantado un clamor de cambio en nuestra sociedad, pues el panorama actual debe ser rediseñado. Se está levantando una ola de agitación política. Como país, debemos detener el torrente de mal que corre entre nosotros. Pero en una escala más pequeña, en nuestras preciosas vidas individuales, pido que cada uno de nosotros efectúe sus propios cambios.

Cuando entres a una tienda, mira a las personas que te rodean y recuerda que todos estamos vinculados. Deja pasar a un extraño y sonríele. Perdona rápidamente y da con generosidad. Di “te quiero” tan a menudo como puedas y abraza a tus hijos. Toma la vida como un regalo y no des nada por hecho. Sé una influencia positiva en tu propio ambiente, y honra a los caídos viviendo de la mejor manera posible. Tal vez algún día brindes la bondad que cambia el alma y que impide obrar el mal. Y recuerda a Parkland. Recuerda a Marjory Stoneman Douglas High School.

 

Licenciada en enfermería por Florida Atlantic University

 

Powered by Parish Mate | E-system

This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply