By Ana Rodriguez Soto - The Archdiocese of Miami
MIAMI | Nadie que conociera a Alicia Marill la consideraba pusilánime. Aunque desde su juventud luchó contra el lupus, la artritis reumatoide y dolencias relacionadas con el corazón, sus enfermedades sólo parecían hacerla más fuerte.
Olga Villar, quien estudió con ella en la Universidad Barry, en Miami Shores, solía decirle: “Tu canción será A mi manera.[My Way]. Así es como viviste tu vida”.
Entre los muchos logros de Marill se encuentran haber sido cofundadora del grupo misionero laico Amor en Acción y haber realizado una labor pionera a lo largo del sureste de los Estados Unidos durante los inicios del SEPI (Instituto Pastoral del Sureste). También enseñó y dirigió el departamento de Teología de la escuela secundaria de Miami Immaculata-La Salle por varios años. Marill falleció el 23 de enero de 2023 a la edad de 73 años.

Fotógrafo: ANA RODRIGUEZ-SOTO | FC
Alicia Marill, a la derecha, posa con la Hna. Angelina Sobrón, de las Franciscanas de la Esperanza, cuya labor en los barrios más pobres de la República Dominicana cuenta con el apoyo de Amor en Acción. La ocasión fue la celebración del 40 aniversario del grupo misionero laico, el 1 de octubre de 2016.
Villar, directora ejecutiva del SEPI, describió a su antigua maestra y luego amiga como “una mujer llena de vida, llena de amor por la Iglesia”, y cuya “tenacidad como misionera la llevó a superar las limitaciones de su cuerpo”.
Lourdes Rovira, su amiga de toda la vida, describió la actitud de Marill como “a pesar de mi condición, voy a ser y voy a hacer”.
Comentó que “Alicita tuvo que someterse a 28 operaciones a lo largo de su vida”, algunas más difíciles que otras. A los 20 años ya le habían trasplantado las dos arterias renales.
“A pesar de todos sus problemas médicos, Alicita siguió trabajando en Barry y en Amor en Acción”, dijo Rovira, miembro del grupo desde hace mucho tiempo. Aunque no pudo ir a los viajes misioneros durante los últimos 12 o 15 años, “continuó totalmente involucrada hasta la semana antes de su fallecimiento”.
El Arzobispo Thomas Wenski elogió a Marill como “una verdadera discípula misionera antes de que la frase fuera popularizada por el Papa Francisco en Evangelii Gaudium. Su trabajo con Amor en Acción ha ayudado a superar la distancia que separa al Sur de La Florida y al Caribe materialmente empobrecido. Ella promovió un encuentro espiritual de enriquecimiento mutuo que ayudó a los jóvenes del Sur de La Florida a acoger a los pobres de Haití y la República Dominicana como hermanos y hermanas en Cristo”.
Rovira y Marill se conocieron como estudiantes universitarias en 1970. “Tuvimos una amistad de años antes de que surgiera ninguna idea de misión”, compartió Rovira.
En 1972, conocieron a Beatriz Rodríguez, ya fallecida, quien entonces era miembro de las Apostolinas, una pequeña comunidad religiosa. Ella les involucró en un coro de la iglesia de St. Michael, en Miami, que se convirtió en un grupo “juvenil” integrado por seis a ocho estudiantes universitarios.
“Así fue como empezamos ese grupo juvenil, a través de un coro, tocando la guitarra y cantando en la Misa”, recordó Rovira. Al cabo de un tiempo, “algunos quisimos irnos de misión a Bogotá”. Fue durante aquella experiencia de cinco semanas en el verano de 1973 cuando “a Alicita le picó el gusanillo del servicio y la misión”.
El llamado se hizo más fuerte después de que Marill pasara el año escolar 1975-76 como maestra en el Colegio Domingo Savio, una escuela pública dirigida por las Apostolinas en un “barrio muy, muy pobre” de Santo Domingo cuyo nombre oficial es Domingo Savio, pero es más conocido como “Los Guandules”.
Consternada por los niveles de pobreza, hambre y enfermedad que sufrían sus alumnos, regresó a Miami en el verano de 1976 decidida a construir un comedor o cafetería para los 2,000 niños de la escuela. Empezó a recaudar fondos mediante la venta de donas después de las Misas en St. Michael. El primer fin de semana recaudó 76 dólares, recordó Rovira.
Entonces conoció a su alma gemela, Adriano García, quien también regresaba de una experiencia misionera de verano en la República Dominicana. Los miembros del movimiento de Cursillos de St. Michael, y de Encuentros Familiares, otro movimiento laico para familias, corrieron la voz en otras parroquias y comenzaron a recaudar fondos en toda la Arquidiócesis para el proyecto.
“El dinero empezó a llegar a raudales”, indicó Rovira. “Pensábamos que construir ese comedor nos tomaría toda la vida, y se hizo en un año”.
Así nació Amor en Acción, una comunidad misionera laica fundamentada en el “amor a los pobres” franciscano y en una espiritualidad basada en el pasaje bíblico de la Epístola de Santiago (2,14-17): la fe sin obras está muerta.
El grupo “no tenía nombre cuando empezamos”, dijo Rovira, de la misma manera que “la experiencia de lo que vivimos y lo que realizamos [como misioneros de verano] no tenía nombre cuando lo hicimos”.
“Alicita fue pionera, quizás, en llevar a la comunidad de Miami y a los jóvenes a los que enseñaba en [Immaculata-] La Salle, el sentido de que todos estamos llamados a servir, y de que este es un modelo que puede encajar en la vida de cualquiera”, añadió Rovira.

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Alicia Marill posa con el difunto Obispo misionero oblato, Pierre Antoine Paulo, entonces Obispo de la Diócesis hermana de Miami, Port-de-Paix, donde Amor en Acción apoya escuelas y programas nutricionales. Vino a participar en la celebración del 40 aniversario del grupo misionero laico, el 1 de octubre de 2016.
Ese modelo consiste en una experiencia de dos o tres semanas de misión que tiene como resultado un compromiso de por vida con el trabajo y el servicio misioneros.
“En esa experiencia te comprometes totalmente porque no puedes olvidar lo que has visto y vivido. Nunca puedes volver a cerrar los ojos ante lo que has visto y lo que has oído. Y cuando regresas, lo cuentas y sigues buscando maneras de servir”, afirmó Rovira.
El modelo de misión iniciado por Amor en Acción fue copiado después por muchos otros grupos, señaló, “con lo que terminó la creencia de que la misión es para los sacerdotes y las monjas que van al extranjero, donde pasan años de sus vidas. La misión y el servicio es el llamado bautismal de todo cristiano”.
Carlos Cueto, miembro fundador de Amor en Acción, describió a Marill como “un modelo de dinamismo misionero, que encarna la máxima de que “el que no vive para servir, no sirve para vivir”.
“Su labor continuará, ya que su espíritu misionero continúa animando a nuestra comunidad misionera”, aseguró Cueto.
Alicia del Carmen Marill nació el 14 de noviembre de 1949 en La Habana, Cuba, la mayor de cuatro hermanos. La familia llegó a Miami el 17 de septiembre de 1962. Marill se graduó de la escuela secundaria de Miami (Miami Senior High) y obtuvo su licenciatura en la Universidad Atlántica de Florida (Florida Atlantic University).
Un año después de la fundación de Amor en Acción en 1976, la Iglesia en los Estados Unidos celebró el II Encuentro de la Pastoral Hispana, y Marill colaboró con el sacerdote escolapio Mario Vizcaíno en la fundación del SEPI. Esa labor pastoral llevó a Marill por nueve estados, en los que conectó y cultivó las comunidades católicas hispanas allí florecientes.
“La pastoral hispana le debe mucho, no sólo aquí en el sureste, sino en todo el país”, afirmó Villar. “Ella supo utilizar sus cualidades de liderazgo para hacer surgir una nueva vida en muchos de nosotros”.
Más adelante, Marill obtuvo un máster en teología práctica en la Universidad Barry, y un doctorado en ministerio en la Catholic Theological Union, de Chicago.
Enseñó en el Departamento de Teología y Filosofía de Barry durante más de 20 años, donde se destacó como directora de su programa de Doctorado en Ministerio desde 1999. Entre otros muchos cargos y nombramientos, formó parte de la junta de la Academia de Teólogos Católicos Hispanos de Estados Unidos, y fue elegida representante de Estados Unidos en el primer Congreso Americano Misionero realizado en Paraná, Argentina.
En 1984, recibió la medalla Pro Ecclesia et Pontifice, el más alto galardón concedido a un laico por el Vaticano. En 2012, recibió el premio William Sadlier Dinger en reconocimiento a su “destacada labor en el cultivo de la Palabra de Dios dentro de la comunidad latina”.
A Marill le sobreviven sus hermanos Carlos, Carmen (conocida como Nene) y Teresita, además de varias sobrinas y sobrinos.
El velatorio tuvo lugar el sábado 4 de febrero a las 10 a.m., seguido de una Misa a las 11 a.m. en la iglesia de St. Dominic, de Miami. El entierro se realizó en el Cementerio Our Lady of Mercy, en Doral.
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