By Ana Rodriguez Soto - Florida Catholic newspaper
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SOUTHWEST RANCHES | Camille Laurino y Rosalie Constantino parecían algo sorprendidas.
"Ni siquiera sabemos cómo obtuvimos este premio", dijo Constantino de la parroquia St. Edward, en Pembroke Pines, quien junto a Laurino recibió el Premio Esperanza Ginoris el día Catequético de este año.
El premio lleva el nombre de una antigua catequista arquidiocesana, y honra a "personas o equipos que ejemplifican mejor los estándares de excelencia en el ministerio catequético".
En lo que concierne a Constantino, sólo está haciendo lo que ha estado haciendo desde que asistió a la universidad en Nueva York: enseñar la Fe a otros.
Era catequista voluntaria mientras cuidaba a su familia y estudiaba para ser maestra de educación especial. Y continuó haciéndolo cuando se mudó al Sur de La Florida, al principio como voluntaria en St. Helen, en Fort Lauderdale. Actualmente, por más de 20 años es catequista voluntaria en St. Edward, donde también fue una de las primeras feligresas. Su número de inscripción en la parroquia es el 58.
Dos noches a la semana, el espacio de culto de la iglesia se divide en aulas donde casi 500 niños aprenden su Fe católica. Laurino es la coordinadora del programa de educación religiosa. Constantino es su "mano derecha".
"Mi cuerpo se cansa un poco, pero mi cerebro sigue funcionando", dijo la mujer de 80 años, que también recibió el Premio Mons. Agustín Román por sus más de 20 años ininterrumpidos de ministerio como catequista.
¿Qué la hace continuar? "Amar lo que estás haciendo", dijo. "Es la respuesta".